Reino Unido
«Black Mirror»:inquietante Navidad
TNT estrena mañana el episodio «White Christmas» en el que se cuestiona la relación entre los avances tecnológicos y el ser humano
¿Qué futuro nos depara los avances tecnológicos? ¿A qué peligros se enfrenta el ser humano cuando convierte la tecnología en un elemento imprescindible en su vida? Las redes sociales, los teléfonos móviles, ¿nos han convertido en seres sin verdaderos sentimientos? ¿Hasta qué punto las mejoras tecnológicas pueden determinar la forma en la que nos relacionamos? ¿Los avances contribuyen a mejorar nuestras vidas o nos convierten en esclavos desprovistos de sentimientos? ¿Cuál es el precio del progreso?
A pesar de que las respuestas a estas preguntas no son simples, y tampoco parecen propias de una producción televisiva, desde 2011 son la fuente de inspiración del productor, humorista y guionista británico Charlie Brooker. A él hay que agradecerle que la ficción en la pequeña pantalla se haya preocupado por plantear al espectador historias interesantes sobre un futuro que no está muy lejos. Y todo ello a través de «Black Mirror», su alabada antología, que tras dos entregas de tres episodios ha regresado con un capítulo especial navideño que TNT emitirá en nuestro país mañana a las 22:30h, titulado «White Christmas».
En él Brooker vuelve a plantear al espectador una nueva historia oscura y llena de sorpresas que trata de describir el porvenir de una humanidad en la que la tecnología gana terreno día a día. En esta ocasión los protagonistas son Joe y Matt, dos hombres que llevan tiempo conviviendo en una solitaria cabaña, pero apenas se conocen. La mañana de Navidad Joe se despierta y se encuentra con Matt en la cocina, preparando la comida, y éste trata de entablar una conversación con él. A pesar de que Joe prefiere guardar silencio, Matt se lanza voluntariamente a contarle por qué está allí. El personaje interpretado por Jon Hamm le cuenta entonces a qué se dedicaba, y Joe descubre en Matt un hombre lleno de sorpresas al que la tecnología parece haber insensibilizado. Tanto en sus momentos libres, como en su trabajo, Matt es capaz de manejar las vidas de otros sin el más mínimo remordimiento, algo que terminará pasándole factura.
Pero Matt no es el único hombre con problemas en esa cocina, en la que el tiempo transcurre a otra velocidad. Tras compartir unos manjares y beber unas cuantas copas de vino Joe, interpretado por Rafe Spall, parece dispuesto a compartir con su compañero las razones que le han llevado allí. Aunque para ello tenga que asumir el precio de sus errores.
Estructurada en seis partes y con una duración de noventa minutos, la historia de Matt y Joe cuenta con elementos que plantean al espectador dudas razonables acerca de la presencia de la tecnología en su vida. Realidad aumentada, inteligencia artificial, domótica y pantallas holográficas son algunos de los ingredientes presentes en esta sátira futurista en la que, sin fecha y como es habitual en Brooker, se pone sobre la mesa un mañana en el que parece urgente determinar hasta dónde está dispuesta a llegar la humanidad.
En «White Christmas» las «predicciones» del creador británico proponen un futuro en el que los seres humanos pueden solucionar los inconvenientes de la rutina gracias a la tecnología. Las discusiones de pareja, la timidez o la pesadez de hacer el desayuno todas las mañanas desaparecerán gracias a sorprendentes e innovadoras creaciones técnicas. Pero al utilizarlas también se exponen a los peligros que entrañan y que pueden terminar influyendo en su personalidad y en sus vidas de muy diversas maneras.
Con tan sólo siete historias distópicas hasta el momento, «Black Mirror» ha conseguido despertar el interés y la admiración de millones de espectadores y críticos en todo el mundo. La ética presente en cada avance tecnológico, el poder de las redes sociales y sus consecuencias o la «borreguización» de la sociedad son algunos de los dilemas constantes en las creaciones de Brooker, que no dejan indiferente a nadie. Desde que en 2011 sorprendiese al mundo entero con su «Himno Nacional», el episodio inicial en el que por el bien de la monarquía inglesa el primer ministro británico termina saliendo en la televisión en una posición embarazosa, el acierto de Brooker a la hora de plantear las historias ha sido desigual. Pero nunca ha dejado indiferente al espectador, que memoriza el orden de sus predilecciones para poder compartir sus opiniones con otros seguidores de la antología de Channel 4. Y también recuerda a la perfección con qué capítulo se sintió más amenazado o cuál tenía más ganas de que acabase.
Un estilo salvaje y mordaz
Así es «Black Mirror», una producción incómoda que consigue provocar sentimientos poco habituales en una creación audiovisual televisiva. Todo esto es culpa de Brooker, que a través de su faceta cómica, especialmente conocida en Reino Unido, ya había dado muestras de un estilo salvaje, mordaz y repleto de un surrealismo en el que siempre está presente su constante pesimismo y su falta de fe en el ser humano. Si bien es cierto que en la antología del guionista británico se encuentran elementos conocidos que ya no sorprenden al espectador con la misma frescura con que lo hizo en su estreno, en «White Christmas» Brooker mantiene la atmósfera inquietante que caracteriza todas sus historias y que hace que el espectador reflexione sobre su sumisión tecnológica y otros retos ineludibles. Unas consideraciones que, a pesar de no ser nuevas en la obra de su creador, siempre resultan innovadoras y gratificantes en un medio tan poco acostumbrado al análisis, la autocrítica y la reflexión como la televisión.
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