Coronavirus

El error de confundir el BOE con un manual de pediatría

Los aciertos y errores de hoy con nuestros niños serán los aciertos y errores de la España del futuro

Un par de niños cruzando una calle en Madrid
Un par de niños cruzando una calle en MadridJuan Carlos HidalgoAgencia EFE

El pensamiento del primer premio Nobel femenino, Marie Curie, me sirve para reflexionar sobre la «salida de los niños» anunciada por el Gobierno. Sostenía la científica que «nada en la vida debe ser temido sino comprendido y que es necesario comprender más para temer menos». Este pensamiento describe la crisis del coronavirus y la incomprensión hacia nuestros menores. ¿Comprendemos lo que piensan y sienten los niños en este «caos» organizativo que vivimos? Los niños son personas y no estadísticas.

Carolina Pulido, socióloga poco sospechosa de oposición ideológica al Gobierno, manifestaba que «los niños no han estado en la política en ningún momento en esta crisis». El Ministro de Sanidad considera a los niños como «vectores de trasmisión de coronavirus» y el archiconocido Fernando Simón declaraba que la salida de éstos sólo debería hacerse en «caso de fuerza mayor». ¿Creen que este Gobierno puede comprender a la infancia cuando en la primera versión del decreto de alarma del 14 de marzo no se les menciona y ayer, 21 de abril, se les consideraba como acompañantes de los adultos?

Comprender no es imponer. Es escuchar activamente lo que nuestros hijos sienten y padecen. Los pediatras lo sabemos muy bien. Un niño es un ser en desarrollo que necesita cuidados y atención. Realiza su aprendizaje por imitación. Si ve a sus padres con miedo, tendrá temor.

Las sociedades médicas y científicas, como la Asociación Española de Pediatría y la de Atención Primaria, han analizado la situación en profundidad, concluyendo que debe existir un equilibrio entre las necesidades de socialización y los riesgos de infectar o ser infectados.

Debemos definir cómo serán las salidas, al igual que lo han hecho ya en Italia, Francia o Alemania. Hay que confiar en las familias que están teniendo un comportamiento ejemplar. No podemos caer en el error de confundir el BOE con un manual de Pediatría, poniendo límites a todo. Los niños no son «mochilas» con las que cargar cuando vamos al súper, al quiosco o a la farmacia. Es necesario convertir la salida al exterior en un proceso normal. Si creemos que con la publicación de los acuerdos del Gobierno el problema está resuelto, volveremos a poner el dedo para tapar la luna.

Resulta necesario gestionar bien la situación. Tenemos que tratar de manera diferente situaciones que son desiguales. Hay niños felices por estar tanto tiempo con sus padres y hermanos reforzando los valores de unión, mientras en otros las relaciones se pueden debilitar con miedos y conflictos.

Señala la psicóloga Mercedes Sánchez que, mientras la escuela iguala a los niños, la situación actual pone de manifiesto las desigualdades físicas del aislamiento para los menores. No es lo mismo vivir el confinamiento en un piso de 50m2 que hacerlo en un «chalet con jardín», como reconoce algún miembro del gobierno.

Establezcamos una rutina flexible e individualizada que equilibre la estancia en casa, las salidas con seguridad y la estrategia global de la pandemia y no hagamos de la improvisación virtud. Los aciertos y errores de hoy con nuestros niños serán los aciertos y errores de la España del futuro. Parafraseando a Madame Curie, comprendiendo a nuestra infancia temeremos menos al coronavirus.