Mascotas
Pol: La verdadera historia del perro que acabó en un vertedero
Su destino no fueron los brazos de un rescatador, sino una muerte por una infección. Sólo salía al exterior para comer el pienso que le dejaba una vecina. Así fueron los tres años de vida del can que ha levantado la polémica tras ser falsamente salvado en el programa de Cuatro «A cara de Perro».
Su destino no fueron los brazos de un rescatador, sino una muerte por una infección. Sólo salía al exterior para comer el pienso que le dejaba una vecina. Así fueron los tres años de vida del can que ha levantado la polémica tras ser falsamente salvado en el programa de Cuatro «A cara de Perro».
Es 11 de enero de 2017. Sandra Oró, de la protectora Amigos Peludos Bajo Cinca, recoge el cádaver de Pol, un perro mestizo de apenas tres años que vagaba desde hace dos por un descampado del pueblo oscense de Fraga. Saltamos al 5 de julio de 2017. Javier García Roche, el «Rey Chatarrero», salva, supuestamente, al mismo perro, cuyo pelaje ha pasado de gris a marrón, en el programa «A cara de perro», emitido por Cuatro. A través de su página de Facebook, Sandra denunció lo que considera un «engaño a los telespectadores», con un «final inventado». «Cogieron a otro perro que no conocíamos de nada, lo metían dentro de un maletero y decían que lo han rescatado (...) Nos ha hervido la sangre (...) No hace falta mentir a nadie poniendo a otro perro en lugar de uno que ya está difunto (...) Es una grandísima falta de respeto hacia él y hacia todos los que durante estos dos años no sólo hemos aparecido un día por allí (...) El 11 de enero lo retiramos de entre los hierbajos», escribía Sandra. Por su parte, la productora del programa y Mediaset se han referido al asunto como un error de montaje. Sandra asegura que no, que a ella misma le justificaron la decisión diciéndole que, con un final feliz, «la gente se conciencia más».
Pero. ¿quién era Pol? El nombre se lo puso en 2015 una vecina de Fraga, Pilar, que llevaba viéndole varios días por la zona conocida como Camino Giraba, en una finca cercana y abandonada. Pol –en la foto que ilustra el reportaje– sólo salía en «horas punta», en torno a las 12:00, porque Pilar le dejaba siempre un bol con pienso, que el perro devoraba con fruición. Incluso alguna vez le sorprendió sirviéndole un potaje, del que Pol daba buena cuenta. Eso sí, rara vez pudo verle de cerca. Rehuía todo tipo de contacto humano: era acercarse alguien, y Pol se ponía a correr. La protectora baraja dos opciones: o que fuera abandonado –aunque el perro no llevaba chip– o que fuera criado por su madre y no conociera otra vida que la de vagar por los alrededores. ¿Pudo sufrir malos tratos? En su parte trasera presentaba una cicatriz, pero no puede asegurarse al cien por cien. «No tenía pinta de que nadie lo hubiera tocado nunca», dice Sandra.
Fue Pilar quien avisó por primera vez a la protectora que dirige Sandra, situada en la localidad de La Granja d’Escarp (Lérida), a apenas ocho kilómetros de distancia. Sandra, de 34 años, afirma que lleva «toda la vida rescatando perros, gatos, palomos... Cuando era muy pequeña, los llevaba al veterinario y, después, a una protectora para que les hicieran un contrato de adopción. Llevaba tantos que me dijeron: “¿Por qué no montas tú una protectora?”». Y así lo hizo. Una vez en Fraga, seguían el rastro de sangre y pus para dar con él. El perro tenía las patas gangrenadas. Al parecer, sufría leishmaniasis, una grave enfermedad parasitaria. De hecho, le incluían antibióticos en la comida. Pero urgía llevarlo a un veterinario. Pilar dirigió a Sandra al lugar donde Pol dormía, en una zona llena de matorrales. Su primer intento de contacto se saldó con la huida despavorida del perro. Sandra intentó de todo para atraparlo. Le pusieron una «jaula trampa», con comida dentro, de forma que, al pisar la plataforma, el perro quedara encerrado. También intentaron ponerle un cebo con sedantes, para dormirlo y poder trasladarlo al hospital. Pol no «picaba».
A principios de enero, Pilar vio que la comida que le dejaba regularmente a Pol llevaba intacta varios días. «Algo le ha pasado», pensó. Llamó a Sandra, que se trasladó de nuevo a Fraga. No tardaron mucho en dar con él. Se encontraba a apenas 10 metros de donde Pilar le dejaba el pienso. Había muerto. «Llamamos al Ayuntamiento de Fraga. Nos dijeron que llamarían a la brigada del consistorio y que lo tirarían a un vertedero», relata Sandra. Éste sí fue el auténtico final de Pol.
Y entre medias, el pasado mes de octubre, se vivió el episodio que ha dado pie a la polémica. Sandra se puso en contacto con Aria, asociación de rescate animal. «Estaba desesperada. No veía ninguna solución para pillar a Pol. Ni a él, ni a muchos otros perros como él», dice. Así, organizaron un evento en Barcelona, un «intenso» fin de semana en el que se propusieron el rescate de hasta 17 perros. Dos días antes, Aria le dijo a Sandra que «los de Cuatro quieren grabarnos. ¿Te importa?». Sandra accedió.
Fueron entre tres y cuatro horas de grabación. Hasta Fraga se desplazó un equipo de unas seis personas, entre ella el «Rey Chatarrero». Sandra los dirigió a su escondrijo. Pero Pol «era muy listo». En un momento dado consiguieron arrinconarle en una esquina, pero se les escapó. Sandra no olvida que llegó a correr hasta «15 kilómetros para dar con él», pero sin éxito. El propio «Rey Chatarrero» le persiguió con el coche. Sin embargo, ante la enésima huida de Pol, Sandra recuerda que el equipo de «A cara de perro» estaba «harto de esperar». «Se cabrearon y se fueron. ‘‘Nos ha salido mal’’, dijeron».
Durante aquel fin de semana, de los 17 perros previstos, Sandra consiguió rescatar a uno: se llamaba Garfi. Llevaba vagando durante un año con una pata destrozada por un atropello, y había sufrido malos tratos. Llamaron al programa para ver si podían hacer un reportaje sobre el can, pero «no les interesó».
Entonces, ¿quién era el perro que aparecía en brazos de García Roche? Sandra se hizo eco ayer de los comentarios de redes sociales, que apuntan a que puede tratarse de Mani, un mastín que era ofrecido por una protectora de Granollers (Barcelona) para ser adoptado. «Yo no lo había visto en mi vida. En el montaje, decían: ‘‘Pasados los minutos, conseguimos cogerlo’’. También decían que lo habían llevado a un hospital».
¿Qué destino le hubiera aguardado a Pol de haber sido rescatado, como ocurrió en la ficción? Sandra relata que se le habría trasladado urgentemente al hospital veterinario de Barcelona, se le habría curado, le habrían buscado una familia y lo habrían dado en adopción. Al final, la realidad «estropeó» lo que pudo ser un buen reportaje. «No hacía falta ninguna mentira para explicarle a la gente el trabajo de las protectoras. Contando la verdad, hubiéramos concienciado mucho más a la gente», concluye Sandra.
Del cambiazo al fallo de edición
Este periódico se puso en contacto ayer tanto con Mediaset, como con Fremantle Media, y ambos se remitieron a lo que publicó la productora en su página oficial de Twitter. El 6 de julio, un día después de que se emitiese la polémica entrega de «A cara de perro» escribió: «Dos casos del programa se han unido narrativamente de forma incorrecta y estamos trabajando en la reedición del material para su redifusión». Por lo pronto, esta entrega se ha retirado de la página oficial de Cuatro, por lo que no se puede ver. Con todo, el programa sigue generando polémica en las redes sociales y muchos afirman que «no te puedes fiar de un programa de televisión». Frank Cuesta, a través de su canal de YouTube, y con el título «Todo por la p... audiencia», también se sumó a las críticas. «Lo que se ha visto ayer es un cambio de perro en un rescate. Si tuvieran vergüenza, harían un escrito, pedido perdón y se irían a su casa», afirma. Y añadió: «Esta gente, refiriéndose a la asociación, vale mucho más que vosotros. Lo que habéis hecho es mentir sin necesidad. Es una puñetera vergüenza. Habéis demostrado que por la televisión la gente hace lo que sea. El presentador del programa, Javier García Roche, conocido como el «Rey Chatarrero», ha echado más leña al fuego y ha respondido con contundencia, «ha habido una confusión con los vídeos de un rescate y toda la lucha se echa por tierra porque a la gente le mola sacarle punta a todo».
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