Opinión

El ladrón inexperto y la señora mayor

En la imagen, una señora compra en un supermercado
En la imagen, una señora compra en un supermercadoCristina BejaranoLa Razón

Se ha hecho viral y muy aplaudido un vídeo de una señora mayor que al salir de un hipermercado en Canadá vio que un hombre intentaba llevarse en un carro su compra sin comprarla, es decir, sin pagarla. La dama, de aspecto fuertote, le obstaculizó el paso y al grito de «estoy harta de gilipollas como tú», le agarró el pasamontañas y se lo quitó a tirones. Después, atrapó el carro del ladronzuelo inexperto y tiró de él hacia dentro del hiper sin dejar de vociferar que lo soltara y se fuera a la mierda. El hombre, a pesar de que con un empujoncito la hubiese derribado, desistió, soltó el carrito y salió huyendo en su bicicleta. Lo vi y me quedé de piedra. Un sabor agridulce me invadió. Por una parte aprecié la gallardía de la señora mayor, por otra, esa valiente me pareció un peligro para sí misma. Aunque tampoco me gustaría a mí tener que encontrármela en parte alguna y, menos aún, tener que discutir con ella por alguna cuestión. Esa señora actuó como un segurata frustrado, como un hombre de impulsos desbocados. Personalmente pienso que una de las cosas positivas que nos dan los años es la benevolencia o, como dice la maravillosa poeta Silvia Cuevas-Morales, el «No tengo ya edad para tirar piedras». La edad nos permite también comprender mejor a los caídos. En mi hiper se pone un joven en la puerta y pide con educación. He observado que la mayoría de las personas que le dan dinero son señoras mayores. El joven, muy gracioso él, ofrece cambio a los que exclaman que no llevan monedas encima. He visto a esas damas compasivas en más de una ocasión ofrecerle un billete de cinco y tomar cuatro euros del bolsillo del sin hogar. He visto a otras charlando amigablemente con el chico y ofreciéndole palabras de aliento. Amo a las viejecitas y me encanta charlar con ellas. Amo su saber no tirar piedras