El Cairo
Un pura sangre
Enrique nació y ha muerto siendo periodista. Más de 65 años de carrera le contemplaban. Con 17 años se pagó un taxi desde Madrid a Linares para cubrir la muerte de Manolete y su último artículo lo publicó en su blog en el mes de noviembre sobre las elecciones catalanas. Para mí, representaba la esencia del periodismo como un oficio nada acomodaticio y que no mantiene relaciones obscenas con el poder.
Su trayectoria y su trabajo es simplemente ejemplar. Se recorrió África desde El Cairo hasta El Cabo en busca de una belleza niólitca. Cubrió la guerra del Canal de Suez. Y, en diciembre de 1957, se encontró con Fidel Castro y el Che Guevara en Sierra Maestra, donde hizo uno de los mejores reportajes periodísticos de la historia, que publicó «Paris Match». Sus fotografías de Sierra Maestra son prodigiosas: al tiempo añejas y tremendamente modernas. Fotografiaba muy bien y escribía mejor. Nada era imposible para él. Todo le interesaba. Recuerdo un magnífico reportaje a los entonces Príncipes de Asturias que sorprende por lo que, justamente, ahora se echa de menos: la naturalidad y la fuerza visual.
Le conocí en 1993, en Sarajevo, en pleno cerco salvaje. Enrique, que ya estaba delicado de salud y tenía dificultades para moverse, me contó que había engañado a su familia: les dijo que estaba de safari en Kenia cuando estaba cubriendo una guerra. Otra más. La última para él.
Le visité en su casa hace dos semanas. Le abracé y le besé durante unos minutos. Hablamos durante dos horas... de periodismo, de fotografía, de la vida. Ojalá su muerte sirva para recuperar la figura de uno de los periodistas imprescindibles. Era un pura sangre del periodismo.
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