Opinión
Con la comida no se juega
De la misma manera que cuando viajamos a países como Camboya o Tanzania asumimos como normales ciertos riesgos en el consumo de frutas u hortalizas, en España damos por sentado la alta calidad de los productos adquiridos en nuestro país
En países como España tenemos la gran suerte de poder acceder con relativa facilidad a una lista infinita de alimentos. Afortunadamente esta gran variedad no resta calidad a los productos que nos encontramos en los supermercados, ya que todos ellos deben de pasar por controles muy estrictos hasta llegar a nuestra mesa.
De la misma manera que cuando viajamos a países como Camboya o Tanzania asumimos como normales ciertos riesgos en el consumo de frutas u hortalizas, damos por sentado la alta calidad de los productos adquiridos aquí, ya que antes de que una manzana llegue a nuestro bolsillo debe de cumplir con unos requisitos sanitarios.
En España están prohibidos múltiples insecticidas y materiales de cultivo debido a su alto riesgo de toxicidad para el consumo.
Una vez el fruto ha sido cultivado y recolectado deberá de pasar por un control que garantice tanto su salubridad como su correcta calidad nutricional descartando cualquier posible alteración tanto de su composición como de sus propiedades organolépticas.
Los principales efectos a largo plazo del consumo de aquellos alimentos que no han sido sometidos a ningún control son la esterilidad, la anemia aplásica, el cáncer y los trastornos endocrinológicos...
Otro punto muy importante de la cadena alimentaria tiene relación con la continuidad de la cadena de frío, ya que su rotura puede desencadenar en graves problemas de salud e intoxicaciones alimentarias. Esto se debe a que ciertos alimentos deben mantenerse a determinada temperatura para evitar la proliferación de determinadas bacterias que contienen de manera natural.
Exijamos el mismo control a todos los alimentos que acaban en nuestra mesa: con la comida, no se juega.
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