Sucesos

Crimen pasional tras la muerte del edil de Llanes

El ensañamiento del asesino con la víctima hizo sospechar desde el principio en un móvil sentimental

El cadáver de Javier Ardines fue hallado el 16 de agosto/Foto: Efe
El cadáver de Javier Ardines fue hallado el 16 de agosto/Foto: Efelarazon

El ensañamiento del asesino con la víctima hizo sospechar desde el principio en un móvil sentimental.

Fue, según todos los indicios, un asesinato con motivación sentimental. La Guardia Civil ha encontrado por fin una pista fiable que puede conducir, en un corto espacio de tiempo, a esclarecer la muerte del concejal de Izquierda Unida de Llanes, Javier Ardines (Asturias), el pasado mes de agosto. «No podemos adelantar nada sobre la detención, ni cuándo se pueda producir, porque seguimos trabajando», indicó a LA RAZÓN uno de los miembros de la Benemérita que participan en la investigación del crimen.

Desde el principio, los agentes de la Benemérita trabajaron con dos hipótesis: que el móvil del asesinato fuera de índole político o bien personal. Incluso, se llegó a hablar de una especie de venganza por problemas laborales surgidos con un funcionario del ayuntamiento.

En las pesquisas han intervenido, además de los agentes de Asturias y un grupo especializado de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil.

Según han informado a LA RAZÓN fuentes de la investigación, la recogida de evidencias, entre ellas muestras de ADN, en el lugar del crimen, ha resultado fundamental para identificar a un individuo como posible autor del asesinato, ya que se estima que hubo premeditación. El análisis del tráfico de llamadas de los teléfonos que estaban en la zona y se conectaron a los postes que estaban cercanos, también ha sido importante.

El móvil sería de tipo «pasional», por un asunto de relaciones personales sobre el que las mencionadas fuentes no quisieron dar más detalles con el fin de no perjudicar las pesquisas.

En cualquier caso, si, como se presume, los trabajos que se realizan siguen apuntando en la misma dirección, la detención de este individuo sería cuestión de poco tiempo.

Al tratarse de un posible crimen pasional, los investigadores han de obrar con gran prudencia dado que hay familiares a los que, por un lado, la muerte de un ser querido; o la detención de un presunto culpable, puede afectar de forma considerable.

El asesinato, en contra de lo que se ha venido informando, lo habría cometido una sola persona, que había estudiado cuidadosamente los movimientos de Ardines. Sabía que casi todos los días salía de su casa alrededor de las seis de la mañana para acudir a su lugar de trabajo, en una pequeña barca de pesca.

Se apostó en las inmediaciones y atravesó varias vallas metálicas, de las que se utilizan para delimitar obras, con el fin de que el edil tuviera que detener su automóvil.

La escena del crimen estaba delimitada por su autor que, en cuanto pudo, la emprendió a golpes contra el concejal, que trató en vano de defenderse. Finalmente, cayó al suelo herido de muerte.

La autopsia que se practicó al cuerpo confirmó que fue asesinado mediante varios golpes con un objeto contundente (que no ha sido encontrado), uno de ellos en la nuca y, finalmente, asfixiado.

Sobre el sospechoso, que actuó movido por un asunto de «faldas», se sabe que no vive de forma habitual en Llanes, sino que tiene su domicilio en otra Comunidad Autónoma distinta de Asturias.

Es decir, se dan, caso de confirmarse que es el autor del crimen, todos los elementos de la premeditación y, por lo tanto, el asesinato: trasladarse desde otro lugar al de los hechos; planificar cuidadosamente el ataque en el que se habría producido ensañamiento como consecuencia del odio que tenía hacia la víctima, que le llevó a asfixiarla para asegurarse de que moría. Además, huyó del lugar una vez que apreció que Ardines estaba inerte, sin ninguna intención de prestarle auxilio, en el caso de haberse tratado de una riña. La víctima conocía probablemente a su atacante.

El único testigo (no presencial) de lo ocurrido, un vecino de la zona, declaró ante los agentes de la Guardia Civil que había escuchado «gritos» en el camino; y que minutos después encontró el cuerpo sin vida de Ardines. El concejal había sido arrastrado a casi 100 metros de su coche.

La escena del crimen, con las circunstancias antes citadas, llevaron a los investigadores a sospechar desde el principio que se trataba de un asesinato por motivos personales.