Sergio Hernández

Los primeros «quintos» que no lancearán al Toro de la Vega

Los vecinos rechazan celebrar el torneo sin muerte. Aunque sabían que iba a acabar prohibiéndose, esperaban poder «dar la alternativa» a los más jóvenes varios años más

Los animalistas, contra el alcalde
Los animalistas, contra el alcaldelarazon

Los vecinos rechazan celebrar el torneo sin muerte. Aunque sabían que iba a acabar prohibiéndose, esperaban poder «dar la alternativa» a los más jóvenes varios años más

A la espera de que el Ayuntamiento de Tordesillas lleve a los tribunales el decreto de la Junta de Castilla y León que daría la estocada final al Torneo del Toro de la Vega y que fue ayer publicado en el Boletín Oficial de Castilla y León, el enfado de los vecinos es más que evidente. Pero prácticamente la mayoría de los consultados reconoce que sabían que antes o después lo iban a acabar quitando. Aunque no esperaban que fuera tan pronto. Tras hablar con varios grupos de vecinos que nos aseguran que sólo hay dos familias, los «Ovejero» y los «Abril», que son lanceros de abuelos, padres e hijos, nos sorprende que sean pocos los que se atreven a lancear al toro, porque precisamente lo que diferencia este festejo de los encierros es esa parte, que pocos ven si uno no osa ponerse delante de este bravo y esbelto animal. Decidimos hablar con los más jóvenes, los primeros «quintos» que no van a poder lancear al toro si el alcalde no logra su objetivo: frenar la decisión de la Junta.

Sergio Hernández, de 18 años, es uno de los jóvenes que por edad se iban a poder apuntar este año para lancear al toro de la Vega. Reconoce, y como él el resto de los amigos que le acompañan, que no lo haría. «A lo mejor no me imaginaba ponerme delante del toro, pero sí bajar con la lanza a ver al toro de mi pueblo». «Eso se podría perder», asegura, porque este Torneo sin poder dar muerte al animal «no tendría el mismo significado ni tampoco mucho sentido porque igualmente moriría en el matadero», argumenta. Sergio reconoce que «mi familia tenía claro que iban a quitar el Torneo del Toro de la Vega porque ahora mismo es perjudicial para Tordesillas, por mucho que sea una tradición de siempre en la que han participado mis abuelos y mis padres. Todos los años nos subimos a la grúa de mi tío para verlo. Pero ahora es perjudicial para el pueblo. Al polígono no vienen fábricas por la repercusión que está teniendo el Toro de la Vega. Estaba claro que lo iban a quitar. Pero la decisión de la Junta ha dolido».

Mientras los «quintos» debaten sobre que los antitaurinos vienen, según ellos, porque se les pagan 35 euros, se lanza al ruedo otro joven, Víctor García: «Yo soy de aquí de toda la vida. Ya podría participar. Aunque en principio no lo haría porque me da miedo, pero todos los años bajo a verlo. Me siento orgulloso del pueblo en el que vivo, de sus tradiciones. El torneo es la fiesta del pueblo». Para este joven, la opción de adaptar la fiesta para poder cumplir el decreto supondría acabar con ella. «Si se quita la muerte del toro ya no sería lo mismo, más que una merma económica, que también, la tradición perdería su esencia porque es una competición para ver quién mata al toro».

Al igual que Sergio, y el resto de la cuadrilla, Víctor, sintió «rabia al saber la decisión de la Junta porque no saben lo que es para el pueblo». Por eso confía en que «podamos decidir los vecinos porque es algo nuestro en lo que no tiene que opinar nadie más al respecto». Es entonces cuando varios adultos entran en juego. «¡No les habléis, sólo quieren carnaza!», grita una mujer. Pero quitando dos o tres y esquivando algún que otro «no», lo cierto es quieren que al menos su voz sea escuchada.

En la plaza del Ayuntamiento desde donde los jóvenes sacaban en volandas al lancero ganador del torneo, se encuentra José Antonio, vecino y miembro del Patronato del Toro de la Vega. Lleva una camisa blanca en la que se puede leer «Decretazo no» y en el otro lado «Toro de la Vega sí». «Estoy molesto con la decisión de la Junta. He decidido pintarme la camisa para que sirviera de ejemplo y la gente se anime a protestar. Nos están pisoteando nuestros derechos».

Como los jóvenes, también reconoce que «no he llegado a ser lancero, pero voy todos los años». «Que se quite significa que se nos robe un gen de nuestra propia constitución de tordesillanos, eso es algo que llevamos en la sangre y nadie tiene derecho a quitarnos ese gen que nos hace lo que somos. Es una tradición antigua documentada desde hace siglos, creo que desde 1546, y lo que hacemos es llevar a cabo la lidia de un toro, un toro al año, conforme a las líneas que se detallan en el reglamento del Toro de la Vega y con la forma que se lidiaban los toros en la época medieval. No sé si nos revelaríamos y acabaríamos festejándolo en otras épocas del año, lo que sí sé es que lo que se está haciendo a Tordesillas es injusto, no podemos quedarnos inmóviles».

Tras volver a incidir en la reglamentación, al preguntarle por lo ocurrido el año pasado y años anteriores en los que se han saltado su propio reglamento al dar muerte al animal fuera de los límites que marca el reglamento, José Antonio prefiere «darnos el quiebro» e incide en que «muchos años se ha indultado al animal». Para él, «lo que nos están haciendo es una imposición que conlleva cortar la forma de lidiar el toro de la Vega y ya no podría ser lo mismo».

Y es que los vecinos consideran la decisión de la Junta es «una medida autoritaria». Así lo explica Miguel Ángel Quintana, profesor de Ética de la Universidad Miguel de Cervantes. «La prohibición es una medida autoritaria que han realizado sin atreverse a preguntar al pueblo ni conocer lo que es este torneo. Primo de Rivera y Fraga, como ministro de Franco, lo prohibieron antes así. Es un ataque a la libertad de las personas. La fiesta se puede adaptar y se ha adaptado. Pero no puedes comer carne sin comer al animal. Y el torneo no puedes hacerlo sin darle muerte. La diferencia es la ceremonia, porque después se come al animal. Si se prohibieran todas las muertes de los animales sería lógico. Pero entiendo que hoy hay políticos que van a tomarse un solomillo, que es un animal que ha sido antes matado». Se arranca a hablar Ana Blanca Bartolomé, mujer de un lancero cuyo padre y abuelo también lo fueron. «Gerardo al llegar a casa estaba hundido, preguntaba que quiénes eran esas personas que sin haber venido a Tordesillas habían decidido. Esto no es una fiesta, es un torneo, una ceremonia, un día de unión de lazos entre familiares y compañeros. Acabar con el torneo significa romper lazos de amistad, porque ese día viene mucha gente que sólo nos vemos en ese momento». Aunque quizá la clave sea adaptarse a los nuevos tiempos: en su día hubo caballos que se sustituyeron por tractores y después volvieron a los caballos. Las tradiciones cambian, sólo hay que cambiar con ella.

Eternamente enfrentados

«Rusky», el «lancero con miedo»

Detrás de la barra se encuentra José María Sigüenza, alias el «rusky», del Partido Regionalista. Asegura que la decisión de la Junta «responde a algo electoralista». Nacido y criado en esta tierra, no entiende por qué «los antitaurinos, a los que yo respeto, han cogido a Tordesillas como cabeza de turco». «Me gustaría preguntar a la presidenta de Pacma si todo ese ensañamiento con Tordesillas nos lo hubieran hecho si en vez de estar en Castilla y León estuviéramos en el País Vasco o en Navarra. ¿Harían lo mismo? Saben con quién se meten, ésa es la diferencia». Como el resto de vecinos, «Rusky», que fue «lancero con miedo» sabía «que se iba a tomar esta decisión pero no tan pronto». Tras explicar dónde se dirigen todas las lanzas al toro –al brazuelo, que es la parte de las patas delanteras de los mamíferos comprendida entre el codo y la rodilla–, confía en que «se cambie de decisión».

Los animalistas, contra el alcalde

La Audiencia de Valladolid decidirá si el alcalde de Tordesillas, José Manuel González Poncela (PSOE) cometió un delito al ordenar soltar el toro de la Vega en el festejo del pasado año, pese a la presencia de manifestantes antitaurinos en su recorrido. Acción Legal Animalista presentó una querella criminal contra el alcalde, que ha vuelto a recurrir tras las decisiones judiciales, informó ayer Efe. «Podía haber enviado a la Guardia Civil para desalojarnos, pero envió un toro», se afirma en el recurso. En 2015, un auto admitió la querella contra el alcalde por denegación de auxilio, coacciones y maltrato animal al observar «características que hacen presumir la posible existencia de estos delitos». Pero en febrero de este año otro auto archivó la querella. Por su parte, el fiscal coincidió con la magistrada de que se trata de un espectáculo autorizado, y que los activistas entraron voluntariamente en un recorrido señalizado y aislado.