Tarragona
La propaganda del cannabis
La peligrosa «publicidad» de los grupos a favor de su legalización hace mella en España: más del 50% defiende su venta y consumo.
¿Qué ha ocurrido para que en una década se haya doblado el número de españoles que apoyarían una mayor permisividad en el consumo y venta de cannabis? Hace 10 años, sólo una cuarta parte veía con buenos ojos estas iniciativas. Ahora, un 52,5% se reparte entre los que se consideran a favor del consumo privado en adultos –43,8%– y del consumo en adultos sin restricciones –8,7%–. Llama la atención el hecho de que más de la mitad está a favor de la venta, aunque en su mayoría abogan por un comercio controlado. En este cambio de mentalidad también se han visto involucrados los clubes cannábicos: a casi tres de cada diez españoles les parece una «buena iniciativa que permite un consumo responsable», mientras que un 22,2% afirma que «no les molestan».
Estas son algunas de las conclusiones de «La percepción social de los problemas de drogas en España», encuesta realizada por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) a más de 1.400 personas. Pese a todo, el rechazo global a las drogas es innegable –entre un 60% y un 70%–. Además, los partidarios de la prohibición en el consumo y venta de cocaína superan el 70%. Y, curiosamente, siete de cada diez consideran el consumo de cannabis «muy peligroso». Entonces, ¿por qué ha aumentado la tolerancia hacia esta sustancia? Incluso de los políticos: al fallido proyecto de legalizar las plantaciones en La Rasquera (Tarragona), le ha seguido recientemente la ordenanza del Ayuntamiento de San Sebastián, que legaliza los clubes de cannabis, y el Plan de Adicciones del Gobierno Vasco, que también lo planea. La Generalitat catalana también tiene intención de actuar al respecto.
La respuesta estaría en la «propaganda de grupos procannábicos», según manifestó Francisco Asís Babín, delegado del Gobierno Plan Nacional sobre Drogas. En su opinión, el mensaje de este colectivo con mucha fuerza en EE UU, basado en los fines terapéuticos de la planta, y que se ha servido de una «inversión económica» para publicitarse, ha provocado un «cambio de percepción». Algo que se ha concretado en las leyes promulgadas en Colorado y Washington, o en países como Uruguay. «Se ha producido un bombardeo de estos mensajes, y la población conforma su criterio en base a esta información», añadió. Para Ignacio Calderón, director general de la FAD, «los medios de comunicación promueven el debate sobre su uso terapéutico. Hay una revolución, un ‘‘tsunami’’ del cannabis, y ha provocado que porcentajes importantes» lo vean de otra forma.
En este aspecto han influido también los clubes cannábicos, que han proliferado hasta alcanzar, al menos, las 800 asociaciones en toda España. Se trata de clubes privados, a los que sólo se puede acudir con invitación, y que, en algunos casos, reconocen a sus socios a través de un sistema de detección de huellas dactilares. Dichos centros defienden que, aparte del consumo privado –permitido en nuestro país–, suministran marihuana a aquellas personas que la necesitan con fines terapéuticos. Incluso cuentan con sus historiales médicos. En este sentido, Babín afirmó que todas aquellas personas que necesitan «por evidencias clínicas» ingerir los principios activos del cannabis para determinadas dolencias «cuentan con esa respuesta por parte del sistema sanitario», pues su comercialización está permitida. Ahora bien, «para producirlo y distribuirlo, hay que tener una autorización administrativa de la Agencia Española del Medicamento que ninguna de estas entidades tiene». Motivo que ha llevado al Gobierno a pedir la impugnación, por parte de la Abogacía del Estado, de la ordenanza de San Sebastián.
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