Sociedad

Aún quedan optimistas

Guerras, hambrunas, enfermedad... El ser humano se ha recuperado de todo tipo de adversidades en la historia. Muchas –la mayoría– más graves que el coronavirus. El optimismo es nuestro gran aliado

Índice de experiencia positiva
Índice de experiencia positivaJosé Maluenda

No son buenos tiempos... ¿pero cuándo lo fueron? Eso debían pensar los que vivieron guerras civiles, conflictos mundiales, dictaduras, necesidad, hambre... Frente a eso, recluirnos durante unas semanas en casa, con la posibilidad de poder comprar comida o incluso sacar al perro, no parece una gran contrariedad. Lo peor sin duda se lo han llevado los fallecidos y enfermos por el COVID-19, o los que han perdido su trabajo; pero para el resto, más allá de pequeños problemas, es poca cosa. Quizá la culpa de tanto lamento la tenga esta sociedad de lo inmediato. Todos lo queremos todo al instante. Sin esperar los tiempos que en otras épocas se consideraban normales. De ahí que el no poder viajar a Tailandia –a más de uno– se le antoja un problema insuperable. Sencillamente, una soberana tontería. Con todo, esto del optimismo podríamos pensar que es algo cultural –cuidado con las acusaciones de racismo–, o ambiental, o educacional, o de tener el umbral de dolor y el sufrimiento un poco más alto –o más bajo– que los demás. En un estudio realizado en 2018, las economías más grandes de Europa esperaban ese año con angustia. Temían más terrorismo y guerra. Además de la pobreza, unida a un crisis económica. Y ahora además, la realidad les da la razón, la enfermedad, como estamos viendo con el coronavirus, que ha golpeado con fuerza y saña nuestras vidas. Las de todos sin excepción. Frente a tantos temores, los países latinoamericanos dominan la lista de las naciones en las que los adultos dijeron sentir más emociones positivas cada día. Desde un primer mundo cada día más incrédulo y escéptico, muchos abren los ojos con sorpresa. Indonesia, Nigeria, Islas Fiji, Bangladesh e India están entre ellos. No es más feliz el que más tiene sino el que menos necesita. Los refranes, cosas de otras épocas, también para buena parte de esos pensadores de lo inmediato, nos aportaron un reflexión que no ha quedado anticuada. Tiene una lectura actual. Tan real como la necesidad de vivir sin frustración nuestra existencia. Quizá así no pensaríamos tanto en llegar sino en disfrutar del viaje.