Salud

Así será la Sanidad de después del coronavirus

El uso de aplicaciones de monitorización de pacientes crónicos y la telemedicina marcarán el futuro sanitario

Sanidad adjudica la instalación de 314 salas de videoconferencias para la atención telemática de urgencias
Sanidad adjudica la instalación de 314 salas de videoconferencias para la atención telemática de urgenciaslarazon

El Covid-19 ha cambiado el mundo como solo lo haría un llamado cisne negro. La población se ha precarizado laboralmente. Las caídas de pagos y cobros se suceden, el coste de las posesiones físicas es relativo: ahora solo queremos pagar por lo que utilizamos. Nos hemos acostumbrado a vivir encerrados, de cara a la pantalla, que empezó siendo un mal necesario adoptado con urgencia y ya es el estándar: digitalmente compramos, hablamos, amamos, encontramos, vendemos, apostamos… Además, el contacto físico está nada recomendado y la distancia social la norma. Las recidivas, como sucedió en el siglo XX, acechan, y por tanto nadie quiere salir de casa para ir a lugares con mucha gente desconocida. Los mayores nos dan más miedo (por ellos) que nunca. Ahora demos un salto conjunto en el tiempo, veamos cómo podría ser el mundo, especialmente el sanitario, cuando acabe el confinamiento.

Lo primero a valorar son las apps de monitorización de la Covid19. Los países europeos deciden no optar por soluciones de monitorización digital del contacto con posibles portadores del virus, como piden los epidemiólogos, y como sí hacen algunos países asiáticos. Este triunfo de las libertades individuales hace surgir un mercado de aplicaciones similares de pago, que emulan esta protección posible de semáforo a partir de datos no necesariamente legales ni ilegales (por ejemplo, se pueden monitorizar contactos con móviles sin mencionar la persona, pero dándole a este anónimo un potencial de riesgo que valore a otros). Telefónica o Google podrían perfectamente tener ya estas herramientas dispuestas.

Nos estamos encontrando también en que las residencias para la Tercera Edad sufren un vuelco legislativo, por fin se da la fusión entre social y sanitario que diferentes estamentos demandan. Este cambio obliga a un mayor control sanitario y por tanto a la modernización de los centros: se reducen los espacios comunes para evitar contagios, se obliga a contar con terrazas, ventilación, práctica de ejercicio físico y, sobre todo, herramientas digitales de monitorización y control de la salud física y mental. La convivencia (real o virtual) con los mayores es obligada por ley y surgen iniciativas para compensar a gente que está sola y que siguen la estela de las surgidas durante el confinamiento.

La telemedicina es el gran cambio social por fin aceptado por aseguradoras públicas y privadas, por médicos y sector sanitario. Durante la pandemia, la telemedicina surgió como un relámpago en la oscuridad para intentar poner en circulación a los sanitarios y médicos confinados, para controlar a distancia a pacientes leves de Covid-19, y también para poder seguir atendiendo a gente enferma de los problemas de siempre. En este sentido, pueden llegar cambios legislativos que reduzcan el tamaño de las salas de espera y el tiempo de permanencia en ellas. De hecho, gracias a la cita on-line y a la gestión inteligente de citas que los software de gestión tienen implementada, como el de Doctoralia -pioneros en esta gestión inteligente de las citas-, estas salas se vuelven casi innecesarias.

La monitorización de los pacientes crónicos ha sufrido un gran cambio asistencial para no seguir atendiéndolos en centros para agudos. De este modo, con menos infraestructuras y el mismo personal de soporte, se puede atender la salud de casi toda la población en tiempo real controlándola mediante dispositivos médicos vigilados con inteligencia artificial. En caso de tener un diagnóstico, hay acceso a los parámetros y sensores pertinentes. Esto puede reducir el número de urgencias en un 80%, y toda la asistencia que se presta puede ser mucho más personalizada. Porque la medicina personalizada no es solo genética, sino que debe tener en cuenta la realidad de las personas.

Existe otro hecho clave, y es que epidemiológicamente, la gente se ha acostumbrado a la mascarilla. Ahora se mira mal a quien no la lleva en público, así como los guantes. Los rebrotes, como había sucedido con la llamada gripe española, han grabado a fuego las recomendaciones a la población. La parte buena: todo esto ha hecho descender dramáticamente las patologías víricas estacionales como gripes y diarreas, entre otras.

Todos estos cambios pueden pasar, pero no olviden que todo esto no es una distopía como Black Mirror. Estamos en plena vorágine y esperemos que muchos de estos cambios se den más pronto que tarde. La Sanidad de después del coronavirus no puede ser la misma que la de antes, porque la sociedad ha cambiado.