Cantabria

«Busco al asesino de Zar y Bela»

En el último año el Seprona constató la muerte de 113 perros por ahorcamientos, golpes y disparos, un 54,79 por ciento más de canes asesinados que en 2015.

Un mes antes de que Zar y Bela, en la imagen, tuvieran un triste final, al perro de un vecino de Fresno del Río, en Cantabria, le habían disparado en la oreja
Un mes antes de que Zar y Bela, en la imagen, tuvieran un triste final, al perro de un vecino de Fresno del Río, en Cantabria, le habían disparado en la orejalarazon

En el último año el Seprona constató la muerte de 113 perros por ahorcamientos, golpes y disparos, un 54,79 por ciento más de canes asesinados que en 2015.

Hacía un mes que el perro de un vecino había llegado con un tiro en una oreja. La herida no era de gravedad por lo que el dueño no le dio importancia. Pero éste no sería el último disparo ni el primero en Fresno del Río, en Campoo de Enmedio (Cantabria). José Torices salió a pasear con Zar y Bela por su parcela, que linda con otros prados, cuando pasados unos minutos, vio que volvía Zar con un paso titubeante. Fue entonces cuando José, según relata en la carta enviada a este periódico, se dio cuenta de que su can tenía un agujero de 10 milímetros en un costado. Al principio pensó que se había podido enganchar o pelear con el mastín de su vecino –no sería la primera vez–, hasta que observó que en el otro costado y a la misma altura tenía un orificio. José ya no tenía duda, alguien había disparado a Zar. Llamó al veterinario, la bala le había atravesado un pulmón. En ese momento salió a buscar a Bela. No tuvo éxito. Ésa fue la última vez que vio a su labradora. Al día siguiente vino el veterinario y le dijo que «podía salir adelante o no, había que esperar. Le inyectó otra vez anticoagulantes y quedó en volver por la tarde». Acto seguido, José fue al cuartel de la Guardia Civil a denunciar lo sucedido. De regreso fue buscando a Bela.

A pesar de contar con el apoyo de su familia y de voluntarios para la búsqueda, no hubo ningún resultado. José está convencido de que a la perra también la dispararon y que quien o quienes lo hicieron se deshicieron del cuerpo. El viernes por la tarde el veterinario le volvió a suministrar suero a Zar. Pero ya nada se podía hacer por Zar, que moría esa misma tarde. «Es difícil olvidarse del olor a sangre de la cocina, del sufrimiento del pobre perro y, sobre todo, de su mirada, que parecía preguntarse por qué algún desalmado había acabado con ocho años de felicidad que habíamos pasado juntos. Seguramente ese individuo nunca va a sentir lo que es el cariño de un amigo». «Quizás para ti –la carta va dirigida al asesino de Zar y Bela– sólo son dos perros, pero para mi familia y para mí eran dos miembros más y tú has hecho que nos suponga una gran pena su pérdida. Casi prefiero no saber quién eres, pero lo que sí haré será todo lo posible para que la justicia dé contigo y te haga pagar por este acto criminal».

Asesinados a patadas, ahorcados, tiroteados... los casos de perros a los que los desalmados dan muerte no cesan. De hecho, «cada vez se denuncian más casos, porque la población ya no tiene miedo a denunciar, incluso denuncian a familiares», explica Matilde Cubillo, presidenta de Justicia Animal. La misma opinión tiene Carolina Corral, presidenta de la protectora ALBA: «El asesinato es una constante, como el ahorcamiento de perros de realas». Se desconoce si esta violencia va a más o si tiene mayor visibilidad, pero el caso es que en 2016, la Guardia Civil «constató 113 perros muertos. Un 54,9% más que en 2015, cuando detectaron 73 perros asesinados. En el caso de envenenamientos, la cifra es la opuesta: 66 perros envenenados en 2016, frente a 115 el año anterior», explica Luis Fernando Solanas, alférez de la Jefatura del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. Y eso sólo son las muertes de las que tiene constancia la Guardia Civil, es decir de sus actuaciones, a todas ellas habría que sumar las de otras administraciones que actúan también, como la Policía Local, recuerda el alférez del Seprona. Y eso a pesar de que el Código Penal establece entre seis y 18 meses de prisión si como resultado del maltrato se causara la muerte del animal e inhabilitación especial de 2 a 4 años.

Amputación del rabo

Por otra parte, hoy el Congreso pretende asegurar la prohibición de la amputación de la cola de los perros promovida por la Asociación Parlamentaria en Defensa de los Animales (Apdda) y Equo. El PP pactó con PNV y ERC para permitir como excepción cortar el rabo a los perros de caza, pero Esquerra decidió dar marcha atrás. Asimismo, el juzgado de lo Penal número uno de Huelva acoge el viernes el primero de los juicios derivados de la operación «Ears», en la que fueron detenidos seis veterinarios y 26 cazadores por presuntamente mutilar rabos y orejas a perros.