Energías alternativas
El sol, la nueva «gasolina» del futuro
Los investigadores han logrado dividir agua en sus dos moléculas, alterando la fotosíntesis de las plantas.
Los investigadores han logrado dividir agua en sus dos moléculas, alterando la fotosíntesis de las plantas.
Una nueva tecnología desarrollada por ingenieros de la Universidad de Cambridge podría convertir la luz solar en combustible. Los investigadores británicos han logrado dividir agua en sus dos componentes moleculares básicos (oxígeno e hidrógeno) alterando la mecánica fotosintética de las plantas, es decir, manipulando rayos de sol.
La fotosíntesis, recordemos, es el proceso por el que la luz solar se convierte en energía en el interior del cuerpo de las plantas. Cuando el agua se ve afectada por el fenómenos fotosintético que activa la luz solar, se genera como subproducto oxígeno.
Pero existe otra parte del juego de la que no siempre se habla. Al separarse el oxígeno, queda libre el hidrógeno que compone el agua. Y ese hidrógeno es una interesante fuente de energía.
La nueva investigación ha consistido simular de manera semiartificial las condiciones que se dan en la fotosíntesis. En él se emplea luz solar natural para separar el oxígeno y el hidrógeno del agua.
El problema es que, para imitar lo que las plantas hacen de manera tan espontánea y eficaz, es necesario forzar procesos de catálisis que requieren químicos caros y, en ocasiones, tóxicos.
Eso significa que, hasta ahora, los proyectos de fotosíntesis artificial no serían aplicables a la producción de energía a gran escala. Por ello, los ingenieros han preferido indagar más recientemente en la creación de sistemas de fotosíntesis «semi» artificial. En ellos, en lugar de utilizarse compuestos químicos para disparar las reacciones de catálisis, se utilizan enzimas: es decir, material biológico. Una de ellas es la hidrogenasa, enzima que está presente en las algas y que es capaz de reducir protones en hidrógeno. La evolución ha inhibido este proceso porque no es necesario para la supervivencia de las plantas pero el ser humano es capaz de volverlo a activar a nuestro gusto.
El sistema consiste en utilizar esta enzima y su poder silenciado por el tiempo para generar en una placa de laboratorio reacciones similares a la fotosíntesis y que, como resultado, en una cantidad determinada de agua, se produzca la separación del hidrógeno que luego se puede usar como combustible para motores. En resumen, se trata de provocar reacciones químicas controladas que imitan las de los vegetales. Podría hacerse con la hidrogenasa o con sustancias implicadas en el proceso energético de las plantas.
Es una de las novedades más sorprendentes en los sistemas de conversión de la luz del sol en energía en las últimas décadas. En el fututo no sería impensable contar con plantas de conversión de componentes orgánicos en inorgánicos a gran escala que sirvieran como grandes «fábricas» de combustibles limpios y, en principio, inagotables.
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