Salud

“Reforzar el Sistema Inmunitario es clave para contribuir a que nos proteja mejor”

Estos días, cuando la humanidad se enfrenta a la lucha contra el COVID-19, todo el mundo repara más que nunca en la importancia del Sistema Inmunitario. Entender su funcionamiento y saber cómo reforzarlo juega, sin duda, a nuestro favor

Dra. Mª Dolores de la Puerta
Dra. Mª Dolores de la PuertaLaboratorios Cobas

Entrevista a Dra. Mª Dolores de la Puerta, consultora médica de Laboratorio Cobas.

Brevemente, ¿qué es y qué función tiene el Sistema Inmunitario (SI)?

El Sistema Inmunitario o sistema inmune es el conjunto de órganos, tejidos, células y procesos biológicos del organismo cuyo objetivo es el de mantener nuestro equilibrio u homeostasis y defenderse eficazmente frente posibles agresiones de todo tipo, internas o externas, como infecciones o tóxicos ambientales.

A grandes rasgos, ¿cómo funciona?

Cuando un microrganismo patógeno con capacidad de infectar (bacteria, virus, hongo, o cualquier otro) llega a nuestro organismo, el sistema inmunitario establece una estrategia de defensa “escalonada”. Inicialmente contamos con una serie de barreras físicas, químicas y biológicas a nivel de la piel y las mucosas, con muchos y eficaces recursos para impedir que el germen “atacante” penetre. Si eso no es suficiente y, finalmente, el patógeno consigue entrar, entonces el sistema inmunitario pone en marcha dos líneas de defensa: la primera, conocida como inmunidad innata, que es rápida e inespecífica (se manifiesta a través de fiebre o inflamación); y, la segunda, más lenta, denominada inmunidad adquirida (los anticuerpos), mucho más específica, eficaz y con la capacidad de guardar memoria sobre cómo defenderse ante posibles futuras agresiones del mismo “atacante”.

Antígenos, anticuerpos… ¿Nos aclara el lenguaje del SI?

Claro. El Sistema Inmunitario tiene la capacidad de distinguir entre los elementos que forman parte de nuestro cuerpo, a los que reconoce y tolera perfectamente sin reaccionar de ninguna forma frente a ellos (fenómeno de tolerancia antigénica o tolerancia inmunológica), de los elementos extraños, internos o externos, a los que debe identificar como dañinos y, tras su reconocimiento, poner en marcha los mecanismos necesarios para evitar que nos hagan daño. Las moléculas reconocidas cómo extrañas y potencialmente perjudiciales, son conocidas como “antígenos”, siendo los “anticuerpos” los elementos que, de forma específica, sintetiza el Sistema Inmunitario para defenderse de ellos.

Profundicemos… ¿Qué es el SI de Mucosas?

Todas las mucosas del organismo y también la piel, aunque se encuentran anatómicamente separadas entre sí, son funcionalmente un solo órgano, conocido como Sistema Inmune de Mucosas, que forma parte del Sistema Inmunitario general.

El intestino, además de su conocida acción digestiva, es el principal órgano inmunitario del cuerpo humano. Es la superficie más extensa (unos 500m2) y alberga la mayor cantidad de células inmunocompetentes (linfocitos) del organismo. Todas ellas conforman una compleja estructura funcional muy especializada, que es nuestra primera y más importante barrera de defensa. Su funcionamiento, entrenamiento constante y eficaz respuesta inmunitaria, está modulado por los millones de microorganismos que viven allí normalmente, la denominada microbiota intestinal.

Entonces ¿Qué papel juega la microbiota en las defensas?

La microbiota intestinal es decisiva en el desarrollo, maduración y normal respuesta del Sistema Inmunitario. Desde la primera colonización por microorganismos tras el nacimiento de una persona, el contacto continuo entre las bacterias que habitan normalmente el intestino y el Sistema Inmunitario supone para este una especie de entrenamiento que lo mantiene “en buena forma” para poder luchar con eficacia frente a los posibles y diferentes agentes infecciosos. Entre todas las bacterias que viven en el intestino, se han identificado y estudiado algunas con mayor potencial inmunomodulador, como Escherichia Coli o Enterococcus, empleadas como probióticos.

Los microorganismos patógenos de cualquier tipo presentan en su superficie componentes (antígenos) que interactúan y señalizan receptores específicos de la pared del intestino, cuya activación pone en marcha la respuesta de nuestro sistema inmunitario para luchar contra ellos y evitar así la infección.

¿Qué enfermedades se asocian al SI?

El sistema inmunitario, que normalmente es un órgano de defensa específico y eficaz, a veces falla y no responde adecuadamente. Las alteraciones de esta respuesta pueden ser tres tipos: la primera es por defecto y se denomina Inmunodeficiencia porque la reacción del sistema inmune es insuficiente o ineficaz; la segunda es por exceso y se denomina Hipersensibilidad (ejemplo clásico de esta respuesta hiperreactiva son las alergias); la tercera y última reacción anormal del sistema inmune es cuando se “equivoca” e identifica como extraños elementos normales del organismo, activando respuestas de defensa frente a ellos, lo que se denomina Autoinmunidad. La psoriasis o la dermatitis atópica son dos patologías que pertenecerían a este grupo.

¿Qué podemos hacer para optimizar el funcionamiento del SI?

Hay muchos recursos, empezando por seguir una dieta completa y variada, así como tener unos hábitos de vida saludables (ejercicio físico, evitar consumo de tóxicos, control de estrés, etc.) Además de esto, se ha evidenciado que determinados micronutrientes tienen la capacidad de optimizar el rendimiento funcional del Sistema Inmunitario, contribuyendo a normalizar su respuesta. Entre ellos, encontramos las Vitaminas A, E, C, Grupo B y la Vitamina D, siendo esta probablemente la que tiene mayor capacidad inmunomoduladora y cuyo déficit está generalizado en la población española.

También son muy importantes los ácidos grasos Omega 3, los oligoelementos, como el zinc o el selenio, y otros nutrientes, como la quercetina.

Atendiendo al papel determinante del intestino como órgano inmunitario, es fundamental mantener una microbiota intestinal sana, fuerte y bien distribuida cualitativa y cuantitativamente, siendo este un poderoso “seguro inmunitario”. Para ello es tan importante consumir una dieta variada, rica en alimentos fermentados de calidad que aporten bacterias probióticas (chucrut, tempeh, kimchi, kefir, miso, kombucha, natto, zha kai, etc.), como indicar directamente la toma de probióticos y prebióticos si fuera necesario (por ejemplo, tras la toma de antibióticos, gastroenteritis, etc.)