Agencia Espacial Europea
Vivir en TRAPPIST-1 no es tan fácil como parecía
Las posibilidades de que haya vida son mucho menores de lo que se creía, según dos recientes estudios
El sistema TRAPPIST-1, tres de cuyos siete planetas están en la zona de habitabilidad, presenta características que «hacen mucho menos probable de lo que generalmente se creía» que alguno de ellos pueda sustentar vida, según dos informes publicados hoy.
El descubrimiento de TRAPPIST-1 causó gran expectación cuando fue anunciado el pasado febrero, por tratarse de un sistema de siete planetas de masa similar al nuestro y posiblemente rocosos, tres de los cuales se encuentran en la zona habitable, lo que supone que pueden tener agua líquida.
Sin embargo, el comportamiento de ese sistema «hace mucho menos posible de lo que generalmente se creía que los planetas que lo forman pudieran sustentar vida», señala un comunicado del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian (EE.UU.).
La estrella de TRAPPIST-1, una enana roja, es mucho más tenue y menos masiva que nuestro Sol, su rotación es rápida y genera destellos energéticos de radiación ultravioleta.
El responsable de uno de los equipo Manasvi Lingam indicó que «el concepto de zona habitable está basado en si la órbita de un planeta se encuentra a una distancia de la estrella en la que puede darse el agua en estado líquido», sin embargo este «es solo un factor para determinar si un planeta puede albergar cualquier tipo de vida».
Los investigadores analizaron muchos factores para saber cómo podrían afectar las condiciones de la estrella en la superficie de los planetas, entre ellos la temperatura o las radiaciones ultravioletas.
Los resultados señalaron que los planetas del sistema TRAPPIST 1 estaría bombardeados por una cantidad de radiación ultravioleta de una intensidad mucho mayor que la experimentada en la Tierra.
«Debido a la embestida de la radiación, nuestros resultados indican que la atmósfera de los planetas sería en gran parte destruida», lo que afecta de manera negativa «las posibilidades de que se forme vida en ellos o que pueda persistir», explicó el profesor Avi Loeb, del mismo equipo.
Ambos expertos estiman que la posibilidad de que pueda haber vida compleja es menos del 1 % de la que existe en la Tierra.
La estrella que forma el sistema presenta otra amenaza para la vida y está relacionada con los campos magnéticos, según otro estudio de la estadounidense Universidad de Massachusetts.
Y es que la estrella expulsa al espacio exterior chorros de partículas, pero lo hace con una presión de 1.000 a 100.000 veces mayor que la que ejercen los vientos solares sobre la Tierra.
Los astrónomos consideran que el campo magnético de la estrella se conectarían con los de cualquier planeta que la orbite, permitiendo a las partículas de los vientos solares llegar directamente a las atmósferas planetarias, lo que puede provocar su evaporación.
El campo magnético de la Tierra actúa como un escudo contra los posibles daños provocados por el viento solar, recordó la directora del segundo estudio Cecilia Garraffo.
Pero si la Tierra estuviera «mucho más cerca del Sol -como es el caso en TRAPPIST-1- y sometida a las embestidas de las partículas que expulsa, el escudo de nuestro planeta se rompería bastante rápido».
Aunque ambos estudios sugieran que la posibilidad de vida puede ser «menor de los que previamente se había pensado, eso no significa que el sistema TRAPPIST-1 u otros con una estrella roja enana estén exentos de vida», señala la nota
«Indudablemente no estamos diciendo a la gente que debería dejar de buscar vida alrededor de las estrellas enanas rojas», indicó Jeremy Drake, coautor del estudio de la Universidad de Massachussetts, «pero nuestro trabajo y el de nuestro colegas indica que deberíamos también centrarnos en todas las estrellas que se pueda que sean más parecidas al Sol». EFE
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