La Razón solidaria
Perros potencialmente peligrosos: ¿qué hacer con ellos?
Tres brutales ataques registrados en lo que va de semana reavivan el debate sobre los responsables: sus dueños de estos animales.
Tres brutales ataques registrados en lo que va de semana reavivan el debate sobre los responsables: sus dueños de estos animales.
Desde el nacimiento de un perro hay factores determinantes que pueden marcar su carácter y comportamiento. «Si se juntan más de uno, tenemos un problema». Así nos empieza a explicar David Mora-Figueroa, adiestrador y etólogo canino en dmCANvigo, como todos los perros en un momento dado pueden llegar a ser potencialmente peligrosos, todo depende de la forma en la que sus dueños los eduquen.
Pontevedra vive una semana marcada por los brutales ataques que sufrieron dos mujeres por las mordeduras de perros de raza potencialmente peligrosa, conocidos como los PPP. Aunque Mora-Figueroa asegura que «ataques de este tipo no son lo más habitual por la zona», lo cierto es que la alarma social se desató cuando a María Dolores Álvarez, de 82 años le tuvieron que amputar las dos piernas por las heridas que sufrió a causa del ataque de dos perros de raza dogo de burdeos con mezcla de bóxer. Dos días más tarde, María C. R., de 76 años, fue atacada por un pitbull que empezó a «ponerse nervioso» debido a los «ruidos de una obra», según aseguró la Guardia Civil. En su caso, el animal se encontraba atado a un galpón cuando María se acercó con claras intenciones de tranquilizarlo, pero el can en un ataque de histeria se soltó abalanzándose sobre ella. El resultado: graves lesiones en un brazo y un pie y la pérdida de mucha sangre.
En ciertas zonas de Pontevedra, como Mos y Covelo, donde surgieron estos duros ataques, «muchos perros viven aislados en fincas y parcelas, gran parte de ellos encadenados, sin ningún tipo de contacto con personas o animales, lo que provoca una grave falta de sociabilización que genera en ellos una situación de miedo, inseguridad, estrés, desconfianza y fobia» asegura Mora-Figueroa. Esta situación deriva en que muchos animales generan un estado de amenaza y pánico con «consecuentes reacciones agresivas». Razas como rottweiler, doberman o pitbull, catalogadas como potencialmente peligrosas necesitan de propietarios «con una mentalidad responsable y madura». Muchos de ellos pecan de desconocimiento, otros muchos de irresponsabilidad. Este entrenador canino asegura que en una ocasión acudió a él una persona «que no quería un comportamiento sociable en su perro. Buscaba que su mascota atacara cuando se aproximase alguien para así defenderle».
Los propietarios de estas razas deben tener vigente una licencia que los capacite para su tenencia. «Es necesario que posean una acreditación de la identificación del perro mediante microchip y un certificado de capacidad física y aptitud psicológica del dueño, además de un seguro de responsabilidad civil de daños a terceros», afirma Mora-Figueroa.
Esta semana nos deja otro caso más, esta vez en Morata de Tajuña, Madrid. Un hombre de 31 años paseaba por el campo cuando fue atacado por dos perros pitbull causándole lesiones en brazos y piernas. Sucesos como estos nos dejan ver heridas que demuestran la lucha encarnizada entre hombre y animal. Pero, ¿cómo debemos actuar ante un ataque de este tipo? Mora-Figueroa aconseja que lo que nunca debemos hacer es «gritar, correr o amenazar al animal de ninguna manera ni mantener contacto visual con él». Evitar cualquier gesto o maniobra que estos animales puedan interpretar como desafiante es vital para eludir estos brutales ataques. Después de estos sucesos, muchos perros están destinados a ser sacrificados. Recuperar su salud mental se convierte en algo esencial. «Todo perro que ataca con esa intensidad sufre daños emocionales», por eso, para evitar que estos animales acaben en perreras de por vida, es necesario poner en práctica su recuperación. «Primero hay que reducir el estrés del peludo. Ganarte su confianza poco a poco, premiándole cuando se relaja. El siguiente paso es reforzar su autoestima y confianza mediante técnicas básicas de contracondicionamiento hasta conseguir una rehabilitación completa», concluye Mora-Figueroa.
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