Prodigios
Boris Izaguirre «Masterchef me rescató, llegué a no soportarme»
Boris Izaguirre presenta la tercera edición de «Prodigios» en La 1
Se define como un Peter Pan pero al revés. Ahora, alguien que no quiso ser niño, presenta un programa rodeado de ellos, «Prodigios», que alcanza su tercera entrega. En este formato buscarán al mayor virtuoso entre 8 y 17 años de múltiples disciplinas, del violín a la danza y hasta las castañuelas. Boris Izaguirre, después de tres ediciones consecutivas, sigue sorprendiéndose del talento joven que hay en España, «pero sobre todo de lo increíblemente formados que están en todos los aspectos. Tienen una actitud adulta. Me encantaría que nuestros líderes aprendieran de ellos».
En esta educación intervienen los padres, los profesores del colegio y los docentes de conservatorio, pero esta edición quiere rendir especial homenaje a los abuelos: «Son ellos los que muchas veces llevan a los niños a las clases de violín cuando los padres no pueden. El núcleo familiar es fundamental para niños con un don como el suyo».
El venezolano, además de presentar este formato dirigido al público infantil, ha hecho ya varias apariciones en «La Resistencia», la referencia en el entretenimiento juvenil. Aunque asegura que «soy muy feliz con ‘Lazos de Sangre’ y la televisión que he hecho hasta ahora», reconoce que «La Resistencia» le está maravillando: «Me da a conocer entre aquellos que no habían nacido cuando aparecí en ‘Crónicas Marcianas’».
Pero a él no le interesa recuperar esa época, ni ninguna. «No soy nostálgico. La única vez que he tenido problemas con mi edad era cuando fui niño. Yo no quería ser niño, me parecía una pérdida de tiempo. Como Peter Pan pero al revés. Con 18 años la edad dejó de ser un problema para mí. Aunque parezca que ser adulto tiene más dificultades y peligros a mí nunca me asustó». Sin embargo, este extraño vínculo con su infancia, no le impide identificarse con los niños del programa, al contrario: «Creo que por eso mi relación con ellos es tan franca. Porque les trato como adultos».
Pero estos niños «prodigios», no viven en una nube de ovaciones, promesas y futuros dorados sin dificultades. También son conscientes de los sacrificios y la dedicación que implica una actividad así. «Son niños tan disciplinados que durante el programa estaban estresados por no poder seguir su curso académico con normalidad. También son totalmente conscientes de lo que cuesta un instrumento o una hora de conservatorio». De hecho, en este año de dificultades Boris les ha notado como con una responsabilidad añadida: «Creo que sentían la presión de tener que demostrar, más que nunca, todo lo que saben. Como tratando de justificarse».
Pero más allá de «Prodigios», Boris siempre ha reconocido que «Masterchef» es su gran debilidad: «Me rescató. Cuando había llegado a no soportarme. Había crecido tanto en mí mismo que me acostumbré a ser siempre el histriónico. Necesitaba cambiar. Tenía que buscar una fórmula para evolucionar. Soy serpiente en el horóscopo chino (se ríe)». Pero las transformaciones nunca son fáciles: «Me fui cuatro años a Estados Unidos para aprender a volver a ser nadie. Quería desarrollar otra forma de mí mismo». Volvió a España para seguir cambiando.
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