Ciencias naturales

Desafío: sobrevivir a la tempestad

Jesús Calleja rapelando una parte de la sima Krúbera-Voronya
Jesús Calleja rapelando una parte de la sima Krúbera-Voronyalarazon

Enterrados vivos, como si del protagonista de «Buried» se tratase, Jesús Calleja y su equipo permanecieron nueve días atrapados en la sima más profunda del mundo –Krúbera-Voronya, en Abjasia (Georgia)– sin saber qué iba a ser de sus vidas. Una «aventura brutal» que se emitirá mañana en Cuatro a partir de las 22:30 horas y donde se podrá ver una expedición con un marcado carácter «científico, porque iban a buscar organismos a 2.080 metros de profundidad, y otro más romántico, por ser el primer equipo de televisión que se atrevía a bajar hasta allí», explica Mariano Blanco, director de poducción de programas del canal.

Lo que comenzó como la aventura número 63 del binomio Calleja-Cuatro para llegar al «centro de la Tierra» y, así, completar el «extremo natural que les faltaba»–después de conquistar el monte Everest, el Polo Norte y el Polo Sur–, terminó siendo una «gran odisea por la supervivencia, donde era importante filmar, pero más salir vivos de aquella ratonera», explicó en la mañana de ayer el aventurero a los medios. Un reto al que hay que sumar los constantes problemas técnicos que supone el grabar a tanta profundidad, como la falta de luz y el constante eco, y sobre todo el frío (1º) y la extrema humedad (100%) a la que se enfrentaron los cinco miembros que bajaron a la cueva. Inconvenientes que no fueron suficientes para evitar que el inseparable cámara de Jesús, Emilio Valdés, grabase entre 12 y 15 horas diarias. «Le echábamos la bronca porque quería grabarlo todo», bromeaba Calleja.

Nuevas especies de insectos

Pese a que a su llegada a Abjasia las condiciones climatológicas eran perfectas, como les confirmó Sergio García-Dils, miembro de la expedición y director del grupo de espeleólogos que frecuenta la sima, «nunca había estado tan seco», la situación se dio la vuelta después de tres días de descenso y una gota fría sorprendió al equipo. «Gracias a que les convencí de no madrugar estamos vivos», dijo Calleja. Si la expedición hubiera salido antes del campamento 3 (a 1.637 metros de profundidad), el torrente de agua provocado por las fuertes lluvias y nevadas les habría alcanzado en una galería de 300 metros, de la que era imposible salir. Aun así, las fuertes oleadas que se sucedían cada ocho horas les impidieron moverse del departamento estanco en el que se encontraban y tuvieron que permanecer allí varios días a base de un trozo de «carne seca y una chocolatina caducada» que se encontraron de una antigua expedición. Con el riesgo de que según llegaba el agua de arriba subía el nivel por debajo. En esta situación límite, los cinco integrantes, según contaron ayer, activaron su propio «modo de supervivencia sin comer, ni dormir», y, liderados por Sergio –que «habla con la cueva y sabe cuándo avanzar»–, tuvieron la «grandísima suerte de salir», contó Jesús.

El propio aventurero confesaba que esta aventura le ha marcado en lo personal y que ahora «valorará más las pequeñas cosas», a la vez que junto a Emilio y Sergio recordaba con especial cariño los colores del primer atardecer que vieron tras salir de la sima.

Además de llevar las cámaras a donde nadie las había bajado antes, «Desafío extremo» logró documentar la cadena trófica que existe a más de 1.600 metros de profundidad con el descubrimiento de nuevas especies de mosquitos, escorpiones y milpiés. Un hallazgo por el que se ha interesado incluso la NASA, para hacer conjeturas sobre cómo puede ser la vida en Marte.