La biometría, la última batalla de los suplantadores de identidad

Una decena de laboratorios trabajan de forma conjunta para perfeccionar los sistemas biométricos que se aplican en las nuevas tecnologías

Ocurría a finales de septiembre del año pasado y ponía en alerta al usuario sobre los riesgos de los sistemas de reconocimiento biométrico si no se protegen convenientemente.

La acción-denuncia la grababa entonces en vídeo uno de los miembros de la red de hackers alemanes Chaos Computer Club (CCC). En sus manos el iPhone 5S, el primer smartphone diseñado por Apple que no necesita contraseñas para acceder a su contenido.

Sólo la huella dactilar. Una llave única y práctica que desbloquea en cuestión de segundos -días después del lanzamiento del dispositivo móvil- con una copia hecha en silicona de una huella que se podría haber obtenido, por ejemplo, de un simple vaso.

Para prevenir ese tipo de ataques trabajan desde hace más de tres años en la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Autónoma de Madrid. Sus investigadores forman parte del proyecto "Tabula Rasa", un consorcio de empresas y laboratorios de la UE, Suiza y China. Su objetivo, tratar de perfeccionar los sistemas de reconocimiento biométrico que se aplican a las nuevas tecnologías.

Este proyecto está financiado con 4,4 millones de euros por la Unión Europea y ya cuenta con importantes logros cuando resta poco más de un mes para que se acabe su período de trabajo de tres años y medio.

En reconocimiento facial han conseguido que no se pueda suplantar nuestra cara con una máscara o una fotografía. Gracias a sus avances se puede identificar, además, una firma fraudulenta aunque sea prácticamente igual. Sistemas cada vez más seguros pero no infalibles.

De ahí la importancia de que se siga investigando en esta dirección, para proteger cada vez más nuestros rasgos, que están destinados a marcar el futuro de los soportes tecnológicos que más utilizamos.