Ciencia y Tecnología
Póngame el cerebro de Einstein
Científicos chinos perfilan el seso del genio. Su inteligencia radicaría en la anatomía del órgano
Mediante una novedosa técnica, científicos chinos han logrado medir ciertas regiones del cerebro de Albert Einstein y habrían localizado la fuente de su inigualable inteligencia... El problema es que esta cualidad aún hoy es algo elusiva para las neurociencias.
¿Qué es la inteligencia? Tiempo atrás, uno de los mayores científicos franceses, Jean Léopold Nicolas Frederic Cuvier, más conocido como barón de Cuvier, aseguraba que cuanto más grande es el cerebro, mayor es la inteligencia, siempre comparándolo con miembros de una misma especie. Algo lógico ya que el de los elefantes africanos roza los 6 kilos mientras que el de un hámster apenas sobrepasa el gramo. Para confirmar su teoría, Cuvier dejó que su sesera fuera analizada al morir y desde el otro lado pareció que sus ideas se confirmaron: su cerebro pesó cerca de 1.800 gramos: un 10% más que el promedio. Durante un tiempo, la medida de la inteligencia propuesta por Cuvier gobernó las neurociencias. Hasta que llegó Einstein y sus, a duras penas, 1.200 gramos de puro nervio. Así nació una nueva teoría: la sagacidad no se debía al peso o del tamaño total, sino a la configuración de algunas de sus partes. Einstein, por ejemplo, tenía una mayor densidad de neuronas en la corteza prefrontal, fundamental en la coordinación de pensamientos complejos.
Pero había otra posibilidad barajada por los neurocientíficos: los pliegues del cerebro. A medida que ascendemos en la escala evolutiva, desde los monos más pequeños y alejados de nosotros hasta nuestros parientes primates más cercanos, el cerebro va acumulando pliegues hasta alcanzar su máximo en los humanos.
Entonces, ¿lo que nos hace inteligentes entonces son los dobleces? Va a ser que no. En 1980, científicos ingleses estudiaron el cerebro de un joven cuyo cociente intelectual era 126 ( muy superior al promedio, que es 100). El joven británico había conseguido numerosos premios universitarios en matemáticas, pero su cerebro no sólo pesaba cerca de 140 gramos, sino que estaba formado casi enteramente por agua debido a que sufría de hidrocefalia. Pese a ello era un genio.
Señalar la inteligencia en el mapa del cerebro, por lo tanto, es adentrarse en una tierra incógnita. Aun así, Weiwei Men, de la Universidad China del Este se atrevió a dar un paso de gigantes. Cuando Einstein murió, su cerebro fue fotografiado desde diversos ángulos y luego seccionado en 240 partes, de las cuales se obtuvieran nuevas porciones. Esto, junto a 14 nuevas fotografías descubiertas recientemente, es lo que estudió Weiwei para analizar con novedosas técnicas de medición y por primera vez, el cuerpo calloso del padre de la relatividad. Esta parte del cerebro es «un puente de nervios» que conecta ambos hemisferios cerebrales.
Con los datos en la mano, el equipo de Wei Wei comparó el cuerpo calloso de Einstein con el de personas mayores de 50 años y jóvenes de 26 años, la edad en la que el genio publicó los cuatro artículos que revolucionaron la ciencia para siempre. Los investigadores descubrieron que el cuerpo calloso de Einstein era más grueso en la mayoría de las secciones comparadas.
Entonces...¿es el cuerpo calloso el responsable de la genialidad? Probablemente, quizás. El cerebro de Einstein poseía diferentes propiedades que, unidas, serían las responsables de su gran intelecto. Por una lado, la mayor densidad de neuronas en la corteza prefrontal antes mencionada por otro su distintivo cuerpo calloso, y por último pliegues extras en diferentes regiones, cualidad que, según algunos científicos, crea una mayor superficie y permite una mejor conexión entre neuronas. La realidad es que, como asegura Sandra Witelson, investigadora de la Universidad McMaster, la inteligencia de Einstein «no se debe a si su cerebro era más grande o pequeño. Es el diseño, que es diferente. Su anatomía es única, comparada con cualquier otro que se haya fotografiado».
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