Día Internacional de la Mujer
No nacemos víctimas
Presidenta de Vox en Madrid
La huelga del 8-M no me representa. Ni a mí ni a millones de españolas que no creemos en las leyes de género, ni en las cuotas, ni en este feminismo supremacista que nos quiere enfrentadas con los hombres y nos dice a las mujeres cómo tenemos que pensar, cómo tenemos que hablar y cómo tenemos que ser. Nosotras decimos no en mi nombre.
Las mujeres no necesitamos ser tuteladas. Disfrutamos de los mismos derechos que los hombres y tenemos las mismas oportunidades. Así lo recoge la Constitución desde hace muchos años. Ser mujer no es ninguna discapacidad, como se trasluce del discurso victimista de las organizadoras del 8-M. Las mujeres somos perfectamente capaces. No es verdad que estemos oprimidas, no hay ninguna guerra de sexos y los hombres no son nuestros enemigos. Por eso no necesitamos leyes especiales para nosotras, leyes que nos tratan como a incapaces.
Rechazamos este feminismo supremacista que lo único que busca son privilegios, no para las mujeres, sino para una minoría de políticos aprovechados y «lobbies» afines que utilizan a la mujer como coartada para ganar más poder. Y por eso no aceptamos que los organizadores de esta huelga, que no son otros que los grandes partidos políticos escondidos detrás de sus chiringuitos, hablen en nombre de todas las mujeres. Hacer eso es un insulto a la inteligencia, pero afortunadamente cada vez más españoles se están dando cuenta, y lo veremos este 28-A.
La igualdad no se consigue con leyes que nos consideran más débiles, que denigran a la mujer y abusan del hombre, como son las leyes de la ideología de género. Estas leyes impregnadas de paternalismo y de dogmas no nos quieren más fuertes, nos quieren más dependientes. Es una cuestión de poder. Por no hablar de cuánto divide y atenta esa ideología de género contra principios fundamentales de un Estado de Derecho, como son la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia. Las leyes deben proteger y garantizar la dignidad
de las personas independientemente de su sexo, tal y como dice nuestra Constitución y dictan los principios elementales de nuestra civilización. La violencia no tiene género, como dicen las feministas radicales. Es aberrante que nuestro ordenamiento jurídico haya aprobado leyes que invierten la carga de la prueba, liquidan la presunción de inocencia del hombre y establecen juzgados de excepción para un sexo. Eso no ocurre en ningún país civilizado. Ningún país europeo tiene esta clase de juzgados porque sería un escándalo.
Las mujeres no nacemos víctimas. Tenemos todos nuestros derechos reconocidos en la Constitución y disponemos, como todos los españoles, de un Código Penal que nos protege. Por eso derogaremos todas las leyes de género, incluida la de cuotas, porque nos oponemos a que nuestros hijos, maridos, padres, abuelos y amigos sean considerados de forma desigual en razón de su sexo. Y en su lugar promoveremos leyes justas que respeten nuestro ordenamiento jurídico y que protejan por igual a mujeres, niños, abuelos y hombres, como la ley integral de violencia intrafamiliar. Y desde luego eliminaremos las subvenciones a todos esos «lobbies» que, con la excusa de proteger a la mujer, sólo se están enriqueciendo a sí mismos y a sus amigos de los partidos a costa de todos los españoles, el llamado chiringuito de género que tanto daño ha causado y tanta división genera.
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