Entrevista

El 'First Dates' de Yolanda Díaz y Jordi Évole en un japo

La vicepresidenta del Gobierno visitó el programa de Jordi Évole para dejar claras sus diferencias con Pablo Iglesias y certificar que los caminos de Sumar y Podemos son paralelos

El 'Firts dates' de Yolanda Díaz y Jordi Évole en un japo
El 'Firts dates' de Yolanda Díaz y Jordi Évole en un japoLa Sexta

Jordi (48, Cornellá de Llobregat), soñador y peronista, esperaba sentado a la mesa de un restaurante japonés de atrezo, a punto de dormirse, a su cita del domingo: Yolanda (51, Fene, La Coruña), risueña y ambiciosa.

Nada más tenerla en frente, Évole le aclaró a Díaz que estaban “en la misma sintonía”, por si había alguna duda. Al fondo, entre los dos, un jarrón chino que, casualmente, estaba en el tiro de cámara.

Se conoce que él es muy preguntón y le quiso sacar a ella hasta el número de bastidor del coche de su cuñada. Pero gracias a la curiosidad del catalán, supimos que la gallega no duerme ni come bien, no toma carne pero sí pescado, le gustaría que Iñaki Gabilondo fuese presidente de la república, aunque el del modelo de estado es un debate que prefiere abordar para la próxima década.

La chica, Yolanda, no dejaba de hablar de su ex, un tal Pablo Iglesias (aunque es cierto que era él, su cita, quien insistía en saber más sobre la ruptura con este). Una antigua pareja a la que asegura que quiere y respeta “muchísimo”, pero que está hecho “un cascarrabias”, y además le pareció una falta de respeto que la designara su sucesora “a dedo”. Y al que, de perfil, dejó varios recaditos:

“Hay que dejar volar a la gente en política”, en referencia a los superliderazgos; “En política se llega a acuerdos cuando se quiere llegar a acuerdos”, y, sobre todo, que “hay que saber perder porque es muy importante en política y en la vida”.

Sobre su nuevo novio, Pedro (entiéndase hizo match con Évole porque es poliamorosa y está abierta a sumar componentes a su relación), negó que fuera su amigo, pero sí concedió que le tiene “mucho cariño”. Ah, y que “se le ha minusvalorado políticamente; también en su propio partido”.

Cuando la conversación entre Yolanda y Jordi dejó de fluir, hicieron la del comodín de la llamada: para ello marcó él el número de Alberto Casero, aquel despistado diputado con el que la vice se enrolló sin querer (más por pena que otra cosa). Ella le comunicó a este tercero que le estaba “muy agradecida” porque “hubiera dimitido si no sale la reforma laboral”.

En un interludio 'La Cibeles de la izquierda' invitó a sumarse (les tiró la caña) a su relación a Eduardo Madina y a Kichi. ¡Qué promiscuidad, por favor!

De quien no quería saber nada fue de Marlaska, y no porque fuera de la otra acera, sino por la tragedia ocurrida al otro lado de la valla de esa “dictadura” que es para Yolanda Marruecos. “Es intolerable; en política uno tiene que asumir responsabilidades si hay muertos de por medio”.

No dudó en reconocer a su paisano, Alberto Núñez Feijóo como “un gran adversario”: ¿acaso le estaba poniendo ojitos?

Resumiendo, podemos decir claramente que Yolanda, con su moño de geisha y su perenne sonrisa de emoji de Whatsapp pero con nariz corva, le hizo un Shakira a Pablo Iglesias: Esto también podría haberse titulado “Yolanda: Évole Music Sessions, Vol. 53”. Se lo comió crudo.

A Iglesias, tras la tunda, para salvar su honor sólo le queda hacerse el seppuku político.

¿Y Sumar? Sumar es un sudoku en el que hay que ir resolviendo pequeños cuadros para que encajen luego los mayores: Parece que con Podemos no encajan ni con un mamporrero como Évole. Son caminos paralelos destinados a no converger jamás.

¿Que si hubo match con Jordi? No sabemos; cortaron la escena y se quedaron cenando. Por cierto, ella se pidió un café sólo muy cargado. SOLO. Pongan la tilde donde quieran.