Crisis migratoria en Europa
«Los inmigrantes aquí no viven bien. Es triste verles tirados en la calle»
Valencia se divide ante la llegada del «Aquarius». Mientras unos critican la «improvisación», otros les recibirán «con los brazos abiertos»
Valencia se divide ante la llegada del «Aquarius». Mientras unos critican la «improvisación», otros les recibirán «con los brazos abiertos».
La ciudad del Turia tiene el corazón dividido. La decisión de acoger a los 630 rescatados del «Aquarius» despierta cierta inquietud y enfado entre parte de sus vecinos por la «improvisación de la decisión y el coste» para las arcas públicas. Al mismo tiempo, otras muchas celebran la medida al considerar que es lo correcto, porque «nos podía pasar a cualquiera».
Victoria Valentín espera al autobús en el centro de la ciudad. Aunque se considera una persona tolerante, asegura que es una decisión «improvisada y preocupante». «Es increíble, así de la nada... una ciudad acoge a 600 personas», se lamenta. «Si los que vienen en el barco estuvieran bien cuidados, sería estupendo, pero la realidad de los inmigrantes en Valencia es otra: no viven bien. Es lamentable ver a personas descuidadas por la calles, pidiendo por las noches».
Según datos del padrón, los extranjeros en Valencia eran 94.575 en 2017, un 11,9% de la población. Eso dicen las cifras oficiales, porque fuera del padrón se calcula que viven unos 30.000 «sin papeles» en toda la comunidad, según los datos de la Consejería de Sanidad.
«Desde hace cinco o seis años, cada vez hay más inmigrantes en la calle, sobre todo marroquíes y egipcios», insiste esta sexagenaria que no ve con buenos ojos la llegada de la embarcación al considerar que los servicios públicos no garantizan unas condiciones dignas de vida a los migrantes. «Muchas mujeres nigerianas terminan prostituyéndose... y no es porque quieran», denuncia.
Tampoco está de acuerdo con la medida un taxista que prefiere no decir su nombre. «No es que no sea solidario, pero cuando mi familia emigró a Alemania iba con sus papeles en regla. Esta decisión va a generar un efecto llamada». En su opinión también supondrá un mayor gasto público. «Y luego nos subirán los impuestos a nosotros», se lamenta.
La ciudad vibra. Ha llegado el verano y las terrazas están llenas de turistas. Cerca del puerto, se sitúa la Marina, que fue la sede de la Copa América en 2007 y escenario del circuito urbano de la Fórmula 1. Las instalaciones que albergaron ambas pruebas han sido elegidas para la llegada de los migrantes y es, también, uno de los principales focos de atracción turística de Valencia.
En un principio se barajó que atracara en una de sus dársenas, una opción que finalmente se descartó al ser una zona de mucho tránsito. Finalmente, las embarcaciones llegarán al Muelle Uno de la zona de Cruceros.
Este fin de semana, el «Aquarius» no atracará en la Marina, en esta zona solo se sitúa el centro de logística de la Cruz Roja. Ayer era un lugar de paseo para los numerosos fans de un gran concierto que se celebró en la ciudad. Concha y su hija se disponen a disfrutar de la noche, ajenas a toda la expectación que despierta la llegada del «Aquarius». En su opinión, «todos tenemos derecho a recibir ayuda» y, aunque la decisión ha sido improvisada, «les vamos a recibir con los brazos abiertos».
Raquel y Mabel vuelven de la playa. Para estas dos valencianas «es lógico que una ciudad acoja a quiénes están a la deriva». Les parece bien que España sea un país de acogida y cargan contra la decisión del gobierno populista de Italia. Y no dudan de la capacidad de la Generalitat para organizar su llegada: «Hay un montón de sitios, hoteles y hospitales para acogerlos...», dicen.
Precisamente, hospitales en desuso como el militar de Mislata y el complejo sociosanitario de Bétera son algunos de los emplazamientos que la Generalitat baraja para albergarlos de forma provisional, aunque por el momento no confirman donde irán «para salvaguardar su integridad».
Pese a la división en las calles, el ayuntamiento de Valencia ha tomado partido y en su fachada principal cuelga una pancarta en la que se reivindica como «ciudad refugio», haciendo las delicias de unos y molestando a otros.
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