España
Iberia verde sostenibilidad
En términos de economía verde, España y Portugal tienen problemas importantes de entidad común: los rios peninsulares, la corteza vegetal y los bosques y el calentamiento global.
En términos de economía verde, España y Portugal tienen problemas importantes de entidad común: los rios peninsulares, la corteza vegetal y los bosques y el calentamiento global.
Todos los años, estudiosos españoles y lusos nos reunimos en sesiones del Consejo de Economistas de España y la Ordem dos Economistas de Portugal. Para examinar cuestiones de interés común, convocados por Rui Leâo y Valentín Pich, presidentes de las entidades antes mencionadas. Con el Prof. José María Casado como organizador del último encuentro, del pasado 14 de junio. Que España y Portugal tienen objetivos comunes en gran número de aspectos, a nadie se le escapa. E incluso durante un tiempo, los dos países tuvieron un idéntico monarca, durante los reinados de Felipe II, III y IV, que en Portugal se conocen con los números I, II y III (1580-1640). Tiempos, al final de los cuales, el Conde Duque de Olivares intentó una unión más estrecha de los dos reinos, contra lo que se rebelaron los portugueses, para su definitiva separación de España. En términos de economía verde, las dos naciones ibéricas tienen problemas importantes de entidad común. Empezando por los ríos peninsulares (Miño, Duero, Tajo y Guadiana), cuya explotación hídrica conjunta fue convenida hace ya tiempo, con la realidad actual del funcionamiento de un Mercado Ibérico de Electricidad (Mibel). Otro punto fundamental es el de la corteza vegetal y los bosques. Afectados casi todos por los largos estiajes por incendios devastadores. Asunto en el que todavía la organización preventiva y resolutiva dista de haber alcanzado los niveles adecuados. Y queda, ¿cómo no?, el tema del calentamiento global, de gran intensidad en nuestras latitudes. Pudiendo decirse que en ese sentido, aún no contamos con la suficiente coordinación para la transición energética. Que ya tiene que ser adoptada en los dos países ibéricos, con la obligada aplicación del Acuerdo de París de 2015. Las oportunidades de acciones hispano-lusas son muy grandes, y en esa dirección, es necesario que los gobiernos de Lisboa y Madrid se percaten cada vez más de potenciar relaciones. Eso decimos los economistas.
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