Nueva Orleans
Trío de damas para un aquelarre
El terror psicológico tiene un nombre propio en la parrilla: «American Horror Story», una serie que no es recomendable ver con las luces apagadas y sí al lado de un cómodo cojín al que aferrarse en sus momentos de máxima tensión. Si no dejó indiferente la primera temporada –cuyos protagonistas vivían en una casa encantada amargados por el pasado de sus antiguos propietaros de los que heredan un presente truculento–, la segunda tampoco pasó inadvertida ya que se ambientada en un hospital psiquiátrico. Ya con la vítola de serie de culto, mañana se estrena en EE UU –en España la emitirá FOX a partir del 20 de octubre– la tercera entrega: «American Horror Story: Coven» con un nuevo giro argumental.
El encanto de Nueva Orleans
Las palpitaciones de la audiencia subirán considerablemente, ya que, aunque está ambientada en la actualidad, se remonta 300 años atrás, concretamente a los juicios de las brujas de Salem. Las que lograron escapar están en peligro de extinción y han recalado en una escuela de Nueva Orleans para que aprendan a protegerse de las amenazas.
Los sobresaltos y las imágenes impactantes –señal de identidad de la saga– se suceden gracias a tramas muy sustanciosas que abarcan la brujería, el vudú, los asesinatos, el incesto, la esclavitud... con el añadido de tener un reparto «cinco estrellas». A Jessica Lange –que está en «American Horror Story» desde sus inicios y ahora encarna a la suprema bruja (su fría sonrisa provoca escalofríos)– le acompañan Kathy Bates («Misery») y Angela Bassett (Tina). Sus papeles no tienen desperdicio. Bates encarna a la señora Lalaurie, una terrateniente que existió en la realidad y que tenía la sádica costumbre de recluir a sus esclavos en jaulas para después mutilarlos y asesinarlos. Bassett también afronta un personaje sombrío no exento de misterio: Marie Laveau, una de las leyendas de Nueva Orleans. Contemporánea de Lalaurie fue la reina del vudú, cuya práctica cautivó a la «creme de la creme» de la ciudad.
Consciente de que tanta intensidad necesitaba algunas gotas de humor para oxigenar al espectador, la producción ofrece algunas píldoras de humor negro. «La segunda temporada, Asylum era oscura y sombría. Sin embargo, Coven ha sido diseñada para ser escalofriante y entretenida. Quería hacerla más fácil y disfrutable». De esa forma también se abre a un espectro de la audiencia algo reticente a una producción de tanto voltaje.
Lo que queda esperar es que aumente su cosecha de premios y conserve el respaldo de la crítica y de una audiencia que se cuenta por millones.
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