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Un alumno caritativo

La Razón
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El director de la Escuela de Ingenieros de Caminos señalaba, en la inauguración de la Exposición sobre Álvaro del Portillo, que no es fácil destacar en dicha escuela, pues entre sus alumnos se encuentran presidentes de grandes empresas, inventores, dos presidentes de Gobierno e incluso un premio Nobel de Literatura. Pero hasta ahora ninguno de sus alumnos había llegado a los altares.

Por eso, la Escuela de Caminos ha querido contribuir a los actos de su beatificación con una exposición propia que recoge una valiosa documentación sobre sus años de estudiante. Comenzó sus estudios en 1932, tras aprobar el difícil examen de ingreso a los 17 años. Realizó primero los estudios de Obras Públicas –pues su familia pasaba necesidades económicas y quería comenzar a trabajar cuanto antes– y después hizo Ingeniería de Caminos, que terminó, después de la interrupción de la Guerra Civil, en 1941. También recoge sus actividades profesionales en el Ministerio de Fomento, en la Jefatura de Puentes y Cimentaciones, pues compaginaba la terminación de los estudios de Caminos con el trabajo como ayudante de Obras Públicas. Durante esos años trabajó en la construcción de puentes y viaductos que habían sido destruidos durante la contienda, entre otras obras de construcción civil.

Durante su tiempo de estudiante participó activamente, junto con otros compañeros de la escuela, en actividades de atención a los necesitados, atendiendo a chicos en Vallecas y otros barrios pobres de Madrid. Esta actividad caritativa, que le supuso renunciar al escaso tiempo de descanso que tenía y sufrir peligros y hasta agresiones físicas, fueron claro antecedente de las muchas iniciativas de promoción humana y ayuda a los necesitados que impulsó en los cinco continentes durante su etapa como prelado.

Su excelente formación ingenieril y capacidad de trabajo se manifestaran a lo largo de su vida en el empeño por sacar adelante las múltiples y difíciles tareas que se le encomendaron, tanto como secretario general del Opus Dei, como consultor y secretario de diversas comisiones de la Santa Sede. Su trabajo bien hecho y bien organizado, su iniciativa y su capacidad de gestión, junto con trato amable, estuvieron presentes a lo largo de toda su vida.

*Catedrático de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos