Coronavirus
Los apóstoles del coronavirus
Didier Raoult y Vladimir Zelenko, ¿falsos profetas o genios incomprendidos? Ambos han anunciado sus propios remedios para la epidemia, aunque la ciencia no los avala
Casi a hurtadillas y, según las lenguas mediáticas, influido por su esposa Brigitte, Emmanuel Macron visitó el Jueves Santo al prestigioso virólogo Didier Raoult, su asesor más indómito en la lucha contra la pandemia del Covid-19. Lo que ambos hablaron en el Instituto Hospitalario Universitario Mediterráneo de Marsella podría ser decisivo para saber si estamos ante un falso profeta o un genio incomprendido.
Cabello largo, barba blanca, anillo de motero. Es un provocador recalcitrante, tan excesivo en la forma como en el contenido. Por su aspecto, la prensa francesa le califica unas veces de iconoclasta, otras de druida con autoridad para ejercer de sacerdote, juez o lo que le venga en gana. Cuando el periodista Hervé Vaudoit le preguntó por su cambio de imagen, respondió simplemente: «Porque les molesta». El caso es que ha conseguido hacer de una vieja molécula, la hidroxicloroquina, una probable cura casi milagrosa del coronavirus y objeto de deseo global.
Jugar a ser Dios, insinuando milagros y lanzando promesas a partir de indicios o señales, es arriesgado. Pero el coronavirus avanza y Didier Raoult ha decidido que detenerse a la espera de protocolos y trámites burocráticos puede ser mortífero para la población infectada. La hidroxicloroquina es un derivado del antipalúdico cloroquina. Según sus estudios, asociada con el antibiótico azitromicina y administrada inmediatamente después del diagnóstico, resulta eficaz y exenta de peligro. Anteriormente lo había probado, pero eran muestras pequeñas. En su última investigación, 1061 pacientes que dieron positivo fueron tratados durante al menos tres días con este combinado. Diez días después, nueve de cada diez presentaban una carga viral nula y no se observó en ellos ninguna toxicidad cardíaca. El 0,5% murió, pero eran pacientes entre 74 y 95 años.
En sus conclusiones, Raoult destaca que la hidroxicloroquina evita el agravamiento de los síntomas e impide la persistencia del virus y su contagio en la mayoría de los casos. Algunos de sus colegas franceses, miembros del consejo científico del Covid-19 en Francia, ponen en entredicho estas afirmaciones puesto que no ha habido un grupo que recibiese placebo para poder comparar, según han lanzado desde el Instituto Pasteur. Tampoco se tiene en cuenta que alrededor del 85% de los contagiados se están curando espontáneamente sin necesidad de tratamiento.
Es un medicamento deletéreo para el corazón y puede provocar la muerte por envenenamiento. Los enfermos del coronavirus son personas frágiles, por eso su uso se ha convertido en debate mundial. Mientras se discute, en al menos diez países ya se está utilizando. Entre ellos, Senegal, Grecia, Marruecos y Argelia.
A Didier Raoult se le conoce por su firmeza en sus convicciones y se desenvuelve bien a un lado y otro de la política. Mientras la OMS advierte contra falsas esperanzas, Raoult invocó el nombre de la emergencia sanitaria y el juramento hipocrático médico para anunciar que administraría el tratamiento a todos los pacientes contagiados. Frente a su hospital de Marsella, cientos de personas hacen cola para recibir el diagnóstico y el remedio.
¿La inesperada visita del presidente a Raoult supone la venia para ampliar el uso de este fármaco o fue un puro gesto de cortesía para mostrar que no excluye ninguna línea terapéutica? Se sabe que este científico siempre ha renegado de la injerencia de los gobiernos en la relación entre médico y paciente. «El ejecutivo no debe comportarse como el doctor que no es», ha declarado en más de una ocasión.
Durante las últimas semanas, su popularidad en las redes sociales es similar a la de cualquier otra celebridad y él aprovecha para hablar o despotricar, pero siempre sin freno. Su otro gran frente es la industria farmacéutica y arremete contra los laboratorios acusándoles de lucrarse del miedo que generan las enfermedades infecciosas.
Doctor milagro
Donald Trump la ha calificado como un regalo caído del cielo y tiene también a su lado a su propio apóstol para tratar de contener la pandemia con este fármaco. Se trata de Vladimir Zelenko, de 46 años. Ejerce como médico de familia en Kiryas Joel, una aldea próxima a Nueva York. Su imagen es tal y como manda el Antiguo Testamento Levítico: «No cortarás en redondo el borde de tu cabeza ni dañarás la punta de tu barba». Anunció en Youtube que tenía la cura para el coronavirus y desde principios de marzo está tratando a cientos de pacientes con una combinación de hidroxicloroquina, el antibiótico azitromicina y sulfato de zinc. Según ha declarado, los resultados son 100% efectivos. Ninguno ha necesitado hospitalización, si bien algunas personas tratadas presentaban solo síntomas leves.
Zelenko ha pasado de médico de familia a doctor milagro y estrella mediática por obra y gracia de Fox News, que le ha entrevistado en varias ocasiones. Sus enemigos le acusan de vender conspiraciones después de que insinuara hace meses que se trataba de un arma biológica china. Las redes sociales le recuerdan también algunos de los memes que retuiteó al inicio de la pandemia, como uno en el que incluía a Hillary Clinton en una lista de cosas más propensas a matarlo que el Covid-19. «Cuando veo algo gracioso, lo publico de manera inocente sin pensarlo mucho», se defendió.
En uno de los vídeos que grabó para explicar su cura milagrosa, aprovechó para dirigirse a Donald Trump aconsejándole este medicamento para su país. Este no tardó en recoger el guante, a pesar de los efectos secundarios. Él mismo ha alabado en Twitter las bondades de la hidroxicloroquina. Tal es su aceptación que este hombre, que se define como un humilde médico rural, ha sido requerido por los responsables sanitarios de países como Israel, Ucrania o Rusia.
La admiración que están despertando estos personajes ha llevado a una escasez del fármaco, que se usa habitualmente para tratar el lupus, la artritis reumatoide y otras enfermedades crónicas.
Todo lo que sucede en esta pandemia demuestra la fragilidad de la sociedad y el riesgo de credulidad que pueden despertar los tratamientos redentores. La hidroxicloroquina puede ser finalmente la panacea, pero sin tiempo para investigaciones y conclusiones rotundas, se decide a golpe de telediario y a la velocidad con que se propaga el coronavirus.
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