Accidentes de tráfico
Los pobres se matan más
África concentra el mayor índice de muertes en accidentes de tráfico. Malas carreteras, coches sin revisar y laxitud legal conforman el cóctel maldito
África concentra el mayor índice de muertes en accidentes de tráfico. Malas carreteras, coches sin revisar y laxitud legal conforman el cóctel maldito.
Cada año 1,25 millones de personas mueren en las carreteras del mundo. La cifra, sin embrago, se mantiene estable desde 2007 pese al aumento del parque automovilístico mundial. Por supuesto, son los países en desarrollo, pero con sistemas institucionales débiles, los que presentan las mayores tasas de mortalidad viaria, con África a la cabeza. Así, mientras en el primer mundo, que representa al 20 por ciento de las naciones con representación en la ONU, la seguridad vial avanza año tras año y se reduce el número de accidentes mortales –con pequeños retrocesos, como en el caso de España– en el resto opera la diabólica trilogía de malas carreteras, vehículos viejos o mal mantenidos y altas cotas de corrupción entre los agentes encargados de hacer cumplir las normas. Quienes pagan el precio más alto son, como es lógico, los llamados «vulnerables».
Es decir, peatones, ciclistas y motoristas, que representan el 49 por ciento de las muertes en vías públicas. Sobre las causas, no parece que el exceso de velocidad sea la principal o, al menos, no sola. Es el incumplimiento de las normas de circulación y la falta de reproche penal en el 80 por ciento de los países de la tierra el factor primordial. El mejor ejemplo lo tenemos en el uso del cinturón de seguridad. Pese a que está probado que su utilización reduce hasta en un 50 por ciento el riesgo de muerte entre los pasajeros de los asientos delanteros, sólo en 50 países del mundo su uso es obligatorio y, al mismo tiempo, se exige el cumplimiento de la norma.
En el resto, o no es obligatorio, o si lo es, la permisividad es la norma. La situación es similar para los sistemas de retención infantil o para el número de ocupantes autorizados. También es un factor notable en el nivel de siniestralidad la ausencia de una formación reglada y del examen correspondiente para obtener la licencia de conducir, cuando ésta existe. Como en casi todas las facetas humanas, la riqueza y la seguridad jurídica marcan las diferencias. Europa lo demuestra y África y algunos países del Medio Oriente lo certifican en sentido contrario. Por último, recordar que los accidentes de tráfico son la primera causa de mortalidad entre los menores de 29 años, seguida por el suicidio.
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