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La Luna protege a la Tierra de su campo magnético
La Luna parece ejercer un efecto que mantiene la capacidad del campo magnético terrestre, que protege a sus habitantes de las partículas cargadas y radiación que se originan en el Sol.
La Luna parece ejercer un efecto que mantiene la capacidad del campo magnético terrestre, que protege a sus habitantes de forma permanente de las partículas cargadas y radiación que se originan en el Sol. Este escudo es producido por la geodinamo que produce el rápido movimiento de grandes cantidades de aleación de hierro líquido en el núcleo externo de la Tierra. Para mantener este campo magnético hasta el día de hoy, el modelo clásico requiere que el núcleo de la Tierra se haya enfriado alrededor de 3.000C en los últimos 4.300 millones de años.
Ahora, un equipo de investigadores del CNRS francés y la Universidad Blaise Pascal sugiere que, por el contrario, su temperatura ha caído apenas en 300 C. Creen que la acción de la Luna, pasada por alto hasta ahora, ha compensado esta diferencia y ha mantenido activa la geodinamo. Su trabajo se ha publicado en el revista 'Earth and Planetary Science Letters'.
El modelo clásico de la formación del campo magnético de la Tierra suscita una gran paradoja. Para que la geodinamo funcione, la Tierra habría tenido que estar totalmente fundida hace cuatro mil millones de años, y su núcleo habría tenido que enfriarse lentamente desde alrededor de 6800 C en ese momento hasta 3.800 en la actualidad.
Sin embargo, la reciente modelización de la evolución temprana de la temperatura interna del planeta, junto con los estudios geoquímicos de la composición de los carbonatitas y basaltos más antiguos, no son compatibles con este enfriamiento. Como las temperaturas tan elevadas se descartaron, los investigadores proponen otra fuente de energía en su estudio. La Tierra tiene una forma ligeramente achatada y gira alrededor de un eje inclinado que se tambalea alrededor de los polos. Su manto se deforma elásticamente debido a los efectos de las mareas causadas por la Luna. Los investigadores muestran que este efecto podría estimular continuamente el movimiento de la aleación de hierro líquido que compone el núcleo externo y, a cambio, generar el campo magnético de la Tierra.
La Tierra recibe continuamente 3.700 millones de vatios de potencia a través de la transferencia de la energía gravitacional y la rotación del sistema Tierra-Luna-Sol, y más de 1.000 millones de vatios se cree que estarían disponibles para llevar a cabo este tipo de movimiento en el núcleo externo. Esta energía es suficiente para generar el campo magnético de la Tierra, lo que unido a la Luna, resuelve la paradoja principal en la teoría clásica.
El efecto de las fuerzas gravitacionales en el campo magnético de un planeta ya ha sido bien documentado para dos de las lunas de Júpiter, Io y Europa, y para un número de exoplanetas. Dado que ni la rotación de la Tierra alrededor de su eje, ni la dirección de su eje, ni la órbita de la Luna son perfectamente regulares, su efecto combinado sobre el movimiento en el núcleo es inestable y puede causar fluctuaciones en la geodinamo. Este proceso podría ser responsable de ciertos impulsos de calor en el núcleo externo y en su límite con el manto de la Tierra. En el transcurso del tiempo, esto puede haber dado lugar a picos de fusión del manto profundo y posiblemente a grandes eventos volcánicos en la superficie de la Tierra. Este nuevo modelo muestra que el efecto de la Luna sobre la Tierra va más allá de las mareas.
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