Crimen de Asunta
Tercer imputado en el «caso Asunta Basterra»
El hombre cuyo semen apareció en la camiseta de la niña declara mañana. La defensa: «No tiene nada que ver»
El dueño de los restos de semen hallado en la camiseta que llevaba Asunta Basterra cuando fue asesinada el pasado 21 de septiembre declarará mañana como imputado ante el juez José Antonio Vázquez Taín.
Así lo explicó ayer el abogado de Rosario Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, también imputada por la muerte de su hija y recluida hasta ahora en la prisión de Teixeiro (La Coruña), al igual que su marido, Alfonso Basterra, a la puerta de los juzgados de Santiago de Compostela, donde han declarado los tres policías que acompañaron a los padres de la menor durante las horas clave del suceso. El letrado ha asegurado que el hombre en cuestión acudirá al juzgado a declarar en calidad de «imputado en principio por homicidio».
Fuentes de la defensa de este «tercer imputado» en el «caso Asunta» han confirmado la citación de su cliente, aunque han insistido en que «no tiene nada que ver», ya que se encontraba en Madrid el día de la comisión del crimen.
Esta supuesta coartada es, hasta ahora, sólo respaldada por él, por su hermana y por su pareja, lo que hace que el abogado de Porto no la estime ni suficiente ni concluyente. Aranguren ha afirmado que «desde el minuto cero de la investigación se apunta a la autoría de los padres en base a supuestas faltas de colaboración», pero ha reprochado que la aparición de semen en la camiseta de la menor «desde el principio» no se investigase. Además, una de las bases de su defensa pasa por que «la Policía judicial, los técnicos y los expertos afirman categóricamente que no hay contaminación en su laboratorio».
En otros términos, el Colegio Médico de La Coruña ha abierto un expediente disciplinario al psiquiatra que hizo público a través de distintos medios de comunicación el historial clínico de Rosario Porto, el doctor Narciso Carrero. A juicio de esta institución, su comportamiento podría ser considerado como «falta grave» por la «infracción del secreto profesional, por culpa o negligencia, con perjuicio para terceros». Sus manifestaciones provocaron «revuelo e indignación» entre los que defienden la intimidad en relación con la salud de un paciente.
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