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El periodista de la letra pequeña

El periodista de la letra pequeña
El periodista de la letra pequeñalarazon

Fallece a los 58 años el periodista José Clemente

Recuerdo a José Clemente detrás de montones de carpetas, en ordenado equilibrio, que casi impedían verle a él. Esta imagen podría valer de metáfora de lo que hasta ahora ha sido la profesión de periodista y en lo que muy probablemente puede acabar convirtiéndose: el periodista valía lo que de valor tuviese la información en la que trabajaba, demostrada con papeles, en su caso, con muchos papeles, con expedientes, sumarios judiciales, informes,... Pero nunca con frialdad y distancia. Buscar en estos legajos la prueba del delito era una tarea que requería paciencia, mucha paciencia, a veces para redactar una información que ni merecía una apertura, pero sí necesaria para eso que los periódicos necesitan demostrar a sus lectores y a los que quieren ocultar como sea esa pequeña información: un periodista está detrás de la noticia. José Clemente, amigo y compañero que nos deja ahora, era de ese tipo de periodistas meticulosos y pacientes al que le brillaban los ojos cuando tenía una información entre manos que valía la pena. Lo que hoy se llama un «periodista de investigación», una expresión que algunos consideran absurda, pero que recobra su verdadero carácter cuando «alguien quiere que algo no sea publicado». Como escribió Kapuscinki, «los cínicos no sirven para este oficio», y Pepe Clemente no lo era.

La imagen antes citada era cotidiana en la redacción de la edición barcelonesa de ABC, de la que formó parte desde 1986, donde coincidimos muchos años y que compartimos con otros colegas como una verdadera escuela de aprendizaje y generosidad. Allí estaba Pepe Clemente detrás de un archivo que cuidaba con obsesión, sabedor de que todo cuanto él valía en esta profesión estaba documentado, siempre en la letra pequeña, esa prosa opaca argamasa del poder.

Periodista y mediterráneo

Su carácter parece que se había adaptado a un trabajo de precisión, pero los que le tratábamos a diario sabíamos que, como él mismo se definía, era «periodista y mediterráneo». Amor a la vida, a sus dos hijos y a su mujer Ena.

Licenciado en Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona, este alicantino de origen empezó su carrera en "Valencia Semanal". Las hemerotecas guardan su nombre unido a decenas de casos de corrupción que alguien no quiso publicar, noticias delicadas que gobiernos de todo signo quisieron ocultar y que él sí se atrevió a revelar. Ahí están los casos Casinos, Filesa, todo lo que tuvo que ver con Javier de la Rosa, Movilma y la corrupción en la inspección de la Delegación de Hacienda de Barcelona.

Es fundador de LA RAZÓN, cuya delegación de Barcelona puso en marcha con entusiasmo y, desde el año 2001, estaba al frente de la edición de Murcia. Como él decía, había sido periodista sin salir del Mediterráneo. Su trabajo también dejó huella en la información antiterrorista, con casos que él vivió desde la primera línea, como los atentados de ETA de Hipercor y Vic.

Pepe Clemente creía en su trabajo, quería seguir creyendo en él, pero como había dicho el gran Bob Woodward, estaba convencido de que «el periodismo no es una profesión mesiánica» llamada a salvar a los ciudadanos de los desmanes del poder ejercida por analistas fríos y distantes. En sus manos sólo estaba hacer un buen trabajo, y lo hizo.