Madrid
Con una buena voz, ¿quién necesita grandes testículos?
Los monos aulladores tienen el tamaño de un perro pequeño y pesan alrededor de siete kilos, sin embargo, se encuentran entre los animales terrestres más fuertes del planeta y pueden rugir en una frecuencia acústica similar a la de los tigres. Todos estos monos aullan para comunicarse entre sí, pero algunas especies son capaces de gritar más fuerte y más grave que otras.
La evolución ha dado a estas criaturas un sistema vocal complejo y de gran alcance, en el que destaca el hueso hioides –situado encima del esternón, entre la laringe y la base de la lengua–. En los machos, estos rugidos tienen una función crítica para el apareamiento: atraen a las hembras y ahuyentan a los machos rivales.
Un nuevo estudio de las universidades de Utah (EE UU), Cambridge (Reino Unido) y Viena (Austria) –entre otras instituciones–, que publica la revista Current Biology, revela que los monos aulladores macho con llamadas más profundas tienen testículos más pequeños, y viceversa.
«Son diferentes soluciones al mismo problema», dice Leslie Knapp, investigadora en la Universidad de Utah (EE UU) y uno de los dos autores principales del estudio. «No es posible tener un gran hioides y grandes testículos. Esto probablemente surgió porque los individuos dentro de una especie producían más descendencia si tenían grandes hioides. Y en otras especies tenían más éxito si tenían grandes testículos».
Este sistema vocal provoca que los aulladores den la impresión acústica de tener cuerpos mucho más grandes y, de hecho, pueden rugir más fuerte y más grave que criaturas diez veces más grandes que ellos.
Este sonido inquietante de coros aulladores sonando entre bosques de América Central y del Sur ha fascinado al ser humano desde tiempos remotos –de los antiguos mayas a los primatólogos modernos– y son capaces de propagarse cinco kilómetros por una densa selva tropical.
Junto con la recopilación de datos sobre el tamaño de los testículos promedio entre especies de aulladores, los investigadores también han usado escáneres láser 3-D para analizar las dimensiones de más de 250 hioides. El equipo llevó a cabo además un profundo análisis acústico de los rugidos.
Vivir en un ‘harén’ o en grandes grupos
Las diferentes especies de aulladores emplean sistemas de apareamiento adaptados al poderío de sus voces y el tamaño de sus gónadas. Los machos con grandes hioides y rugidos profundos, pero con testículos diminutos, viven en pequeños grupos sociales y con frecuencia solo es un individuo el que domina a una serie de hembras, un modelo social en clave de ‘harén’.
Por otro lado, los ejemplares masculinos con testículos más grandes y pequeños hioides viven en grandes grupos, con un máximo de cinco o seis machos, y las hembras se aparean con todos los del grupo. Los machos no tienen acceso exclusivo a las hembras, y la batalla para la reproducción se orienta más hacia la competencia de esperma, es decir, a la cantidad y calidad de los espermatozoides.
Estos resultados son un ejemplo más de la selección sexual, una teoría propuesta por Charles Darwin en 1871.»En términos evolutivos, todos los machos se esfuerzan por tener tantas crías como puedan, pero cuando se trata de la reproducción no se puede tener todo», afirma Jacob Dunn, de la Universidad de la División de Cambridge, que dirigió el estudio.
Darwin estaba fascinado por los «poderosos» órganos vocales del mono aullador, a pesar de la descripción de su coro como un “concierto terrible” en El origen del hombre. «Nuestro estudio muestra que tenía razón cuando sugirió que los rugidos de los monos aulladores son importantes para la reproducción”, añade Knapp.
En biología, se dice que las compensaciones existen cuando un rasgo no puede aumentar sin que otro disminuya. Sin embargo, Dunn sugiere que no está claro todavía cómo funciona exactamente la compensación evolutiva en estos simios.
«Lo que puede suceder es que la inversión en el desarrollo de un gran órgano vocal sea tan costoso que simplemente no exista suficiente energía para invertir en los testículos. Por otra parte, el uso de un gran órgano vocal para rugir puede ser tan eficaz en la disuasión de los machos rivales que no hay necesidad de invertir en grandes testículos», concluye.
¿Funciona en humanos el efecto ‘Barry White’?
Las cuerdas vocales de un mono aullador son tres veces más grandes que las de un ser humano, sin embargo, en proporción son diez veces más pequeños. “Su hueso hioides se adaptada únicamente para hacer resonar el sonido y exagerar su tamaño», argumenta Dunn.
En contraste con los huesos hioides de estos monos aulladores, los hioides de los seres humanos son diminutos y podrían haber sido necesarios para adaptar los delicados movimientos de la laringe, necesarios para el desarrollo del lenguaje.
Knapp advierte que es difícil comparar directamente las estrategias reproductivas de los aulladores con los seres humanos ya que, a diferencia de los monos, no utilizan los hioides para producir sonido. Sin embargo, la investigadora sí señala que existe una cierta calidad de voz que afecta a las preferencias para escoger pareja en humanos.
«Las mujeres de nuestra especie tienden a encontrar las voces más graves, como la del cantante Barry White, más atractivas y románticas», dice Knapp. «Las voces más profundas –añade– reflejan un tamaño corporal más grande, lo que podría representar una buena opción como pareja».
A pesar de los reclamos ‘Barry White’, un determinado tono de voz o el tamaño de los testículos no son tan importantes en nuestra especie. Knapp enfatiza: «Los varones humanos tratan de mostrar a una mujer lo que valen con otros recursos, como con el cuidado de los hijos y otras características atractivas como tener éxito en los negocios».
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