Día Internacional de la Mujer
Mujeres (solo)
Quieren ser iguales y libres, que su reivindicación no sea secuestrada por los partidos. Algunas saldrán hoy a la calle, otras lo harán en silencio. Todas ellas tienen voz.
Son trabajadoras, madres, hijas, estudiantes, inmigrantes... Quieren ser iguales y libres, que su reivindicación no sea secuestrada por los partidos. Algunas saldrán hoy a la
calle, otras lo harán en silencio. Todas ellas tienen voz.
Habrá quien hoy salga a las calles a manifestarse en favor de la mujer. Quien preferirá hacer su pequeña revolución desde el puesto de trabajo o quien opte por mirar la fiebre morada con desdén. Pero todas lo harán en libertad, que, a fin de cuentas, es la finalidad de este 8-M: acabar con la imposición y dar la bienvenida a la ansiada igualdad en todas las esferas de la vida. Que el género no sea una carga para nadie. Una fecha que el año pasado se convirtió en hito cuando más de seis millones de personas levantaron la pancarta del feminismo, un movimiento que desde entonces han tratado de capitalizar los partidos políticos para atraer más votos, pero con la mirada crítica y en la retaguardia de la ciudadanía que no quiere que este asunto se utilice como arma electoral.
Todo el mundo está implicado en esta lucha, los hombres también. He aquí uno de ellos. Un periodista que se ha empapado de testimonios de mujeres para poder ofrecer una panóramica completa de lo que piensan ellas, de lo que quieren y lo que reivindican a diario, no solo en una fecha concreta marcada en el calendario. Mujeres que aseguran que es fundamental acudir hoy a las protestas y otras que no entienden ni comparten esta oleada de feminismo y que huyen de una etiqueta que ahora parece estar de moda. Madres, hijas, abuelas, trabajadoras y estudiantes. Todas ellas orgullosas de su cromosoma X y dispuestas a dar la batalla. En la plaza de Callao de Madrid nos encontramos con Victoria y Lorena. Acaban de hacer una pausa en su trabajo para tomar un café. Diluvia, pero aceptan hacer un «stand by» en sus planes para hablar del feminismo. «Esta lucha es muy importante, pero no podemos perder el norte. La igualdad no es estar por encima de nadie, sino al mismo nivel, y, a veces, veo ciertos comentarios que no me gustan nada», explica Lorena, que trabaja en una empresa de cosmética. Su compañera es venezolana y «de machismo sé un poco», matiza Victoria. «En España se siente mucha más igualdad entre hombres y mujeres, pero todavía hay mucho por hacer», subraya. Entre las demandas que más se repiten entre las protagonistas de esta edición especial de mujeres es la conciliación, la brecha salarial y el acceso a cargos de responsabilidad, ese techo de cristal bajo el cual viven todavía hoy atrapadas miles de féminas.
En la Plaza Mayor de la capital nos atienden dicharacheras Rosario y Chelo Moreno. Son hermanas y comparten el «horror» que corre por sus venas cuando hablan del 8-M. «Es una absoluta chorrada, es como el Día del Padre o el de San Valentín», dice en voz alta la mayor de las hermanas, que luce con vitalidad sus 73 años. Para ellas, lo fundamental es hacer hincapié en la educación y para dar ejemplo, Rosario dice que en su casa eran cinco hombres, su marido y sus cuatro hijos. «Desde siempre me he esforzado para que en mi casa nadie se sintiera superior, para fomentar los valores de igualdad. Eso es lo importante», explica. Chelo es menos políticamente correcta y habla sin tapujos. Genio y figura. «Como no voy a ser feminista. Claro que lo somos. Feministas y femeninas, pero no radicales. Es que ahora parece que la gente tiene la piel muy fina. ¿A quién no le gusta un piropo? Si se hace con respeto no tenemos por qué ponernos tan tiquismiquis con todo», puntualiza la hermana mayor. «Y ojo, yo nunca me he sentido mujer objeto y he vivido en años mucho peores que los actuales», añade Rosario. Precisamente los micromachismos a los que se refieren las Moreno se han convertido en una especie de espada de Damocles que ahora levita sobre cada uno de los comentarios que se hacen en actos sociales. «Es sorprendente como esos pequeños comentarios machistas corren por las redes sin que nadie haga nada, hay que acabar con ello. No creo que los jóvenes sean más machistas que nuestros antepasados, pero sí se ven actitudes que creíamos olvidadas», recalca Vega, que acaba de salir de un examen de Farmacia. Tiene 21 años e irá a hoy a la manifestación «porque lo que se siente allí es muy emocionante. Es un sentimiento de unidad de las mujeres que me gusta mucho. Luchar por lo que nos une», subraya. Diana, que trabaja como camarera de piso, es cinco años mayor que Diana, pero también comparte la idea de acabar cuanto antes con los micromachismos. «Una buena manera de hacerlo sería que las televisiones emitieran más documentales donde viéramos cómo vivían antes las mujeres y todo lo que hemos avanzado desde entonces. Es decir, ser conscientes de lo que hemos conseguido y a lo que podemos volver si no seguimos luchando por ello», reivindica.
En la convocatoria del año pasado se pidió que solo acudieran mujeres. De hecho, había zonas habilitadas para los hombres que querían acompañar en esta lucha a sus amigas, novias, mujeres o madres. Una imposición que pocos entendieron. Si se trata de igualdad, todos vamos de la mano en esta «guerra», pensaban muchos. Precisamente para ahondar en esta idea nos hemos citado con varios hombres influyentes. Varones que han triunfado en los negocios, la política y el deporte. El presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, el atleta olímpico Chema Martínez e Ignacio Aguado, portavoz de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid, nos atienden sin dudar. Ellos también están involucrados en fomentar la igualdad y hablan claro. Les preguntamos si estarían en el mismo puesto que ostentan en la actualidad si fueran mujeres, si saldrían a correr solos si fueran mujeres o si podrían conciliar su vida personal y laboral cuando decidieran ser padres. En las páginas siguientes podrán leer sus respuestas y cómo se han involucrado desde sus diferentes áreas para poner fin a la división de género, porque sin la concienciación total de la sociedad poco se podrá hacer. No es cuestión de dividir, sino de unir, de hacernos fuertes juntos para que nadie mire al otro en función del sexo. En definitiva, para ser y vivir en libertad.
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