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¿Quién entiende «Homeland»?

El desarrollo de las series de culto desconcierta a sus propios seguidores, que les dan la espalda

«Homeland». El mejor ejemplo de cómo una ficción pasa de lo mejor a lo peor en una sola temporada
«Homeland». El mejor ejemplo de cómo una ficción pasa de lo mejor a lo peor en una sola temporadalarazon

J. Herrero - Madrid

La calidad y los premios ya no son sinónimos de triunfo. Al menos eso es lo que demuestran decenas de las ficciones que llenan la parrilla y que no paran de acaparar galardones y buenas críticas fuera de ella. ¿Es el público quien no entiende las series? ¿O son los creadores y los productores los que no saben adaptarse a las preferencias del espectador? Haciendo un repaso a los porqués de algunos descalabros se pueden encontrar todo tipo de circunstancias. Desde series que han culivado una gloriosa fama a lo largo de las temporadas para terminar convirtiéndose en algo mediocre por un final desconcertante, otras que teniéndolo todo para triunfar: presupuesto, actores... se han tenido que conformar con las migajas, e incluso algunas que han perdido el rumbo a mitad de trayecto, al estilo de «24» o «Cómo conocí a vuestra madre», que por suerte para ellas supieron reencontrarse.

Del cielo al infierno

En este último caso se encuentra «Homeland», que, tras asombrar con dos primeras temporadas exitantes centradas en el terrorismo islámico –incitando nuevas tramas del mismo estilo, como «The Blacklist»–, ha terminado reventando en su tercera etapa. Muy pocos han sido los que han continuado apostando a ciegas por esta serie de origen israelí (inspirada en «Hatufim») después de que se incurriera en forzadas subtramas y se perdiera el dramatismo. Con esto, y con la desaparición de uno de sus personajes estrellas, la ficción protagonizada por Claire Danes y Damien Lewis comenzó a ser tachada de «aburrida e incoherente», algo que consiguieron calmar con un último episodio que levantó la media de la temporada. Pero existe una razón de peso que explica, en parte, el bajón: la pérdida de su guionista, Henry Browell, en marzo de este mismo año. El hombre que había llevado a «Homeland» a la cresta de la ola y que había visto recompensado su trabajo con un Emmy y un Globo de Oro falleció justo en el momento en el que los seguidores de Carrie recordaban el final de la segunda temporada y ansiaban la siguiente. Sin duda, se trató de un golpe mortal, también para la serie, aunque no debería servir de excusa para una superproducción de este tipo. El último revés llegó con la lista de nominados a los Globos de Oro, en los que «Homeland» no estará representado en ninguna categoría después de haber reinado los dos últimos años. Este descalabro ha recordado al que en su día se dieron «Héroes» y «Perdidos», aunque en aquella ocasión fue la huelga de guionistas la que las sentenció.

Otro ejemplo de que las series de culto, por mucho nombre que tengan, no son ni inmortales ni ajenas a las críticas es «Boardwalk Empire», que ha repetido la fórmula anterior de dos temporadas fascinantes para pegar el bajón en la tercera. Este buque insignia de la HBO empieza a impacientar a sus seguidores, como demuestran las cifras de audiencia, y precisamente lo hace por ser fiel a su idea inicial: la trama se ahoga entre las decenas de personajes que van apareciendo y las historias se dilatan en el tiempo hasta llegar a un punto desesperante. De todas formas, y pese a la lentitud en la que puede haber caído, la serie «mafiosa» de Scorsese es de las más cuidadas y recomendables de la televisión.

Audiencia imprevisible

En un apartado diferente se puede englobar «Revolution», que se lanzó a la pantalla de NBC con altas expectativas por ser un producto de J.J. Abrams con un elenco cuidado y ha terminado convirtiéndose en un quiero y no puedo. A mitad de camino entre «Perdidos» y «The Walking Dead», no ha terminado de conectar con la audiencia y el mundo postapocalíptico en el que viven sus protagonistas mucho tendrá que cambiar si quiere salvarse del final definitivo, como ya le ocurrió a Abrams con «Alcatraz».

Otro caso aparte es el de «The Americans», una trama muy llamativa y cuidada que se centra en dos espías rusos que viven en Washington en plena Guerra Fría, que ha conquistado a la crítica y a algunas instituciones, como el American Film Institute, que la ha incluido en el «top 10» de mejores series el año, pero que, sin embargo, no ha conquistado al público general. Este ejemplo es muy visible en la parrilla española, donde Cuatro la ha emitido con más pena que gloria rondando cuotas de pantalla de entre el 2 y el 4 por ciento. Lo que demuestra cómo puede ser la audiencia, o simplemente que hay que saber en qué momento y lugar se estrena un producto. Entre otras ficciones extranjeras que no llegaron a triunfar en las cadenas generalistas –o, por lo menos, no adquirieron los datos de audiencia que por su fama se esperaban– encontramos «Juego de Tronos», «The Walking Dead», así como las ya citadas «Boardwalk Empire» y «Homeland».

El ansia del espectador

Es un hecho que la audiencia en televisión ha sufrido, en parte, un revés desde la llegada de internet. Y el mejor ejemplo de ello son algunas series como «The Walking Dead» o «Juegos de Tronos», ambas empezaron con buenos datos en sus cadenas españolas hasta que le metió el «gusanillo» en el cuerpo a sus fans. Con la ficción a un solo click en la red, muy pocos se resistieron a esperar una semana para ver qué iba a suceder con Theon Greyjoy y compañía o con los zombies que dominaban Atlanta.