Hardware

Kingston: 30 años de memoria histórica

Un repaso de tres décadas por todos los sistemas de almacenamiento de datos, desde la primera tarjeta perforada hasta el más completo USB, a través de una de las empresas más representativas del sector

Uno de los modelos de micro SD
Uno de los modelos de micro SDlarazon

30 años grabando datos, cada vez más y en menos espacio, es toda una eternidad. Que se lo pregunten a Kingston, una de las firmas especializadas en dispositivos de memoria, que estos días celebra sus tres décadas en el mercado. Una buena excusa para hacer un repaso de cómo ha cambiado nuestra relación con este tipo de dispositivos.

Durante este tiempo, la empresa, que da empleo ahora a 3.000 trabajadores, ha pasado de crear a pequeña escala chips de memoria a estar presente en gran parte del mundo. Y, también, por supuesto, en las cámaras, portátiles y cajones de la mayoría de los hogares y oficinas.

Su crecimiento coincidió con el despegue de la informática y la constatación de que sería necesario proporcionar al público sistemas en los que ir almacenando esa cantidad cada vez mayor de información que iba generando. Se iniciaba así una carrera contrarreloj para ir creando dispositivos cada vez más potentes pero que, a la vez, quedaban desfasados a las primeras de cambio. Lo que estaba claro es que el sistema ideado en un principio, el de chips individuales insertados en ranuras en la placa base para formar bancos de memoria, era insuficiente.

John Tu y David Sun, fundadores de Kingston Technology, apostaron por un módulo de memoria simple: Single In-Line Memory Module (SIMM), que, según destaca la empresa, fue revolucionario a pesar de utilizar componentes que ya existían.

En ese momento, los únicos dispositivos de almacenamiento eran las tarjetas perforadas, que podía almacenar hasta 960 b. El almacenamiento de un solo archivo MP3 de 2 minutos hubiera obligado a utilizar más de 40.000 tarjetas. Poco después aparecieron las cintas magnéticas, que equivalían a 10.000 tarjetas perforadas, y los disquetes, que podían contener hasta 1,44 MB.

En los años 90 el CD trajo su pequeña revolución, ya que permitía aumentar la capacidad de almacenamiento hasta 450 más que la de un disquete. A finales de esa década el trono lo ocuparon los discos ZIP, ya con una capacidad de entre 100 y 750 MB. Y, de ahí, a las unidades flash, ya en el siglo XX, que permiten almacenar entre 8 MB y 256 GB.

“Supuso un paso de gigante en el avance de la tecnología de almacenamiento de usuario final. En este contexto, Kingston, que continuaba trabajando en los dispositivos de almacenamiento, se convertía en el líder mundial en la fabricación de módulos de memoria para terceros”, destaca la compañía.

En los últimos años, el reto es doble: más capacidad pero, también, más seguridad. La industria se orienta entonces a memorias encriptadas. Y vendrán aún muchas novedades. La necesidad del ser humano por almacenar y compartir recuerdos no tiene límites.