Barcelona
Clases en catalán, recreo en castellano
No fue CiU. Ni siquiera ERC. El origen de la inmersión lingüística se sitúa más a la izquierda. Y casi una década antes de que se aprobara aquel decreto 75/1992 que acabó por imponer de manera oficial la enseñanza en catalán en las escuelas. Fue el ya extinto Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), de ideología comunista, quien dio el primer paso. ¿El centro elegido? El Instituto Rosselló-Pòrcel. ¿Su ubicación? Una zona de claro dominio castellanoparlante: la localidad barcelonesa de Santa Coloma de Gramanet.
«Deberíais venir y verlo», comenta al otro lado del teléfono su directora, Amparo Puntos, responsable de este centro de Infantil y Primaria desde 1988, y que acoge a niños de 3 a 12 años. «La inmersión ha funcionado muy bien. Y con los padres que hablan castellano, se les habla en castellano», afirma. Puntos describe el funcionamiento de las clases. «Todas son en catalán, a excepción de una asignatura de Plástica de ciclo superior que se da en inglés», comenta. Eso sí, reconoce «que en el patio de recreo, los niños juegan en su mayoría en castellano». No en vano, «es un idioma que viven constantemente», dice Puntos, que, además, es profesora de Lengua castellana.
Hace años 30 años, en 1982, un grupo de padres y profesores de Santa Coloma se unieron con un objetivo: gozar de una enseñanza pública en catalán. El Consistorio, gobernado entonces por Lluís Hernández, sacerdote de ideología comunista, aceptó el reto. En el curso 1985-1986 comenzaron las clases en una antigua fábrica textil reconvertida en colegio. La iniciativa no pasó desapercibida al presidente de la Generalitat por aquel entonces, Jordi Pujol. «En aquella época se hablaba de "normalización", no de "inmersión"», recuerda Antonio Robles, profesor de filosofía del Instituto Front Marítim de Barcelona y testigo de aquella transformación. «El concepto era un eufemismo. Lo de "normalización"quedaba bien, cuando en realidad se trataba de una sustitución linguística: imponer el catalán como único idioma en las escuelas», explica. Y es que, para Robles había «algo detrás: incorporar a los hijos de los castellanohablantes al catalán, que lo acabarían adquiriendo como lengua propia».
Hoy, el objetivo ya no es que los emigrantes españoles aprendan catalán. Santa Coloma ha pasado a ser una «ciudad dormitorio» de unos 120.000 habitantes. Y sólo en el barrio del Fondo, donde se ubica el CEIP Roselló-Pòrcel, la tasa de inmigrantes llega al 40%, con fuerte presencia del colectivo magrebí y asiático. «En nuestro centro funciona muy bien el "aula de acollida"», explica Amparo Puntos, una clase para aquellos niños que «no saben ni catalán ni castellano y en la que están los dos primeros años». Y aunque es un alumnado que presenta más problemas, «su integración ha sido correcta».
¿Qué resultados educativos ha dado el centro? La directora afirma que «la nota media ha ido variando y depende del entorno», que ha ido variando. Por entorno se entiende el alumnado inmigrante que, coincidiendo con el porcentaje del barrio, ha alcanzado el 40%. «Y no es de los que más inmigración tiene en la zona», añade Puntos. Con todo, reconoce «que la nota media no es muy alta». ¿Menos de 7? «Sí», responde. Sin embargo, no quiere dar más detalles. Tampoco la Generalitat catalana, que no quiere hacer públicos los resultados académicos de sus centros para no dañar la imagen pública de aquellos colegios en los que la media es más baja.
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