Religión
Hay curas a los que ya nadie responde cuando dicen “Podéis ir en paz”. De hecho, tal es el silencio que existe en sus iglesias que, cuando acaban sus Eucaristías, apenas escuchan el eco de un templo casi desangelado. Sin embargo, lo paradójico es que estos tienen más vida que nunca: un móvil y una retransmisión en Facebook, Instagram o YouTube tienen la culpa. Las misas a través de las redes sociales parecen haber encontrado un recoveco en nuestra sociedad. Pequeñito, pero lo tienen. Es cierto que su boom su produjo durante los meses de confinamiento domiciliario que tuvo lugar entre marzo y mayo de 2020, pero también que no han desaparecido del todo. Desde entonces, han sabido combinarse para llegar a todo el que quiera escuchar la palabra de Dios.
Ahora que se vuelve a plantear un episodio similar y ante las restricciones de aforo que imperan en las distintas comunidades autónomas, esta opción se antoja más que atractiva. “Jamás me lo había planteado antes”, explica el padre Carlos Carrasco, párroco de la iglesia del Rocío, en Dos Hermanas (Sevilla). “Sabía que existía la posibilidad de retransmitir en directo, pero nunca la había puesto en marcha. Ahora, a toro pasado, pienso en ello y me parece una bendita locura”. La decisión la tomó el mismo sábado 14 de marzo en el que comenzó la cuarentena. Por aquel entonces, el número de asistentes ya había bajado los suficiente para que, en su cabeza, empezaran a rondar alternativas. Pero no fue hasta este momento, cuando la llevó a cabo. Casi de improviso. “Hice el primer streaming como pude y ahí empezó todo. Siempre he tenido un espíritu inquieto. Por lo que, cuando vi el reto que se me presentaba, respondí como mejor pude. Era necesario y conveniente. Debía haber algún tipo de continuidad en nuestras vidas”.
Las normas son sencillas: los que tengan un teclado a mano pueden responder a las plegarias en el chat y escribir la palabra “Gracias” durante el rito de La Paz. Así lo suelen hacer los feligreses, que han encontrado en esta vía algunas ventajas extras: por ejemplo, en el momento de las lecturas, pueden buscar los textos en Internet, algo que normalmente no hacen y que les permite mantener el hilo con mayor facilidad. “Hay personas que no las pueden seguir de esta forma. Para todas ellas, existen otras opciones como enviarles dinámicas para casa o mandarles alguna petición en concreto”, continúa Carrasco, que destaca el valor de WhatsApp para unir a la sociedad en situaciones como ésta y para realizar rosarios interactivos. Si bien al principio el impacto fue enorme entre los vecinos, poco a poco ha ido estabilizándose. “Yo estoy muy satisfecho. De cara al futuro, no sé si es algo que podremos seguir haciendo indefinidamente, pero sí me lo planteo como algo factible de cara a situaciones concretas”.
¿Usted qué prefiere: la modalidad presencial o la online?
Siempre la presencial. Abismalmente. Como sacerdote, entiendo que la recibir la comunión es lo más importante. Y aunque la espiritual es bonita y necesaria en determinados momentos, la física es mucho mejor. A mí me gusta mirar a los ojos de la gente durante la Eucaristía y estos medios no me han permitido hacerlo directamente. Lo que está claro es que, en aquellas situaciones en las que lo físico no sea posible, lo virtual resulta más que necesario, pues tenemos que llegar a las personas como sea.
¿La fe está reñida con lo digital?
No, no está reñida con nada. Cada uno puede vivirla de la manera que quiera. Se necesita lo digital, pero también un sentido. No es tener por tener, hay que darle una visión enriquecedora. A la fe le conviene las redes sociales, está claro. Pero lo único que necesita son personas.
Dios está a nuestro lado, y nos pide que estemos cerca los unos de los otros. En este momento no podemos acercarnos físicamente a causa del contagio, pero podemos despertar en nosotros una actitud de cercanía mediante la oración y la ayuda recíproca. #HomilíaSantaMarta
— Papa Francisco (@Pontifex_es) March 18, 2020
El Papa, a favor
Uno de los grandes beneficios que han traído las misas en remoto es su capacidad para llegar a más gente de la habitual. Algo que han destacado también otros sacerdotes como el padre Joaquín Hernández, de la parroquia San Clemente Romano de Madrid, y el padre Joaquín Lozano, de la parroquia Nuestra Señora del Pilar de Sevilla. Pero, ¿qué ha dicho el Papa Francisco al respecto? “Dios está a nuestro lado y nos pide que estemos cerca los unos de los otros. En este momento, no podemos acercarnos a causa del contagio, pero podemos despertar en nosotros una actitud de cercanía mediante la oración y la ayuda recíproca”, escribió en Twitter. Aunque no hay duda de que esta aproximación de la Iglesia a las nuevas tecnologías supone un paso importante, la realidad es que hay quienes señalan que resulta tardío. El debate está abierto.
“Aun siendo una institución muy lenta en algunas cosas, siempre ha estado amoldándose a lo que la sociedad pide. Su gran reto es llegar al público joven. Respecto a ese periodo de edad comprendido entre los seis y los 16, es donde hay que buscar herramientas interactivas que permitan llamar su atención”, subraya Juan Borrego, director de Comunica+, una empresa salmantina de desarrollo tecnológico que formada por un equipo multidisciplinar con más de 10 años de experiencia en el ámbito socio-religioso. Sin embargo, a día de hoy no se localizan aplicaciones móviles o páginas que estén orientados a este público. “Hay que tener en cuenta que las que existen están pensadas para ellos mismos, pues recogen información sobre sus horarios, sus centros, sus nombramientos, sus colegios… Es decir, contienen infinidad de información, pero hacia dentro. De tal modo que, si tú no tienes una vinculación con esa congregación, el interés es menor. Es cierto que hay otros proyectos pensados hacia fuera, pero son minoritarios”.
Cuidado con los filtros
Las nuevas tecnologías no dejan de jugar malas pasadas. Su última víctima religiosa ha sido Jesús García, párroco de Calzada de Calatrava (Ciudad Real), quien retransmite las misas a través de Facebook para los fieles que no puedan acudir por culpa de la crisis del COVID-19. El problema llegó cuando, sin darse cuenta, activó un filtro del móvil que le colocó instantáneamente gafas de sol y un sombrero que lució durante toda la ceremonia. Algunos de los internautas le avisaron durante el acto, pero el cura no se dio cuenta del error hasta que finalizó la grabación. En ese momento, no dudó en borrar el vídeo. Si bien reconoce que algunos de los usuarios más mayores se lo tomaron como una broma de mal gusto, los más jóvenes comprendieron lo sucedido desde el primer momento.