Tarragona

El estudiante danés que escapó de la tragedia: «Aún no me lo creo»

Jeppe Munk compartió viaje a la ida con las víctimas, pero él se quedó en Valencia.

Jeppe, en el centro, junto a sus compañeros de la UPF la noche del sábado
Jeppe, en el centro, junto a sus compañeros de la UPF la noche del sábadolarazon

Jeppe Munk compartió viaje a la ida con las víctimas, pero él se quedó en Valencia.

La mala y la buena suerte se mezclaron en el caso de Jeppe Munk. Este estudiante danés de periodismo se apuntó en el último momento al viaje organizado por la Erasmus Student Network (ESN) de Barcelona. Mala suerte, porque no era la expedición que le tocaba: él es estudiante de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y no quedaban plazas para el viaje que organizó su universidad, por lo que tuvo que subir a uno de los autobuses de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Buena suerte, porque no tuvo que regresar con ellos en la fatídica madrugada del domingo. «La única razón por la que cogí el autobús de la UAB es porque llegué tarde. No regresé con ellos porque después tenía que irme a Murcia», explica el estudiante.

Jeppe compartió viaje en la ida con algunos de los estudiantes que sufrieron el trágico adelante. No lo sabe, pero, de haber vuelto, posiblemente le hubiera tocado regresar en el mismo autobús. «Al ser de otras universidades no les conocía. Hablé con varios en el autobús. Estaban muy felices... y es muy triste pensar que quizás ahora algunos estén muertos. Estoy impactado», explica Jeppe, que cree que ha podido escapar de la muerte. «Es algo inimaginable, no me lo creo. Es irreal. Por la mañana intentaron contactar conmigo mis padres, mis amigos... He recibido un montón de mensajes. A través de Facebook les he dicho que estaba bien», relata Jeppe, que quiere también «enviar sus condolencias a las familias» de los fallecidos.

El plan de la excursión era apretado. Los jóvenes habían sido convocados a las 6:15 horas del sábado en Barcelona. Desde allí, los autobuses les trasladaron hasta Valencia, a la Plaza de España, adonde llegaron en torno a las 11:00 horas. Después, a las 14:00, se dirigieron a la Plaza del Ayuntamiento para contemplar la «mascletá». Tuvieron tiempo para conocer Valencia, ver la Ciudad de las Artes y las Ciencias, pasear... Y, por supuesto, vivieron la noche. No hubo tiempo para dormir. De hecho, esperaban hacerlo en el autobús. La salida estaba prevista para las 3:30 horas y la llegada a Barcelona, a las 8:00. Desde allí, cada uno tomaría un rumbo distinto hacia sus residencias universitarias. El último autocar iba repleto, pero los 60 ocupantes estaban tan cansados que no se oía ni un ruido. Casi todo eran chicas.

El resto de pasajeros, en un profundo estado de shock, se montaron en otro bus hacia el centro de operaciones improvisado por la Generalitat, después de permanecer dos horas en el lugar del suceso. En el hotel Corona de Tortosa (Tarragona) fueron llegando los supervivientes y los heridos más leves que iban recibiendo el alta en el hospital Verge Cinta. En el hotel, médicos y psicólogos les esperaban para ofrecerles atención médica. El sentir mayoritario en el grupo fue el que expresó una ocupante, que a pesar de haber sufrido lesiones en el rostro, mantenía la calma: «Ironías del destino, todavía tenemos que sentirnos afortunados», expresó, consciente de su suerte.