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Un nuevo mercado laboral: las empresas piden perfiles tecnológicos

La tercera revolución ha llegado para quedarse, y las compañías buscan empleados que dominen el «big data» o el «product management». Para cubrir esa demanda, hay que modificar desde las competencias más básicas de la educación e incluir, por ejemplo, programación

En el debate participaron, de izquierda a derecha, Alfonso Alcántara, Ana Casilda Andrés, Juan José Juárez Y David del Val
En el debate participaron, de izquierda a derecha, Alfonso Alcántara, Ana Casilda Andrés, Juan José Juárez Y David del Vallarazon

La tercera revolución ha llegado para quedarse, y las compañías buscan empleados que dominen el «big data» o el «product management». Para cubrir esa demanda, hay que modificar desde las competencias más básicas de la educación e incluir, por ejemplo, programación

Una de las grandes preocupaciones actuales gira en torno a la evolución del trabajo. A nadie se le escapa que la revolución tecnológica que estamos viviendo cambia totalmente nuestra manera de entender el empleo y que el mercado laboral demanda perfiles que hasta ahora eran desconocidos. Para aportar luz a la situación, LA RAZÓN y Telefónica organizaron el evento «La tecnología nos lleva a nuevas profesiones», en el que expusieron sus ideas Ana Casilda Andrés, CEO de Telefónica Educación Digital; David del Val, CEO de Telefónica I+D; Alfonso Alcántara, director del Yoriento.com, conferenciante y motivador de equipos y autor de #Superprofesional, y Juan José Juárez, responsable nacional del Proyecto de Orientación Profesional de la Fundación Bertelsmann.

El propio Juárez realizó una apreciación relevante a la hora de abordar este tema. «Es difícil aventurar cuáles serán las profesiones del futuro, pero sí hay algunos patrones. Por ejemplo, todas tendrán un vector tecnológico y combinarán distintas ramas de conocimiento», admitió. Ya no existiran las humanidades por un lado, y las ciencias por otro. Convivirán en un mismo puesto de trabajo, así que un empleado debe tener la mejor formación posible en ambas vertientes.

Esto provocará que las profesiones sean cada vez más líquidas, como aseguró Del Val. Por ese mismo motivo, añadió, una vez que los alumnos se disponen a escoger qué Bachillerato o carrera universitaria cursarán «hay que quitarles presión sobre que va a ser una decisión definitiva». Una vez comiencen sus estudios tendrán derecho a dudar y cambiar.

No obstante, para que empiecen con la mejor orientación posible y el margen de equivocación se reduzca, Juárez opina que, previamente «los estudiantes deberían tener experiencias en contextos reales». Y que las empresas se acostumbren a tener gente tan joven en sus lugares de trabajo porque unos años después podría formar parte de su plantilla.

Ese sería uno de los múltiples cambios que deban afrontar las corporaciones. Otro va dirigido a las habilidades que se le exijan a los empleados. Tendrán que fomentar las que no poseen, de momento, los robots o la Inteligencia Artifical, las llamadas «soft skills» o como prefiere denominarlas Alcántara, las competencias sociales. Según él, éstas están relacionadas «con la actitud de los directivos y la cultura de las empresas». Es decir, si los jefes quieren que sus trabajadores sonrían, tendrán que ser ellos quienes se lo inculquen.

Competencias básicas

Hablando de competencias, para poder interactuar y desarrollar tecnología, hay que introducir nuevos conocimientos, cuenta Del Val. «Hasta ahora eran las matemáticas o las sociales», mientras que «ahora deberíamos estar enseñando programación, necesario para comprender el leguaje de las máquinas», lo cual en su opinión ahora es más básico que las matemáticas.

Es necesario integrarlas porque las empresas avanzan hacia una transformación digital y comienzan a demandar nuevos perfiles como los «product managers» o los analistas de «big data». Pero hay un problema de escasez. El sistema educativo tiene que ser capaz de agilizarse y ofrecer soluciones a la demanda de la sociedad digital. Por lo tanto, se necesita más contacto entre el mundo académico y el profesional, aunque Juárez reconoce la dificultad para que los centros puedan comunicarse con los órganos institucionales de las corporaciones. Sin embargo, el mismo afirma que «hay experiencias que funcionan como solución», como en Reino Unido, donde han llevado a cabo un modelo de intermediación.

Para los que crean que ya es tarde para aprender a usar una tecnología con la que mejorar su empleabilidad en el futuro, Ana Casilda Andrés afirma que «todavía estamos a tiempo de subirnos al tren de la tecnología», pero subraya que «necesitamos agilidad porque estamos en una época de cambio exponencial».

Pero hay que espabilar y no esperar que desde la política fomenten a los ciudadanos a formarse en profesiones tecnológicas. David del Val asegura que «en Telefónica solemos decirle a la gente que cada uno es dueño de su propio futuro, que no tenga que venir la administración a decirte que debes aprender a programar».

Sin embargo, según Alcántara, no hay que aprender profesiones, sino a ser profesional. Esto quiere decir que, a través de los conocimientos adquiridos, uno puede desarrollar su propio empleo innovador. Es el caso de una traductora que creó una aplicación mediante la que poner en contacto a los traductores jurados.

Liderazgo

Durante el debate, el público pudo realizar sus preguntas, y una de las que salió a colación iba diriga al liderazgo de los equipos profesionales. A veces cuesta encontrar a alguien que quiera ascender a un puesto de mando, pues requiere tomar una responsabilidad que no todo el mundo desea porque, además, su sueldo ya le es suficiente. «Hay gente que no está dispuesta a manejar aunque le pagues más, no quiere gestionar personas y hay que aceptarlo», explica Alcántara.

Por último, Andrés quiso trasladar un mensaje de confianza sobre esta nueva era. Confesó que «cuando se piensa en el mercado laboral del futuro no son pocos los que aclaman que las nuevas tecnologías, IoT, Inteligencia Artificial, los robots quitarán el trabajo a las personas. De hecho, según la OCDE, España tiene un 22% de empleos en riesgo de automatización». No obstante, añadió que «hay otra vertiente de pensamiento que asegura que las máquinas se ocuparán de tareas mecánicas y se crearan nuevos puestos de trabajo como por ejemplo especialistas en crear, desarrollar y evolucionar la tecnología».

Ana Casilda Andrés: «Cada uno es responsable de su formación»

La CEO de Telefónica Educación Digital explicó que el World Economic Forum, en su estudio «Future of Jobs 2018», concluyó que en 2022 las nuevas profesiones representarán el 27% del total. Esto supone, asegura, que a nivel global las máquinas ocuparán 75 millones de puestos de trabajo pero que se crearán 133 millones nuevos. Para poder acceder a esos nuevos empleos habrá que adquirir nuevos conocimientos. En este sentido, admite, «cada uno tiene que adquirir la responsabilidad de su propia formación».

David del Val: «Las máquinas nos harán “humanos aumentados”»

El CEO de Telefónica I+D cree que las máquinas no serán un perjuicio sino que nos otorgarán capacidades superiores y gracias a ellas seremos «humanos aumentados». Es decir, los médicos seguirán desarrollando su profesión pero a través de la IA podrán hacerlo de forma más efectiva y profunda. Para hacer efectiva esta relación hombre-máquina, las personas tendrán que adquirir nuevas competencias básicas como la programación o la inteligencia artificial.

Alfonso Alcántara: «¿Cómo vamos a pasar de la gente más mayor?»

Es un verdadero estudioso de los recursos humanos. Lo demuestra en su libro #Superprofesional y en sus conferencias. Para él, las competencias serán fundamentales para desenvolverse en el mercado laboral del futuro, y deberíamos pensar más en ellas y menos en la edad del trabajador. Además, el envejecimiento poblacional nos obliga a hacerlo. «En julio pasamos de tener más gente de 50 años que de 30. ¿Cómo vamos a pasar de toda esa gente más mayor?», confiesa Alcántara.