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El asesino de Laia pudo cometer abusos a otras menores en China

El juez ha decretado prisión sin fianza

El asesino de Laia pudo cometer abusos a otras menores en China
El asesino de Laia pudo cometer abusos a otras menores en Chinalarazon

Los agentes creen que la ducha que se dio tras el crimen es incompatible con un brote psicótico.

Los Mossos d' Esquadra trabajan a destajo estos días para construir, ladrillo a ladrillo, una investigación sólida, aunque aún les faltan muchas aristas por pulir, en el caso del crimen de la pequeña Laia, de 13 años, en Vilanova i la Geltrú. Es imposible ir más rápido. El primer paso fue detener al presunto autor, Juan Francisco López, de 42 años. Después de realizar una inspección ocular que aportase los indicios suficientes para sostener una futura acusación por asesinato y una autopsia que revelase las cusas de la muerte de Laia y evidencias de lo que ocurrió en el domicilio del sospechoso. Hasata aquí está hecho. El siguiente paso fue poner a disposición judicial ayer por la mañana al detenido porque se negó a ser interrogado por los responsables policiales del caso.

Su declaración ante el juez debería haber comenzado a primera hora, pero una serie de impedimentos, entre otros un examen forense para dictaminar si estaba en condiciones de enfrentarse a las preguntas del juez instructor, dilataron los tiempos. Fue finalmente a las siete de la tarde cuando lo subieron de calabozos para responder a las preguntas de acusaciones y defensa. Precisamente ésta última anunció que el detenido colaboraría en todo momento. Lo que en principio se apuntó que diría es que estaba bajo los efectos de las drogas (cocaína) y del alcohol y que no recordaba nada de lo sucedido, incluso que había tenido un brote psicótico.

Sin embargo, tras asesinar a la pequeña Laia, se duchó para eliminar las pruebas que había sobre su cuerpo y uso una fregona con lejía para limpiar la sangre. Es decir, tuvo lo que en criminología se conoce como «conciencia forense», que significa que sabía de su delito y trataba de borrar las pruebas. Los agentes que llevan esta investigación creen que esta actitud es incompatible con un brote psicótico o con un periodo de amnesia temporal provocada por el consumo de estupefacientes.

Al revés, tienen la convicción de que se trató de un crimen premeditado, que había visto a la niña en el pasado, se había encaprichado de ella y había construido una ilusión que deseaba cumplir.

Siempre tenía las mismas rutinas con los mismos horarios. El día del asesinato los testigos lo sitúan antes de las cinco de la tarde en el bar Frankfurt, que está justo enfrente del portal donde residía el asesino. Lo curioso es que ese bar también tiene dos salidas, una ésta, y otra segunda puerta que da a la plaza Charlie Rivel, el lugar donde está el colegio de la pequeña. Desde allí pudo verla salir de clase con sus abuelos y seguirla con la mirada hasta que entró en el edificio. Los agentes disponen de un ticket de caja que marca las 17:03, que fue cuando pidió una cerveza. Los testigos a los que han interrogado afirman que permaneció en el local unos quince minutos y después se dirigió a su domicilio. Para probar esta secuencia de hechos, los investigadores pidieron ayer mismo a los dueños del bar que les entreguen las grabaciones de las cámaras de seguridad. Luego sólo tuvo que esperar acechando a que bajase para asaltarla con violencia y obligarle a entrar en su casa.

El cadáver de Laia fue encontrado en el interior de su casa, oculto bajo un colchón en una habitación llena de sangre.

Un ataque de semejante violencia no puede ser el primero de una trayectoria criminal. Por eso los responsables del caso quieren mandar a sus homólogos chinos (donde el sospechoso residió durante años) un amplio resumen de la investigación, porque tienen el convencimiento de que allí se pueden encontrar más víctimas.