Boxeo

Boxeo, el deporte que fascina a las mujeres

Ha dejado de ser un ejercicio de hombres. Debido a la influencia de la publicidad, las redes sociales y las modelos, el pugilismo se ha puesto de moda entre muchas jóvenes. Ahora son ellas quienes llenan los cuadriláteros de los gimnasios. Y cuidado, que golpean con fuerza

Jerónimo «Jero» García frente a Alicia, una de las mujeres a las que enseña boxeo en su gimnasio, «La Escuela», durante una sesión de entrenamiento
Jerónimo «Jero» García frente a Alicia, una de las mujeres a las que enseña boxeo en su gimnasio, «La Escuela», durante una sesión de entrenamientolarazon

Ha dejado de ser un ejercicio de hombres. Debido a la influencia de la publicidad, las redes sociales y las modelos, el pugilismo se ha puesto de moda entre muchas jóvenes. Ahora son ellas quienes llenan los cuadriláteros de los gimnasios. Y cuidado, que golpean con fuerza

«Hoy las mujeres somos independientes. Si existen mujeres que son tenistas, futbolistas o nadadoras... ¿por qué no las va a haber que practiquen boxeo? Las chicas que boxeamos no lo hacemos para equipararnos a los hombres, lo hacemos porque nos da la gana, porque nos apetece. Ya no respondemos a ninguna etiqueta». Ha transcurrido más de una década desde que Alicia Merino se vendó las manos por primera vez. Cuando empezó a entrenar, el reino de las doce cuerdas pertenecía a los hombres. En los gimnasios no se veían a muchas chicas golpeándole a los sacos y «Million Dollar Baby» sólo era un proyecto cinematográfico enterrado en un cajón junto a otros guiones sin financiación. Pero, como cantó Bob Bylan, el único bardo en la tierra con un Nobel, los tiempos han cambiado y ahora las mujeres también hablan el lenguaje de los guantes. La influencia de la publicidad y las redes sociales, donde las modelos se publicitan ejercitándose sobre la lona o sombreando delante de un espejo, han abierto el cuadrilátero a las chicas y han contribuido a sacar al boxeo del arrabal marginado en el que se encontraba. «Cuando empecé sabía muy bien lo que iba a encontrar. La mayor parte del grupo eran chicos, pero eso no supuso ningún problema. Y este deporte enseguida me enganchó, me gustó mucho. No me apunté a él porque tuviera problemas de autoestima o acoso. Sólo me atraía como ejercicio y comprendí enseguida que me ayudaba a mejorar. Y ellos, los muchachos que me encontré y con los que entrenaba enseguida me arroparon. Vieron que era una excepción, que quieres aprender y te cuidan. A mí, por lo menos, me han mimado un montón. Tienen cuidado contigo para no hacerte daño, sobre todo si pesan más que tú. Jamás he recibido de ellos una mala cara ni un desplante». Paula, 31 años, ahora embarazada, recuerda así sus inicios y añade con rotundidad: «El boxeo está cambiando mucho. Ahora puedes ver a bastantes mujeres dedicándose a él solamente porque les apetece. El boca a boca también ha ayudado a que se haya perdido el miedo al pugilismo. Ha ayudado a esto lo que ha salido en prensa sobre este deporte, aunque sea poco, y, sobre todo, las modelos, que ya lo incluyen en su preparación, forma parte de su ejercicio físico diario o semanal. Hay bastantes rostros conocidos que ahora se han apuntado a boxear y eso ha ayudado a atraer a más mujeres. Es un efecto llamada». Alicia, espontánea, temperamental, directa y con un acentuado sentido del humor, va más allá: «Te lo voy a resumir de una manera sencilla. Ahora las mujeres no necesitamos a los hombres para ser felices. No tenemos que crecer jugando a las muñecas. La educación ha cambiado. Las chicas ya no somos princesas, somos guerreras, somos “Khaleesis”».

Jerónimo García, «Jero», bo-xeador, entrenador en «La Escuela», nuestro hermano mayor. Los sacos le endurecieron los nudillos, pero le respetaron el alma. A través de su fundación ha ayudado a docenas de chicos de barrio y es uno de los tipos que ha contribuido a humanizar las rotundas facciones del boxeo. «Las chicas han entrado en el boxeo porque ha salido a la luz en España y en el mundo –comenta–. El boxeo ha renacido con una nueva imagen, que es muy potente. Es uno de los mejores deportes a todos los niveles. La gente se ha dado cuenta por fin de que el pugilismo no son dos tíos golpeándose en un cuadrilátero. Es una actividad física agradecida, maravillosa a dos niveles: la física y la psicológica. Ellas también se han dado cuenta de ésto y, ahora, también inundan los gimnasios».

Jerónimo, «Jero», ha sido testigo de cómo las mujeres, poco a poco, han ido entrando en su gimnasio y se han decidido a entrenar junto a sus boxeadores. «Al principio se las miraba con extrañeza. Normal, pero después, los chicos se dieron cuenta de que ellas también estaban buscando su espacio, que quieren sentirse igual que los demás. Al comienzo, las chicas venían porque tenían un punto de rebeldía, pero ya no. Ahora quieren pasárselo bien. Y, claro, también ayuda un poco que las modelos de Victoria’s Secret estén metidas a boxeo. Pero le voy a explicar una cosa, desde el punto de vista de un entrenador. En el boxeo no existe ninguna diferencia entre un hombre y una mujer. Son tres minutos de trabajo y uno de descanso. Hombres y mujeres tienen el mismo entrenamiento. Pero existe un punto de diferencia y está a favor de ellas: a más pulsaciones, las mujeres continúan trabajando. Me explico: a ese nivel, ellas piensan mucho mejor que los hombres. Y en el boxeo, aunque muchos crean lo contrario, lo importante es pensar, la estrategia, el arte de evadirte, de contraatacar. A más pulsaciones, ellas piensan mejor que ellos».

Un tema recurrente es la defensa personal. Se asegura que las chicas acuden a este ejercicio para aprender a encarar una supuesta agresión y desenvolverse en una coyuntura violenta. Pero no es verdad. «Yo jamás he tenido problemas de ese tipo. Pero es cierto que te da esa confianza –aclara Alicia–. En mi caso, únicamente me atraía. Y desde que lo practico jamás he estado mejor tanto en el aspecto mental como desde el físico. Ahora también sé, lo reconozco, que si me viera en una situación comprometida, sabría reaccionar, no me iba a quedar parada. Y, además, sabría qué tengo que hacer». Paula está de acuerdo: «Nunca ha sido mi caso, pero es cierto que se menciona a menudo este aspecto. Yo creo que es un asunto más mental que otra cosa. Un hombre, de entrada, es más fuerte que tú, pero si estás lista para afrontar ciertos momentos difíciles, mejor, eso te ayuda, y nunca se sabe. Justamente, el boxeo te aporta esa preparación psicológica que se requiere, te ayuda a canalizar el estrés frente a una amenaza. En el boxeo lo que se ve es un cuerpo a cuerpo, existen reglas. En una calle, sin embargo, vale de todo. Pero cuanto más cómoda te sientas desenvolviéndote en un instante extremo, más segura y cómoda te encuentras».

Acoso escolar

«Jero», consciente de este debate perpetuo, aclara un asunto importante: «En boxeo nunca va a haber un acosador. No es su sitio. Los valores del boxeo son otros. Yo trabajo con niños y niñas que han padecido “bullying”. Con ellos uso el boxeo no como una herramienta defensiva, sino co-mo un sistema social: las chicas y los chicos que han sufrido acoso escolar se sienten integrados. Todos ellos descubren que están a gusto entre los boxeadores. Eso les eleva su autoestima porque se sienten partícipes de algo». ¿Pero cuáles son los motivos que ellas argumentan para colocarse unos guantes? Alicia lo tiene claro: «Nunca he tenido mejor línea ni he estado en mejor forma ».

Paula le da a su respuesta un tono más irónico o a lo mejor es reivindicativo: «¡Nos han engañado! Ahora, además de ser amas de casa, como antes, también somos trabajadoras». Paula ríe: «El boxeo es un potente antiestrés. Piensa que necesitas tus cinco sentidos. Requieres mucha concentración y eso hace que te olvides durante un rato de tus problemas. ¿Es que te parece poco o qué?».