Sociedad

Distopía

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DistopíaDreamstime

No creo exagerar si califico la actual experiencia que vivimos como «peligrosamente distópica».Huxley, Orwell y Benson ocupan, por méritos propios, un lugar de honor en la literatura antes llamada simplemente «futurista, de ficción o apocalíptica», y ahora más conocida como la antítesis de la utopía moreana; esto es, narradora de un futuro antiutópico, alejado de todo parecido con una vida ideal.

Un mundo feliz nos describe la distopía de una sociedad que es cambiada radicalmente mediante una combinación adecuada de tecnología, drogas y emociones, y 1984 narra el prototipo de una comunidad orwelliana, controlada por el gran hermano omnipresente, que manipula la información, y vigila y reprime política y socialmente a sus habitantes.

Por su parte, en El señor del mundo, Benson literalmente profetizó no pocos aspectos de la actual sociedad, en la que el laicismo y el humanismo sin Dios han triunfado sobre la religión y la moral tradicional. Conscientemente he cargado las tintas al calificar la situación de «distópica», porque creo conveniente alertar del peligro antes de que sea demasiado tarde y hayamos sacrificado excesiva libertad en el altar de una presunta seguridad.

Con un Congreso cerrado, una Justicia en suspenso, y ruedas de prensa más propias de Corea del Norte o de Cuba, se nos anuncian «Arcas de Noé» para los contagiados asintomáticos, mientras la economía está paralizada y los ciudadanos en «arresto domiciliario»: Demasiado distópico para un Gobierno en minoría y con comunistas a los mandos.