España
Unas cañas por la recuperación
Los cerveceros creen que el alza del consumo refleja una mejora de la percepción económica
«¿De grifo o embotellada?». Es posible que la pregunta se haya repetido con más frecuencia de lo habitual en los últimos doce meses. Los datos de la Agencia Tributaria pertenecientes al tercer trimestre de 2013 ya lo insinuaban. Entre julio y septiembre se comercializaron alrededor de 1.050 millones de litros de cerveza en nuestro país, lo que, además de suponer un incremento de casi al 9% con respecto al año anterior, constituye un pico histórico. Pero, ¿qué ocurre mientras con las «copas»? La Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE) estima que durante este año que nos acaba de abandonar la caída de ventas oscilará entre un 6% y un 8%. Una disminución que se lleva produciendo desde 2007: desde entonces hasta hoy, se ha superado un 40% en el descenso. Y es que, si a finales de 2006 se «despachaban» alrededor de 410 millones de litros, actualmente se han quedado en 200. ¿Nos hemos pasado definitivamente a la cerveza?
«Tener un incremento en el tercer trimestre del año es habitual. Son los meses de verano y siempre se produce», afirma a LA RAZÓN Jacobo Olalla, director general de Cerveceros de España, patronal del sector. Además, el hecho de que nuestro país alcanzara el récord de 60 millones de turistas este año –principalmente de Alemania y Francia, países de gran tradición «cervecera»– también ha influido. «Es pronto para obtener conclusiones», dice. Con todo, Olalla se mantiene optimista. «El consumo ha mostrado una ligera recuperación en 2013», afirma. Una percepción que, en su opinión, invita a ser positivos con la situación del país. «La cerveza es un producto de consumo transversal, muy sensible a la situación económica. El aumento podría a empezar a indicar, y ojalá sea verdad, que hay una mejor percepción de la economía por parte de la sociedad». De hecho, opina que «nosotros anticipamos la crisis: el consumo de cerveza empezó a caer un trimestre antes de que disminuyera la renta disponible».
Desde la FEBE reconocen y lamentan el retroceso de las bebidas espirituosas, pero tienen otra versión. Consideran que su descenso no tiene tantas causas sociológicas como de tipo impositivo. ¿El motivo? El impuesto especial sobre el alcohol que afecta a sus productos, pero no al vino ni a la cerveza. «Está demostrado que, si se tasa un producto por encima de otro competidor, se dirige al consumidor para que cambie de hábitos», explica a este diario Bosco Torremocha, director ejecutivo de FEBE. «Sólo se le ha subido el impuesto a este sector, se le ha dañado y se le ha limitado al consumidor su capacidad de elegir», añade. Por eso, a bebidas espirituosas tan «españolas» commo el anís, el pacharán o el orujo «se las está arrinconando». Así, les resulta muy significativo que el hecho de que el «único producto agroalimentario que haya aumentado sea la cerveza».
Es evidente que la diferencia de precio entre una «caña» y un «cubata» también influye. Y el desempleo, la caída de la renta disponible y la supresión de la paga extra de los funcionarios se han notado. Desde FEBE apuntan a que, en general, el volumen de facturación del ocio nocturno ha decrecido un 53%. Sin embargo, Torremocha explica que su sector no puede bajar más los precios. «El 50% del coste de la botella es para el impuesto especial. Si se le suma el impuesto de sociedad y el IVA, la discriminación es brutal», explica. Aparte, «los precios de los combinados han bajado mucho. Ahora no es extraño encontrar un gin-tonic por cinco euros».
Olalla sostiene que «la cerveza no es un producto sustitutivo de las bebidas espirituosas». Y para muestra, algunos datos:sólo un 5% de los consumidores de cerveza la sustituirían por una copa; el 82% la acompañan con algo de comer, algo que no ocurre con los «cubatas»; en un 50% de los casos se consume cualquier día de la semana, mientras que las bebidas destiladas son más de fin de semana, y sólo se toma en locales de copas «en un porcentaje muy marginal». «Nuestra competencia no son las bebidas destiladas. El consumidor busca más su efecto refrescante que el propio alcohol», dice Olalla. Prueba de ello, afirma, es el «éxito» de la cerveza sin alcohol. «Somos líderes en el mundo en su consumo», sostiene.
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