Opinión

El espíritu de Asís

Antonio Pelayo
Antonio PelayoLa RazónLa Razón

Francisco clausuró ayer los tres días de convenio que sobre el tema «La Economía de Francisco» han celebrado más de mil jóvenes economistas, empresarios, innovadores ( entre los 14 y los 35 años) procedentes de 120 países. Esta iniciativa fue, como no podía ser menos, en Asís la ciudad del «poverello» que siendo rico se hizo pobre, amigo y hermano de los pobres. Francisco sólo ha permanecido unas horas, las suficientes para encontrarse con una multitud de hombres y mujeres, casi en paridad, y pronunciar ante ellos un discurso y firmar un pacto .En él se comprometen «desde ahora, individualmente y todos juntos, a gastar nuestra vida para que la economía de hoy y de mañana, se convierta en una economía del Evangelio, por lo tanto una economía de paz y no de guerra, que se preocupe por la creación y no la asalte, una economía al servicio de la persona, de la familia, de la vida, que respete sobre todo de los más frágiles y vulnerables». En su discurso el Papa les animó a «transformar una economía que mata en una economía de la vida en todas sus dimensiones. Llegar a ese «bien vivir» que no es la dolce vita». Más adelante, siguiendo el espíritu de San Francisco les aseguró que «sin la estima, el cuidado, el amor por los pobres, por cualquier persona pobre, por toda persona frágil o vulnerable no hay ‘economía de Francisco».Otra advertencia papal fue que se puede «crear riqueza sin despreciar la pobreza. Nuestro capitalismo no entiende la paradójica bienaventuranza: felices los pobres. No debemos amar la miseria, es más, debemos combatirla creando trabajo».