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Jacques Lecomte: “Es un mito que a la gente le interesen las desgracias"

Psicólogo y presidente de honor de la Asociación Francesa de Psicología Positiva

Jacques Lecomte
Jacques Lecomtelarazon

Lecomte ha escrito un libro para demostrarnos que el mundo va mucho mejor de lo que parece. Son más de 200 páginas llenas de buenas noticias que, según dice, él tampoco conocía.

Tuvo una infancia terrible de violencia y abuso que le convirtió en un joven problemático. De aquel funesto comienzo, Jacques Lecomte (Sainte-Foy-lès-Lyon, 1955) fue remontando gracias a la buena gente que encontró y hoy es profesor en la Universidad de París y presidente de honor de la Asociación Francesa de Psicología Positiva. Acaba de publicar “¡El mundo va mucho mejor de lo que piensas!” (Plataforma Actual), un libro lleno de datos para convencernos de la literalidad del título. La sobredosis de quejas y malos augurios después de los atentados de 2015 en Francia le llevó a comprobar si de verdad el planeta se iba al garete y descubrió todo lo contrario.

- ¿Cuál de las 50 razones para la esperanza que enumera en el libro le gusta más?

- La espectacular caída de la pobreza y el hambre, que van unidos. En los últimos 25 años más de mil millones han salido de la pobreza y casi 2.000 millones han salido del hambre. Estos datos son muy desconocidos para la población general. Yo tampoco lo sabía.

- ¿Por qué pensamos que todo va tan mal si marcha tan bien?

- No hay una sola explicación, pero creo que la Prensa tiene mucho que ver. Se centra en los problemas y no en las soluciones. Las informaciones son casi todas negativas. También se puede entender desde un punto de vista evolutivo. Si una cebra ve una zona de hierba para comer y al lado hay un león es más importante para su supervivencia lo segundo que lo primero. Nuestro cerebro está diseñado para ser más sensible al peligro. Pero ni somos cebras ni vivimos en la jungla, somos seres humanos en un medio distinto. Estaría muy bien que cambiáramos nuestra forma de funcionar.

- Al final los medios de comunicación tenemos la culpa de casi todo.

- Un buen ejemplo de ello es que la criminalidad a nivel internacional ha descendido en los últimos 20 años de una forma considerable en casi todos los países de Occidente y en algunos del sur. Pero en las encuestas la población piensa que ha aumentado porque los medios en lugar de dedicar menos tiempo a este tema, dedican más. Así no hay forma de que cambie la percepción.

- Eso exime de responsabilidad a la gente, que parece más interesada en leer desgracias que buenas noticias.

- Eso es un mito. Las películas más vistas son las de humor y amor. Y muy por detrás, las de violencia. En Francia el diario “Liberation” decidió publicar un día al año solo buenas noticias. Hubo muchos periodistas que dijeron que aquello no se iba a vender y ocurrió justo lo contrario. Es el más vendido del año, un 12% más que la media.

- Seguramente se deba a la novedad.

- Eso es justo lo que dijeron los que habían anticipado que no se iba a vender.

- Debe de ser que el escepticismo va con el oficio.

- No digo que todo sean buenas noticias pero quizá debería existir más equilibrio. Le pongo un ejemplo más práctico: si le nombro a Milosevic seguro que sabe quién es, pero si le menciono el nombre de Boris Tadic es muy posible que no. Bueno, pues el segundo fue el presidente de Serbia durante ocho años tras la caída de Milosevic. Él fue quien lideró la reconciliación nacional y con el resto de los países balcánicos. Es un total desconocido pese a la importantísima labor que realizó. Entiendo que la Prensa hable de Milosevic y del horror causado pero es que también ha de explicar la otra parte positiva de la Historia.

- ¿Quién se beneficia entonces de que pensemos que todo va mal, de que tengamos miedo?

- Hay políticos que sacan partido de una atmósfera de miedo además de los medios de comunicación. El mayor exponente actualmente es Donald Trump. Cuando la gente tiene inquietud sobre el futuro quiere líderes fuertes que les quiten de encima los problemas. Eso no ocurre, claro, pero es que meter miedo al electorado es un clásico de la acción política.

- ¿Qué creencia positiva le ha ayudado a usted en los momentos difíciles?

- Sobre todo que la bondad es algo consustancial al ser humano y que está más enraizada incluso biológicamente que el egoísmo y la violencia. Tenemos una tendencia natural por la empatía y la cooperación. Nuestro cerebro se siente bien cuando actuamos de forma altruista.

- ¿Esto lo ha podido comprobar en su vida personal?

- Tuve una infancia muy dura a causa de mi padre, llena de violencia. Por eso fui un joven problemático hasta que descubrí de pronto, en un entorno favorable y con personas buenas que creyeron en mí y no me juzgaban, que podía cambiar. Luego trabajé durante años en asuntos sociales con jóvenes complicados que cambiaron radicalmente con adultos que les dieron su confianza.

- ¿El optimista siempre es alguien más sencillo y con un pensamiento menos elaborado?

- No. Hay gente de pueblo que no lo es y otros poderosos, jefes de Estado, que sí lo son, que están convencidos de que se pueden mejorar las cosas. Se han puesto a ello y lo han conseguido. No obstante, la inteligencia y la cultura no son valores en sí mismos para mí. Solo lo son si van acompañadas de la bondad.

- ¿Es una cuestión de temperamento?

- Las investigaciones así lo afirman, pero no es un destino predeterminado. Cada uno puede cambiar y desarrollarse. Es una decisión personal.

- ¿Francia es optimista?

- Todo lo contrario. Los franceses tienen menos esperanza en el futuro que Irak o Afganistán.

- ¿No cree que cuando el ser humano no tiene problemas se los inventa?

- Cuando en un país hay menos violencia, el nivel de aceptación de dicha violencia es más bajo. Cuanto más baja es menos aceptable resulta. Tienen menos tolerancia al conflicto. Ocurre lo mismo con la riqueza. Hay estudios que demuestran que la mayoría de la gente cree que gana un 20% menos de lo que debería, independientemente del sueldo de partida. Y si se lo subieran, a los pocos meses estarían igual. Es una carrera sin fin.

- Quizá por eso en Irak o Afganistán se sienten más satisfechos.

- En mi país tiene mucho que ver con nuestra tradición filosófica. Nos enorgullece ser críticos con la vida, escépticos. Las personas positivas las consideramos ingenuas.

- ¿No nos estamos forzando a ser felices todo el rato?

- La verdad es que la Psicología Positiva nunca ha dicho nada parecido. Es una leyenda urbana. Nunca he leído algo así en esta corriente. Dicen eso simplemente para criticarla. Desde luego no creo en la obligación de sentirse bien.

- ¿España es más optimista?

- Comparado con Francia, desde luego.

- ¿No tiene mucho que ver el sol y el calor?

- No creo porque el país más feliz de Europa es Dinamarca.