Investigación científica
Atacar telómeros para frenar el tumor cerebral más letal
Científicos del CNIO aumentan en un 80% la supervivencia en ratones al bloquear la proteína TRF1 en las primeras fases del glioblastoma.
El glioblastoma es una pesadilla para pacientes y médicos, uno de esos tumores que nadie quiere ver ni en pintura. Es una de las principales fuentes de cáncer cerebral pero, además, tiene una increíble capacidad para sobrevivir y proliferar. Es un tumor de rapidísimo crecimiento y está considerado uno de los más difíciles de tratar que existen. En España se diagnostican 4.000 nuevos casos cada año. La supervivencia media mundial de los pacientes afectados es de unos 14 meses. En nuestro país, según datos de la Sociedad Europea de Oncología Médica, el acceso a nuevos tratamientos nos sitúa en los primeros puestos de supervivencia, con una media de 24 meses. Aun así, es una enfermedad letal y un gran reto para la medicina.
Por eso resulta tan importante la investigación publicada ayer en la revista «Cancer Cell» por el Grupo de Telomeros y Telomerasa del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas de España (CNIO). Bajo la dirección de las doctoras María Blasco y Leire Bejarano, el grupo ha logrado demostrar que existe un modo de aumentar la supervivencia de ratones afectados por este mismo tumor humano.
¿Qué tiene el glioblastoma que lo hace tan difícil de tratar? Su habilidad para regenerarse es espectacular. El tumor mismo contiene un arsenal de células proliferadoras similares a las células madre pluripotentes. Son las llamadas células madre de glioblastoma (GSC). Una sola de esas células es capaz de reproducir un tumor. Por muy agresivas que sean las estrategias terapéuticas, el menor resto celular sobreviviente tienen capacidad de volver a provocar un cáncer.
Desde hace tiempo la ciencia sabe que estas células pertinaces expresan grandes cantidades de una proteína telomérica llamada TRF1. Esta proteína tiene una función esencial para la vida de las células ya que contribuye a la formación de los telómeros (las estructuras que protegen de la degradación a los extremos de los cromosomas). Con ella se puede garantizar una mayor supervivencia de los cromosomas. A medida que la célula se reproduce, se experimenta una continua disminución del tamaño de los telómeros. A telómeros más cortos mayor probabilidad de degeneración y muerte celular. Así que los telómeros (alimentados entre otras sustancias por la TRF1) son necesarios para una larga vida de una célula. Eso es estupendo excepto en el caso de que esa célula sea una célula tumoral. Entonces queremos todo lo contrario: que muera pronto.
Según explica María Blasco, «sabemos que la TRF1 se expresa de manera especial en las células madre, así que podría ser interesante observar qué ocurre si bloqueamos la actividad de esa proteína en células madre tumorales». En concreto, las células de glioblastoma son las mejores candidatas para hacer esta prueba dada su capacidad de proliferación.
Lo primero que ha detectado el equipo del CNIO es que las células GSC son grandes expresadoras de proteína TRF1. A partir de esa certeza, las investigadoras han trabajado en modelos de ratones a los que se ha retirado la capacidad de expresar TRF1 durante el desarrollo de un tumor o con el tumor ya desarrollado.
En el primer caso, cuando se bloqueó la proteína durante las primeras fases de formación del tumor, se consiguió un aumento del 80% en la supervivencia de los ratones estudiados. Cuando el bloqueo se produjo ya con el tumor formado, el aumento en la supervivencia fue del 30%.
Pero, ¿por qué?. El estudio también ha hallado que la inhibición de TRF1 limita el crecimiento tumoral al inferir un daño creciente en los telómeros. De algún modo, esta estrategia «araña» el escudo protector cromosómico de las células tumorales.
Los resultados han sido también prometedores cuando se trabajó directamente con células de glioblastomas humanos insertados en ratones modelo. Al ser tratados con inhibidores de la consabida proteína, mostraron una considerable reducción del crecimiento del tumor y un aumento de la supervivencia evidentemente mayor que en el caso de tratamiento con placebo
El trabajo demuestra que es posible plantear una nueva estrategia terapéutica mediante el uso de inhibidores de TRF1 que, además, se han demostrado seguros porque no afectan a funciones neurológicas de los ratones tratados. El siguiente paso será tratar de analizar el impacto de esta nueva estrategia sola o en combinación con otros fármacos y terapias ya existentes en el tratamiento de pacientes humanos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar