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Visita histórica del Papa a Corea

No vendrá a pavonearse, sino a buscar más fe

La Razón
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No es una confirmación oficial –ésa llegará en su momento oportuno– pero el Papa Francisco ha dejado muy claro que tiene el propósito de viajar a España el próximo año. Objetivo fundamental: honrar a Santa Teresa de Ávila con ocasión del quinto centenario de su nacimiento visitando Ávila y Alba de Tormes. Sería suficiente una sola jornada. Quedan pendientes otros perfiles geográficos – Madrid, Santiago de Compostela– pero no hay que adelantar acontecimientos.

Bergoglio no podía ser insensible a las múltiples y muy calificadas invitaciones que ha recibido en este sentido: la Conferencia Episcopal Española por boca del entonces su presidente, el cardenal Antonio Mª Rouco Varela, al ser recibido con todos los obispos hispanos en la visita «ad limina»; los Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, en el curso del largo encuentro mantenido con él el 28 de abril, al día siguiente de la canonización de Juan XXIII y de Juan Pablo II; los actuales monarcas Felipe VI y la reina Doña Letizia en su visita al Vaticano once días después de asumir sus funciones. Por fin las calurosas invitaciones de cuantos españoles –incluidos el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y algunos de sus ministros– han tenido en este año y medio de pontificado la posibilidad de hablar con él. Otros países también le han invitado pero no con tanta insistencia como el nuestro.

Al menos, eso creo.

La agenda de viajes del año 2015 ya tiene algunas fechas cogidas: en enero Francisco visitará Sri Lanka y Filipinas, dos bastiones del catolicismo en el continente asiático; en septiembre el Papa es esperado en Filadelfia (Estados Unidos) para asistir al Encuentro Mundial de las Familias, visita que podría ser precedida o prolongada con una rápida pasada por México o la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Entre esos dos polos fijos podría situarse su llegada a España.

Viniendo a nuestro país Francisco confirma una tradición pontificia muy arraigada. Juan Pablo II nos visitó en cinco ocasiones, la primera y más larga –diez días– tuvo lugar del 31 de octubre al 9 de noviembre de 1982. Siguió una parada en Zaragoza camino de América Latina en octubre del 84; cinco años después presidió en Santiago de Compostela la Jornada

Mundial de la Juventud; en el 93 visitó los lugares colombinos ligados al descubrimiento del continente americano y Sevilla; su última y breve estancia – dos días– se centró en Madrid, donde canonizó a cinco beatos españoles.

Benedicto XVI, que había visitado España en numerosas ocasiones siendo cardenal, nos honró con uno de sus primeros viajes pontificios: en julio del 2006 vino a Valencia para participar en el Encuentro Mundial de las Familias. En el mes de noviembre del año 2010 llegó hasta Santiago de Compostela y a Barcelona para inaugurar el templo de la Sagrada Familia. Meses después, en agosto del 2011, presidió la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, una de las más apoteósicas celebradas hasta ahora. Con su patria natal, Alemania, España fue el único país que recibió a Ratzinger en tres ocasiones.

Si se confirma, como todo deja prever, esta visita de Francisco a nuestra Iglesia y a nuestro país no es para pavonearse sino para aguijonarnos a vivir y testimoniar con mayor vivacidad y autenticidad nuestra fe. Como a Karol Wojtyla le gustaba repetir la nuestra es –¿o sólo lo fue en el pasado?– tierra de santos y éstos son siempre necesarios, hoy más aún en una sociedad como la nuestra, amenazada por el materialismo y la vulgaridad.

* Corresponsal de Antena 3 y «Vida Nueva» en la Santa Sede