Día Internacional de la Mujer
Radicalizar la democracia: el reto de las jóvenes feministas
¿Cuál es la principal tarea de las jóvenes feministas? Seguir luchando, con la solidaridad intergeneracional que caracteriza al movimiento feminista, para radicalizar la democracia. ¿Y cómo se hace? Profundizando la redistribución de la riqueza. El feminismo de los últimos años ha supuesto una inversión de futuro para nuestra generación, que está llamada a ser el faro de esperanza que defienda la igualdad y la justicia social frente a la virulenta reacción machista de la extrema derecha.
Pertenezco a esa generación de chicas jóvenes que todavía eran menores de edad el 15M pero a las que el 8M atravesó por completo. De nuestras madres y abuelas aprendimos muchas cosas, pero una de las más importantes fue que no queríamos seguir viviendo en silencio. Entendimos que debíamos salir a la calle a gritar y reclamar que existimos y, por tanto, que merecemos una representatividad real, que el trabajo invisible de cuidados merece reconocimiento, que queremos cobrar lo mismo que los hombres, que tenemos derecho a decidir sobre nuestro propio cuerpo y debemos tener libertad sexual, que salir a la calle con miedo no puede ser una opción. Y que, hasta que esos cambios lleguen, no estamos solas: nos teníamos y nos seguimos teniendo las unas a las otras. Somos hermanas y nos creemos aunque la justicia no lo haga.
Los datos de convencimiento feminista se disparan entre las más jóvenes según el Diagnóstico de las mujeres jóvenes en la España de hoy (2019) del Instituto de la Mujer. Las principales preocupaciones de las jóvenes son la violencia de género y la desigualdad entre hombres y mujeres. Sin embargo, entre 2017 y 2019, se ha doblado el número de chicos jóvenes que creen que las desigualdades no existen: ha pasado del 2,2% al 4,1%. También ha aumentado, de un 14,5% hasta un 16,5%, el número de chicos jóvenes que considera normal mirar el móvil de su pareja por celos y desconfianza, según el segundo Barómetro Juventud y Género, elaborado por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). Estos datos demuestran la ingente tarea aún por hacer en lo cotidiano. Demuestran que entre la población joven se está abriendo una brecha de género preocupante que requiere todo lo contrario a lo que propone la extrema derecha y su pin parental: mucha educación y concienciación feminista.
En la transición hacia la vida adulta somos esponjas en continuo aprendizaje y lo que comprendemos en esa etapa vital nos marcará para siempre. Durante los últimos años, en todo el mundo y especialmente en España, las jóvenes de nuestra generación nos hemos politizado con el movimiento feminista, y menos mal. Gracias al feminismo entendimos que este mundo no será justo hasta que sea profunda y verdaderamente igualitario; que por más odio y miedo que algunos quieran fomentar, el feminismo no es otra cosa que democracia, libertad y justicia.
¿Cuál es la principal tarea de las jóvenes feministas? Seguir luchando, con la solidaridad intergeneracional que caracteriza al movimiento feminista, pararadicalizar
la democracia. ¿Y cómo se hace? Profundizando la redistribución de la riqueza. La juventud debe encabezar esa alianza feminista inquebrantable e imparable para avanzar hacia una sociedad que no sólo sea igualitaria en términos formales, sociales y culturales, sino también en términos materiales.
Mi generación, a pesar de ser esa que llaman “la más preparada de la historia”, también va camino de ser la más precaria. Fuimos los grandes castigados de la crisis y pretenden que nos acostumbremos a ver cómo se borran nuestros horizontes de futuro y nuestras aspiracionesdecrearunproyectodevidadigno.Ydigoestoporqueelfeminismotiene muchoquevertambiénconloeconómico. Nos equivocamos si pensamos que la juventud quiere seguir en casa de los padres por comodidad, que quiere compartir piso con amigos para tener más vida social, que quieren estar siempre de viaje de un lado a otro, o que ninguna chavala quiere tener hijos antes de los 30. Quizás algunos y algunas quieren formar una familia siendo jóvenes o quieren tener una vida estable y tranquila. Pero no pueden.
Frente al neoliberalismo feroz que trata de convencer a la juventud de las bondades de un modelo competitivo basado en la individualidad, la meritocracia y la ley del más fuerte, debemos afianzar desde el Gobierno un modelo redistributivo basado en la justicia fiscal, en las redes públicas de protección social que cuiden y protejan a los más vulnerables y, en definitiva, en la reducción de la desigualdad como objetivo fundamental.
El feminismo de los últimos años ha supuesto una inversión de futuro para una generación llamada a ser el faro de esperanza que defienda la igualdad y la justicia social ante la creciente extrema derecha. La virulenta reacción machista despertada es la demostración más clara de la inmensa capacidad transformadora del feminismo.
El momento es ahora. Tenemos en nuestras manos una oportunidad histórica para materializar la revolución feminista. A pocos días del 8M, el Ministerio de Igualdad encabezado por Irene Montero ha llevado al Consejo de Ministros la pionera Ley de Libertad Sexual que trasladará el ‘solo sí es sí’ del movimiento feminista al ordenamiento jurídico y supondrá que, sin “voluntad expresa” de la víctima, no hay consentimiento. Pero además de eso, es una ley que ataca el problema de raíz. Porque cuando algo se convierte en un problema estructural, requiere un cambio estructural.
Así, la Ley incluye educación sexual en todos los niveles educativos, juzgados y policías especializados; centros de crisis de 24h; formación, prevención y sensibilización en los distintos niveles y cuerpos de la Administración General del Estado, y campañas externas, así como mejoras en la detección precoz y un programa de reparación integral de las víctimas.
Llegamos al 8M de 2020 con un Gobierno que se declara abiertamente feminista. Un Gobierno que ha escuchado las demandas sociales y las ha convertido en ley. Habría sido imposible sin el empuje del movimiento feminista y sin las jóvenes que tienen claro que el feminismo es la herramienta de futuro para transformar el mundo. Todavía queda mucho por hacer, y seguiremos luchando y trabajando por ello, pero podemos estar orgullosas porque ahora no sólo no damos “ni un paso atrás”, sino que estamos dando algunos pasos haciaadelante.
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