Salud
Límite: cinco operaciones de estética
La Sociedad de Cirugía Plástica trabaja en un código deontológico para evitar los abusos y el intrusismo.
Cada mes se realizan en España más de 5.300 operaciones estéticas y eso a pesar de que este tipo de intervenciones ha caído entre un 15 y un 18 por ciento en los últimos cuatro años, debido a la crisis y al intrusismo profesional. Sobre cuántas de estas operaciones salen mal no hay prácticamente ningún dato. Pero ocurren. Tampoco hay datos sobre a cuántas personas les operan aunque sea su décima intervención estética, o cuántas se someten a una rinoplastia, un levantamiento de párpados... todo para parecerse a una actriz. Y es que en la actualidad, «el límite ético está puesto por el cirujano. Es el sentido común», reconoce Cristino Suárez, presidente de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (Secpre). Y ése es el problema, máxime cuando hay una remuneración importante a cambio. Por ello, Suárez, que estrenó el cargo el pasado mes de enero, avanza a LA RAZÓN que tiene un objetivo claro: hacer un código deontológico. «Este tipo de casos son un desprestigio para nosotros. Por ello, estamos elaborando un protocolo ético y científico con el fin de aumentar el control sobre lo que se está haciendo». Aunque acaban de empezar y no esperan tenerlo terminado hasta dentro de dos años, Suárez explicó tres puntos que tiene muy claros. «Por ética, a un cirujano plástico se le tiene que encender una luz roja cuando entra por su consulta un paciente con una foto de cómo quiere ser». Con el fin de evitar que haya profesionales sin prejuicios, «a todo aquél que acepte operar a un paciente así se le va a expulsar de la Secpre», asegura Suárez a este periódico. Y no sólo eso: «También se expulsará a aquel cirujano plástico que decida operar a alguien que ya vaya por su quinta intervención estética porque hay pacientes que sufren dismorfofobia, un trastorno mental por el que el paciente nunca se va a sentir satisfecho con su cuerpo», explica el presidente de Secpre. Y por último, «se va a exigir la asistencia a congresos de cirugía plástica cada año. Y, si no acuden, se expulsará al profesional».
Aunque el objetivo de la Secpre es conseguir que «la Administración nos apoye para que estas futuras medidas afecten a todos los profesionales que practican la cirugía plástica, con el fin de que, para continuar ejerciendo, los profesionales tengan que hacer un examen en el que se compruebe que están reciclados», precisó Suárez. Incluso aunque la Administración al final no les apoye, sólo con estas tres medidas esta sociedad científica va a conseguir algo importante no sólo para ellos, sino para los futuros pacientes: diferenciarse del resto de profesionales que practican esta especialidad sin ser cirujanos plásticos; que no son precisamente pocos. «Somos 1.200 cirujanos plásticos en España y, en cambio, ejercen esta profesión cerca de 9.000», recordó Suárez. Es decir, que hay más posibilidades de caer en manos de médicos que han hecho un máster de dos días que de un profesional con la titulación de Especialistas en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora.
Y es que «de la elección de las mejores manos depende el resultado. Una persona que tenga un desprendimiento de retina se puede quedar ciego si cae en malas manos. Los pacientes pueden ver en internet el currículum vitae de los profesionales, ver publicaciones suyas, qué congresos ha dirigido...Es muy habitual que nos vengan pacientes que no han quedado bien tras una cirugía plástica. Por eso, hay que aconsejar a la gente que no acuda a cualquier médico, sino al que se dedica sólo a esta especialidad y que tenga categoría en ella», afirmó el doctor Antonio Sierra, coordinador de la Unidad de Mama del Rúber y miembro de la Real Academia Nacional de Medicina. Sierra comparte los cambios que se proponen en Secpre: «Un cirujano plástico, por mucho dinero que le vaya a dejar un paciente, nunca debería operar a una persona que vaya a la consulta diciendo que se quiere parecer a alguien o que ya vaya por su quinta operación estética».
El presidente de la Sociedad Española de Senología, Carlos Vázquez, difiere en parte: «La cirugía plástica es un acuerdo entre paciente y médico para la consecución de un determinado fin. Por tanto, se debe respetar este acuerdo siempre y cuando ambas partes estén conformes. La experiencia y la profesionalidad del cirujano son fundamentales para especificar el objetivo aconsejable para la paciente».
Y ése es el problema, que no todos los profesionales son igual de buenos. «Nos llegan muchos casos por los malos resultados de cirugías plásticas. Llevamos años pidiendo al Ministerio de Sanidad, sin que nos haga caso, que ejerza control para evitar que haya más profesionales sin esta titulación ejerciendo que los que son cirujanos plásticos. También le hemos pedido control sobre las clínicas «escondidas» y que prohíba la cirugía estética en menores con o sin el consentimiento de los padres. También solicitamos que se prohíban los anuncios de cirugía estética porque incitan a operarse», explica Carmen Flores, la presidenta de la Asociación el Defensor del Paciente. A ellos acuden numerosas personas que quieren denunciar los malos resultados obtenidos tras haberse sometido a una cirugía plástica. «Son muchos los casos, muchos –prosigue Flores–. Pero le puedo decir que de cada 300 que nos llegan, por decir un número, casi la mitad se quedan sin denunciar porque no tienen medios para ello porque pidieron un préstamo para operarse o porque quieren volverse a operar porque quedaron mal». Para la Defensora del Paciente resulta clave que se ponga un límite y que no dependa de la ética del profesional. «Los que intervienen a pacientes con 20 operaciones o que van a consulta diciendo que se quieren parecer a tal actor o a tal actriz no son profesionales; si no, no lo harían, porque saben que eso es un trastorno o una adicción. Se aprovechan de ésto sólo para ganar dinero, lo que denota que falta control sobre algo que hace daño a muchos pacientes».
Menores bajo el bisturí
El 1,3% de las intervenciones de cirugía estética se realiza a menores de 18 años, según los datos de Secpre. La cirugía de mamas es el segundo tipo de intervención más solicitada entre las adolescentes, con el 20,4 por ciento. Y eso a pesar de que «el momento recomendable es la mayoría de edad, tanto por el desarrollo mamario de origen hormonal como por los condicionantes legales que llevan a la firma del Consentimiento Informado. Otra circunstancia diferente es cuando se interviene a mujeres jóvenes portadoras de una anomalía mamaria congénita, en las que la cirugía puede llevarse a cabo en el momento que el cirujano considere oportuno por el impacto psíquico negativo que supone que puedan ser portadoras», afirma el presidente de la Sociedad Española de Senología.
✕
Accede a tu cuenta para comentar