Accidente Espeleólogos en Marruecos
La Gendarmería marroquí amenazó con detener a los voluntarios de ayuda
El drama se centró en el cañón de Ouandrás, pero no fue el único foco de la localidad de Ouarzazate donde se vivieron momentos de tensión. Los primeros que se plantaron en suelo marroquí para ayudar a los tres espeleólogos fueron los voluntarios del Grupo de Espeleo Socorro de la Federación Andaluza de Espeleología. Concretamente el pasado domingo 5. Fue el viernes anterior cuando se localizó, en principio con vida, a los montañeros. Pero, paralelamente, la intranquilidad crecía en nuestro país: ¿hasta qué punto podrían los agentes marroquíes culminar con éxito la operación? Desde el primer momento, el equipo, compuesto por una quincena de personas, tenía la intención de ayudar. Llevaban consigo más de 1.000 metros de cuerdas, sistemas de anclaje, mosquetones... En definitiva, todo el material que, a su juicio, le faltaba a la Gendarmería marroquí para acometer el rescate de Juan Bolívar, José Antonio Martínez y Gustavo Virués. Sin embargo, sus loables intenciones se dieron de bruces con las autoridades marroquíes.
Como aseguran los miembros de la expedición accidentada, los gendarmes «amenazaron con detenerlos» después de que intentarán acceder a la zona del cañón «por obstruir las labores de rescate». Poco después de su llegada a Marruecos, llegó el operativo español, compuesto por cuatro guardias civiles del Servicio de Montaña y tres agentes de los Grupos Especiales de Operaciones (GEO).
Los miembros de esta expedición no dieron crédito. Sobre todo porque las noticias que les llegaban de los compañeros de los espeleólogos accidentados hacían presagiar que su ayuda podría ser más que útil. Uno de ellos les aseguró que las autoridades marroquíes no contaban con metros de cuerda suficientes para llevar a cabo la operación. De hecho, comentó que «tuve que prestarles una». También notaron que los materiales de los que disponían eran escasos. Además, los voluntarios ofrecieron la cooperación de una médico, «experta en atender a heridos en esas profundidades». Así, también portaban un mono térmico, camilla especial, botiquín y sedantes. Los gendarmes parecían receptivos en un principio a esta ayuda, pero tampoco contaron finalmente con ella. También recurrieron a la intermediación del cónsul español de Casablanca. En este sentido, José Enrique Sánchez, vocal de la Federación, aseguró que no tenía queja de ninguna de las instancias españolas con las que habían contactado para facilitar su colaboración en el rescate. «Se nos ha escuchado y se nos ha respondido inmediatamente», concluyó.
«Los gendarmes les dijeron que esperaran tranquilos y que se buscaran un hotel, que ya les llamarían», afirmó esta semana a este diario Antonio Ávila, del Grupo Espeleológico Ilíberis, uno de los organizadores de la expedición al Atlas. Pronto supieron que esa llamada jamás iba a producirse. Así que optaron por realizar «medidas de presión». Con todo el material, se «plantaron» a las puertas del aeropuerto de Ouarzazate aquella mañana del domingo 5 de abril. Dijeron entonces que no se moverían de allí hasta que no les respondieran. En el grupo Ilíberis están convencidos de que fue esta iniciativa la que finalmente llevó al Gobierno marroquí a aceptar la ayuda española, que fue rechazada la mañana del viernes.
Poco más podían hacer allí los miembros de la Fundación Andaluza de Espeleología. El miércoles recogieron todo el material, hicieron las maletas y regresaron derechos a España. Aseguraron que estaban desmoralizados, «hechos polvo», con un gran sentimiento de impotencia y frustración. Y es que todo el esfuerzo e ilusión que habían puesto en la tarea había quedado en balde.
El rescate de los dos cuerpos duró 26 horas, en las que los guardias civiles trabajaron ininterrumpidamente, como afirmó ayer el Ministerio del Interior.
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